Armando llegó de improviso. Sorprendió a muchos pues no estaba previsto. El administrador con su barba blanca fue el primer sorprendido cuando tocó a las puertas del cielo. El movimiento de pasajeros en estos meses tenía agobiado al venerable que por 2000 años recibe a todos los viajeros. De manera que tuvo que buscar ayuda y para ello había seleccionado un grupo de eficientes trujillanos como auxiliares para facilitar los ingresos. Cuica y Tito Rojas habían llegado unas horas antes con sus papeles en regla y entraron sin problema. Armando no. no le tocaba. Pedro muy ocupado encomendó a su eficiente asistente. “ Marucha!, atienda a Armando“. Alfredo, que andaba por ahí acudió a saludar a su viejo amigo quien le reprochó cordialmente que nunca quiso interpretarle sus canciones. Pero chico, si tuviste a mi compadre Lucho y a Marco Antonio!, además de esas bellezas que te acompañaron siempre. Pasa que te voy a presentar unos panas parranderasos Muchachos acérquense. Todos se ponen alrededor de la jefa temporal pidiéndole que aligerara el trámite, uno de los cuales era revisar la obra de Armando usando el visor celestial que le permite ver y oir todo. Marucha se había ido unos años antes y siempre farfullaba entre dientes que ese tonto no hizo nada. Se encontró con la mamá que era su gran amiga y le comentaba la tontera del hijo. “es que el era asi. Muy tímido a pesar de lo que trasmitía.” La periquera se formó porque Armando quería que Alfredo le cantara una de las suyas, Alfredo dijo que primero había que cantarle a la jefa superior su canción. Ella movió sus influencias para que Alfredo entrara siempre y cuando le cantara oh señora María todos los días. De repente Marucha gritó muchachos vean esto lo que pasa ahorita vean! Y vieron. Los muchachos levantaron la cejas, se miraron y pusieron cara de no me pregunten. Alfredo y Armando intrigados se asomaron y Alfredo la reconoció con un grito. Reconoció al otro porque es un fanático y en los conciertos de la tarde siempre lo pone a cantar. Armando, zorro viejo se asomó y la vió. “el pinche guey no mame”. Marucha no entendió los modismos de armando…” ese tonto no termina de decir la vaina!! “ mire Armando! Si usted quiere entrar vea a ver que hace”. Armando esbozó la sonrisa que cautivo a la humanidad, y le dijo.. “guey, nadie ha resistido este arpegio.“ Tomó la guitarra y empezó a deslizar su himno al amor. Ese que te hace soñar de ilusiones, que te sumerge en una oscuridad cómplice. Todos absortos contemplaron la escena. Cuando terminó Armando pregunto y Marucha le dijo. Pase maestro que ahora podré descansar en paz.
In memorian
A 2 de los mas grandes exponentes de la boleristica latinoamericana
Adalberto Gabaldon
29 diciembre de 2020