Por Francisco Graterol Vargas
Desde su fundación hasta el sol de hoy los mejores periodistas del estado Trujillo han desfilado por Diario de Los Andes. Bajo la batuta de EMU por los senderos de la política, cultura, comunidades, economía, investigación, deportes, corresponsalías y pare de contar, calificados colegas han dejado sus huellas en el rotativo fundado el 24 de agosto de 1978 y que hoy continúa más activo que nunca por la web y las redes sociales. Hombres y mujeres que a través de columnas, reportajes, entrevistas y análisis han brillado con luz propia. En estas líneas, quiero recordar a uno de ellos; Manuel Acevedo Rivas, recientemente fallecido.
Una mañana cualquiera MAR abandonó su hogar en San Genaro para buscar nuevos derroteros en el oriente del país dejando aquí en Trujillo amistades por todos lados incluso entre aquellos que pudiesen haber sido vulnerables en unos de sus acertados análisis en el campo político. Me atrevería a subrayar lo de ACERTADO porque hasta el propio Ronald Acuña Jr, llevándolo a la pelota (¡Cuando no!) ha tragado su ponche de vez en cuando. Es decir que a lo mejor Acevedo tuvo su “peloncito” como ser humano a la hora de tocar cualquier tema. Pero Tirios y troyanos reconocían su talento. Luis González, también muy apreciado y acucioso periodista al verlo le decía a manera de saludo “20 puntos, Manuelito, 20 puntos “. Fui testigo de algunas tertulias entre estos dos cuartos bates de la investigación y la política que a veces concluían con el titular para abrir Diario de Los Andes o por lo menos una de las notas destacadas del día.
En AD y Copei siempre había mucha tela que cortar. En la llamada IV República se armaban tremendos zaperocos por el poder, especialmente en la tolda blanca. Desde el Comité Ejecutivo Nacional (CEN), la dictadura era implacable. Eran los tiempos del caudillo Luis Alfaro Ucero. Nadie movía un dedo sin la venia del monaguense. Los adecos decidían desde el comité municipal, un reinado de belleza, hasta el puesto del comisario del pueblo. Los candidatos a la administración pública, gobernadores de estados y el inquilino número uno de la silla de Misia Jacinta eran impuestos desde Caracas. En esos recovecos políticos nadaba como pez en el agua nuestro apreciado amigo. Antes que hubiese humo blanco, ya MAR tenía anotado en su libreta la medida tomada. Andaba siempre bien dateado. Consciente de que en política 2 y 2 no son cuatro.
Un ejemplo. Luis Ernesto González emergió desde las filas de la dirigencia juvenil en Plata 2 llegando muy joven a Primer Mandatario Regional. En dos oportunidades fue Gobernador de Trujillo. Periodo 1987- 89 y 1996- 2000. En el primer lapso varios nombres figuraban con mayor opción. Los trujillanos seguían con mucho interés el desarrollo de los acontecimientos.
Un día llegó a la redacción muy temprano. “Hoy nombran a Luis Ernesto, Gobernador de Trujillo” me soltó el responsable de la fuente política. Me propuso dar el tubazo pero sin confirmar y siempre he preferido ir por lo seguro dada la credibilidad personal y de DLA. Las horas fueron pasando. MAR tenía montada su olla. Nada más esperaba la confirmación desde Caracas. Siempre acostumbrábamos cerrar a eso de las diez de la noche para que el periódico se imprimiera temprano y pudiera ser distribuido sin contratiempos por Horacio y su equipo. Bueno, había sus excepciones y ésta fue una de ellas.
