Mantiene impecable una plaza pública a pesar de estar en silla de ruedas y no tener ni una comida segura

Belisario Cárdenas vive en la pobreza. Llegó niño de Colombia y a más de 60 años en Venezuela no tiene nacionalidad. A pesar de moverse en silla de ruedas llega cada día a limpiar –gratis- la plaza la Unidad Vecinal en San Cristóbal, lo hace por los niños y para dar ejemplo a la alcaldía y gobernación de que sí se puede/ @juditvalderrama

ESPECIAL * Belisario Cárdenas Joya, es venezolano de corazón. No se siente colombiano, aunque nació en ese país. Cuando tenían diez años de edad lo trajeron a Venezuela, no posee nacionalidad legal, por tanto, tampoco una cédula de identidad a pesar de completar 64 años en este país donde hizo vida y sirve como buen ciudadano.

Sufrió quemaduras en gran parte de su cuerpo hace más de cinco años y estuvo un año recluido en el hospital central de San Cristóbal. Fue devuelto a la calle en silla de ruedas, “los tendones me quedaron torcidos”, afirma.

Su silla de ruedas luce muy deteriorada, y en esa se mueve cada día a su trabajo en la plaza de la Unidad Vecinal, a donde llega a las 7 de la mañana.

No falta un día a su plaza

Su lugar de labores desde hace cuatro años es la plaza de la Unidad Vecinal, en San Cristóbal, estado Táchira. Frente a la iglesia El Divino Redentor, pero su trabajo no es un oficio común, porque Belisario Cárdenas no recibe ninguna remuneración por ejecutarlo, a pesar de que este espacio público, sin temor a dudas, luce como la mejor plaza de la ciudad.

“Yo antes trabajaba pintando, arreglando e instalando techos de machimbre (madera) y en construcción. Y todavía, así como estoy, todavía le echo pierna a ese oficio”.

Los niños su inspiración

– ¿Qué lo inspiró a venir a dar mantenimiento a una plaza pública y por lo que no recibe remuneración?

“Pues, eso fue un domingo que estaba tomando un cafecito y llegó un camión de esos de trasladar ganado como con 15 niños. Me quedé viéndolos, se los llevaron y los metieron allá donde está el jardincito. Y dije, ¿a dónde metieron estos niñitos? parecía un corral de echar ganado. Dije, bueno, el lunes madrugo y voy a limpiar a los niños ese lugar. Porque se metían a jugar así en ese montarral como de metro y medio de alto”.

El lunes siguiente Belisario llegó a las 7 de la mañana a limpiar el terreno: “me fui como a las 7:30 de la noche ese día y les dejé ese lugar limpiecito. Pero me quedé mirando y estaba enmontado todo. Así que dije, voy a limpiar esta cosa, ya que la gobernadora, ni el alcalde se preocupan por los niños. Dije voy a limpiar esta plaza y aquí me voy a quedar”.

Su gestión comenzó al unísono con el gobierno regional y el municipal actual, hace cuatro años, en Táchira y San Cristóbal, respectivamente.

Nunca ha recibido apoyo de ninguno de estos sectores de poder, a pesar de que su obra puede resultar –respetando proporciones- más eficiente que el de mandatarios, porque mantiene una plaza limpia de vegetación, de basura y hasta medianamente segura, sin salario y sin herramientas, solo con voluntad.

Para cumplir su labor solo cuenta con un instrumento de trabajo: “este charapito, mire, que es el que hace milagros aquí en la plaza”, dice mostrando un cuchillo de cocina con el que se le ve podando el monte todos los días de su vida, bajo la lluvia o el sol.

Hace como 20 días -relata- le regalaron otra silla de ruedas, pero los neumáticos se le desinflaron, “es que son como de bicicleta y para mandarlos a reparar, pues no se ha podido. Tengo que reunir la plata para comprarle otros cauchos nuevos y las tripas. Así que sigo en esta que está toda esperolada, pero me lleva a todos lados”.

“Lo hago para dar ejemplo”

Belisario Cárdenas vive en el barrio Alianza, cercano a la plaza de la Unidad Vecinal.

“Yo vivo ahí con unos primos. Para comer yo mismo tengo que cocinar. A veces la gente me trae comida y cuando no, traigo yo de la casa hecho. Me voy como a las 7 de la noche, pero como tengo tantos amigos llegó como a las 8 porque me quedo hablando con los amigos”.

Comenta que “gracias a Dios no tuvo hijos”, sus hijos son los niños que asisten al parque que él les cuida con esmero.

– ¿Qué es lo mejor de este trabajo que decidió hacer gratuito, el de cuidar una plaza?

“Yo hago esto primero que todo para dar un ejemplo, por decir, a la alcaldía y a la gobernación porque cuando va allá la gente a pedir que vengan a limpiar o hacer algo les dicen que no, que no tienen guarañas y eso. Y mire la machetillita que yo tengo y hago milagros aquí en la Unidad Vecinal, porque es bonito ver a los niños que llegan contentos aquí, y juegan y hacen de todo en un lugar limpio”.

– ¿Usted tiene alguna pensión o cuáles son sus ingresos?

“Pues, nada, nada. Aquí estoy por voluntad. No tengo nada, porque es que yo no tengo papeles, yo soy colombiano y estoy fregado por eso. Yo llegué cuando tenía 10 años. Me siento venezolano, pero no tengo cédula de ninguno de los dos países”.

– ¿Qué le pediría o diría usted a los candidatos a gobernación y alcaldía ahora que están en campaña?

“Pedir es un decir. Pero mire, eso aquí ha venido y me toman fotos a la silla y dicen que me van a ayudar y me tienen con mentiras. Nadie ha venido a ayudar”.

“Vino un niño a entregarme su arma”

Antes de tener el accidente y quedar en silla de ruedas, Belisario Cárdenas era deportista. A los 40 de edad revela que entrenaba niños.

“Estaba dándoles ejemplo. Si veía un niño por ahí, hablaba con la mamá y les daba consejos. Me los llevaba para el parque Metropolitano y los entrenaba en fútbol. Allá les daba consejos que agarrarán una vida derechita, porque los niños por ahí solitos lo que hacen es agarrar malas juntas y eso”.

Cárdenas llegó a conformar un equipo de futbol con casi cuarenta niños, de infantil C, relata. “Llegaba el papá o la mamá y me veía entrenando y me decían que les entrenara sus hijos. Cuando había un campeonato los metía, y con lo poco que me ganaba les compraba una franelita, un pantaloncito y ahí iba”.

Los niños que entrenaba ya crecieron y han visitado a Belisario en la plaza, “algunos han venido y me han dado las gracias, porque sí, recogí muchos niños del albergue porque los veía que salían y les daba consejos”.

Entre las historias con los niños que atesora Belisario, está la de un pequeño que, según el héroe urbano, estaba agarrando malas mañas.

“Tenía una 38 (un arma de fuego) y me lo llevé y lo entrené y le di consejos, para que se hiciera un muchacho de bien. Cuando ya se iba para Valencia, de donde era, vino y me dijo que me entregaba el arma porque él no quería hacer más lo que estaba haciendo”.

Belisario Cárdenas, no le recibió el arma, comenta que le preguntó de quién era la pistola, “no se la recibí, pero le dije que se la diera a quien se la dio. Y me dijo que si tenía alguna franelita que le regalara porque no tenía para llevar de recuerdos. Le dije que pasara como a las 7, y yo se la di. Y se fue contento el niño”.

 

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