MANIQUEÍSMO, FANATISMO Y PERSONALIDAD AUTORITARIA | Por: Ernesto Rodríguez

 

Las personas fanáticas y las personas autoritarias tienden a ser maniqueístas. El maniqueísmo fue fundado por Manes, también llamado Maniqueo, que nació en Babilonia y vivió aproximadamente entre los años 216 y 277. La principal característica del maniqueísmo es un rígido dualismo: El ‘mal’ es un principio que actúa contra el ‘bien’. En la vida esa oposición se manifiesta como el conflicto entre la ‘luz’ y la ‘oscuridad’, y entre la ‘verdad’ y el ‘error’. Las personas fanáticas y las personas autoritarias tienen una mentalidad que es absolutamente inconmovible ante los argumentos racionales y las evidencias que puedan contradecir sus creencias. Por eso es imposible cualquier diálogo racional y fructífero.

Vamos a ver las características de la mentalidad autoritaria. En los años 1940 un grupo de 7 científicos sociales encabezados por el autor alemán Theodor W. Adorno (1903-1969) realizaron un estudio muy extenso sobre la psicología del ‘autoritarismo’ y en 1950 publicaron: ‘La Personalidad Autoritaria’.

Theodor Adorno nació en Frankfurt (Alemania), estudió filosofía, sociología, psicología y música en la Universidad de Frankfurt. Ha sido una de las figuras clave de la llamada ‘Escuela de Frankfurt’ y debido al acceso al poder de los nazis en Alemania, emigró a Inglaterra y luego a Estados Unidos donde prosiguió sus investigaciones. Otra de las figuras clave de la mencionada escuela fue Max Horkheimer (1895-1973), que nació en Stuttgart (Alemania) y estudió psicología y filosofía, y también debido a la persecución nazi emigró a los Estados Unidos donde prosiguió sus investigaciones.

El objetivo del estudio sobre la personalidad autoritaria era detectar las características psicológicas proclives a identificarse con las dictaduras fascistas. Vamos a resumir los principales resultados de esa investigación, según los describe Adorno y sus colaboradores en el mencionado trabajo, y según las describe Horkheimer en su publicación: ‘Las Lecciones del Fascismo’ (1950).

Las características son: 1) Adhesión rígida a los valores convencionales 2) Sumisión ciega y acrítica  a la autoridad de su grupo que es idealizada en el aspecto moral 3) Odio ciego hacia todos los oponentes o disidentes y personas ajenas al grupo. Tendencia a condenar, rechazar y castigar a las personas que no comparten los valores o ideas del propio grupo 4) Actitud Anti-Introspectiva: Incapacidad de examinar el propio comportamiento 5) Pensamiento maniqueísta: Las cosas son buenas o son malas sin categorías intermedias  6) Superstición: Creer que el destino de cada persona está determinado por factores místicos, irracionales e incognoscibles 7) Identificarse con las figuras poderosas  8) Denigrar de la naturaleza humana que conciben como fundamentalmente vil 9) Proyección hacia el exterior de los impulsos emocionales inconscientes 10) Interés exagerado sobre lo sexual (1).

Por otra parte, el psicólogo norteamericano Wayne W. Dyer (1940-2015), en el capítulo 2 titulado: ‘Falsos Maestros’, de su obra: ‘El Cielo es el Límite’ (1980), describe algunas características aportando resultados suyos sobre la base de su experiencia profesional: 1) Intolerancia a la ambigüedad: No se aceptan posturas intermedias 2) Pensamiento dicotómico: Las cosas son blancas o negras sin matices intermedios 3) Rigidez del pensamiento 4) Anti-Intelectualismo: Una de las características más típicas de las personas autoritarias es el odio visceral a toda persona que sea culta y pueda pensar de manera autónoma, rebelde y crítica 5) Actitud Anti-Introspectiva 6) Conformidad con los valores sociales tradicionales 7) Represión sexual 8) Etnocentrismo: Ensalzar a la propia raza y rechazar a las demás razas o grupos 9) Paranoia: Magnificar los posibles peligros hacia la propia persona 10) Un implacable rechazo a la debilidad 11) Adoración del poder y la fuerza 12) Actitudes muy patrióticas (2).

Advierto al lector que las características referidas son bien citadas, pero en algunas características añadí algunos comentarios míos con el fin de lograr un mejor efecto didáctico y explicativo para el lector sin distorsionar el planteamiento de la característica.

Las personas fanáticas y las personas autoritarias son peligrosísimas cuando detentan cargos de poder, porque se consideran dueños absolutos de la verdad y que están en el campo del ‘bien’, la ‘luz’. En consecuencia se consideran con el derecho de condenar, execrar y aniquilar a toda persona disidente porque está en el campo del ‘mal’, la ‘oscuridad’.