Acevedo insistía. Esperemos. Ya la media noche había quedado atrás. Hasta los de deportes estaban en su casa entregados a los brazos de Morfeo que eran los que cerraban más tarde. A eso de las 2 de la mañana suena el teléfono de Manuelito confirmando lo de Luis Ernesto. Ahora si dimos el gran tubazo. En El Tiempo abrieron: “Una terna para escoger al Gobernador de Trujillo”, y en Los Andes: “Trujillo ya tiene Gobernador Luis Ernesto González”, y rematamos al otro día con una entrevista al ungido para estar en el Palacio de Los Duendes en Trujillo en su primer periodo. 1987-89. El segundo fue en 1996-2000 bajo el segundo mandato de Carlos Andrés Pérez.
A PUNTO DE SER EXPULSADOS DE UN SECRETARIADO GENERAL DEL CNP
Desde la AVP hasta la génesis del CNP la seccional Trujillo fue combativa. El primer Secretario General en 1976 fue Guillermo Montilla. Era del grupo de Eleazar Díaz Rangel, candidato que perdió con el poeta Héctor Mujica, las primeras elecciones cenepistas. Sin que me quede nada por dentro, como decía Carlitos González, por ahí comenzamos mal. Eleazar era otra cosa. La lucha contra el ejercicio ilegal, salarios decentes y otras reivindicaciones se quedaron en la gaveta de propuestas. EL CNP hasta el presente se alejó mucho de lo que soñaban sus líderes: Eleazar, Guillermo y Jesús Romero Anselmi, cacique en las trincheras cenepistas del estado Táchira, entre otros.
En el año 1982 en Maracaibo se llevó a cabo una convención del Colegio de Periodistas. Los delegados éramos Manuel Acevedo Rivas y quien escribe. En el maletín llevábamos una ponencia cuya autoría intelectual era de Luis González y Cruz Ramón Galíndez, poeta y periodista yaracuyano domiciliado en La Hoyada. Pura candela. Incendiaria. Un cuestionamiento a la gestión de la directiva nacional que presidía el abogado Gilberto Alcalá. La norma exigía que toda proposición fuera obligatorio presentarla por escrito. Lógico que a la respetable dirección nacional cenepista no le gustó lo que la delegación de Trujillo traía entre manos.
Acevedo que era un zorro acostumbrado a las artimañas políticas tuvo la excelente idea de repartirle una copia a cada delegación. El respaldo era unánime. Un descontento general. El caso sería tratado en puntos varios. Bueno, a decir verdad el único punto era ese. Llegó la hora y había un secreteo entre algunos de la directiva cenepista. Manuel me dio un codazo y casi que me empujó a subir hasta el estrado. Los delegados gritaban a todo pulmón. “Que hable, que hable”. Me paré frente al Doctor Alcalá y muy respetuosamente pero con voz firme le dije; “O me dejan hablar o se acaba la convención”. Me cedieron el derecho de palabra. Recuerdo como si fuera hoy que a mitad del documento lo arrojé a la mesa y terminé diciéndoles “hasta de qué se iban a morir”.
Después de las palabras de Trujillo, Ana Luisa Llovera, mujer de armas tomar, guerrera desde las trincheras avepistas, se dirigió a los presentes respaldando lo expuesto en aquel documento, rematando; “Albergo la esperanza de que el Colegio se enrumbe por nuevos derroteros y es que mientras haya dirigentes como los de Trujillo, el CNP jamás morirá”. Mucha agua ha corrido debajo de los puentes desde entonces. El CNP continúa su aletargamiento desde su creación.
Traje a colación estos dos pasajes en la vida periodística y gremial de Manuel Acevedo Rivas para que las nuevas generaciones principalmente conozcan a este personaje que vivía en San Genaro en un castillo o casa muy grande que sobresalía entre las demás de ese popular poblado del municipio San Rafael de Carvajal.
Luego de haber emigrado de Trujillo ejerció por varios años en el oriente del país pero siempre con la idea de regresar a estas tierras andinas. La Parca lo sorprendió en Margarita. A veces creemos en la eternidad de buenos amigos como Manuel pero debemos recordar aquella cita del evangelio de “polvo eres y en polvo te convertirás”.
Descansa en paz buen amigo.