En realidad la cuestión es mucho más compleja. Las personas no se dividen de manera maniqueísta en ‘buenas’ y ‘malas’. Por supuesto, todos sabemos que hay personas fundamentalmente bondadosas y hay personas fundamentalmente malvadas, pero entre tales extremos hay toda una gama de matices intermedios sumamente complejos. En efecto, el humano es contradictorio por excelencia. Muchos autores lo han planteado y vale la pena recordar algunas citas escogidas. El escritor ruso A. Solzhenitsyn (1918-2008), Premio Nóbel de Literatura en 1970,  ha enfatizado esta concepción del humano como una complejidad de cualidades. Así, en su obra ‘Archipiélago Gulag’ (1973) dice: “¡Si todo fuera tan sencillo!. Si solamente hubiera personas malvadas que en algún lugar perpetran con perfidia acciones malignas, y solamente fuera necesario separar a esas personas y aniquilarlas. Pero la línea que divide el bien y el mal atraviesa el corazón de cada humano. ¿Y quién está dispuesto a destruir una parte de su propio corazón?” (Primera Parte, Cap. 4).

El novelista francés André Malraux (1901-1976) en una ocasión conoció a un anciano sacerdote católico, que tenía una gran experiencia como confesor. Entonces Malraux le preguntó: “Padre, dígame qué ha descubierto en toda esta vida de confesor, qué le ha enseñado esta larga intimidad con el secreto de las almas…”. El anciano sacerdote reflexionó unos instantes y le respondió: “Le diré dos cosas. La primera, que la gente es mucho más desdichada de lo que creemos. La segunda, que no hay grandes personas” (3).

El escritor portugués José Saramago (1922-2010), Premio Nobel de Literatura en 1998, en su extraordinaria novela: ‘Todos los Nombres’ (1997) dice: “El espíritu humano, sin embargo, cuántas veces será necesario decirlo, es el lugar predilecto de las contradicciones” (4).  En efecto, muchos autores han insistido en lo contradictoria que es la mente del humano. De hecho, el médico austríaco Sigmund Freud (1856-1939), fundó la disciplina conocida como ‘psicoanálisis’ y según el médico Joseph Wortis que fue su discípulo, “Sigmund Freud presentaba un tipo de imagen dialéctica de la personalidad, compuesta por muchas tendencias conflictivas, unas buenas y otras malas” (5). Entonces puede suceder que esas contradicciones internas sean tan fuertes que alguien se convierta en el peor enemigo de sí mismo. Diversos autores han planteado que el humano es el peor enemigo de sí mismo. Por ejemplo el filósofo escita Anacarsis (siglo VI A.de C.) dijo: “¿Quién es el más grande enemigo del hombre? Cada quien es el peor enemigo de sí mismo” (6). De manera similar el escritor español Miguel de Cervantes (1547-1616), en su novela ‘Don Quijote’ (1605, 1615), en algunas de las versiones traducidas al inglés de la Segunda Parte (1615), presenta a Don Quijote diciéndole a Sancho Panza: “Nuestros mayores enemigos, y a los cuales debemos combatir sobre todo, son enemigos que tenemos dentro de nosotros” (Cap 8). En las ediciones originales en castellano no aparece este fragmento, es decir, es un fragmento añadido en esas traducciones al inglés, pero la cita es valiosa.

Después de ver todas estas apreciaciones, podemos concluir que cada persona debe reflexionar y examinar continuamente sus propias creencias y acciones, porque quizás tiene enemigos en su propia mente que le ocasionan sus peores desdichas.

El filósofo inglés Bertrand Russell (1872-1970) en su obra titulada: ‘La Conquista de la Felicidad’ (1930) plantea que todos esperamos que los demás piensen sobre nosotros mejor de lo que nosotros pensamos sobre ellos y dice: “Si todos tuviéramos el poder mágico de leer las mentes unos a los otros, yo creo que el primer efecto sería que casi todas las amistades se romperían. El segundo efecto, sin embargo, podría ser excelente, porque un mundo sin amigos sería intolerable, y todos aprenderíamos a agradarnos con los amigos sin olvidarnos de que no somos perfectos. Sabemos que nuestros amigos tienen sus defectos, y no obstante, son personas que nos agradan a pesar de sus defectos” (Cap. 8). El filósofo neerlandés Baruch Spinoza (1632-1677) en su obra póstuma: ‘Tratado Político’ dice: “Yo me he esforzado mucho para no ridiculizar, no lamentar ni execrar las acciones humanas, sino comprenderlas” (Cap. I, Introducción, Sección 4). Podemos concluir que mientras los defectos no sean graves debemos ser como Spinoza y comprender y tolerar a los amigos. Pero cuando sean defectos intolerables debemos alejarnos

NOTAS: (1) Pags. 142-143 en David Held (1980) ‘Critical Theory’. Univ. of California Press. y Pag. 264 en David McLellan (1980) ‘Marxism After Marx’. Houghton Mifflin Co. (2) Pags. 38-77 en Wayne Dyer (1980) ‘The Sky´s the Limit’. Simon & Schuster.  (3) Pag. 22 en André Comte-Sponville (2001) ‘La Felicidad. Desesperadamente’. Edit. Paidós (4) Pag. 305 en José Saramago ‘Todos los nombres’ Punto de Lectura (2004) (5) Pag. 41 en Michael Allen Fox (2005) ‘The Accesible Hegel’. Prometheus Books (6) Citado por J. Stobeo (siglo V), en  ‘Florilegio’, II, 43)

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