Así se titula mi nuevo libro, editado por San Pablo, que dedico a todos los educadores y educadoras que se entregan con entusiasmo a construir un mundo justo y fraternal.
El libro es una invitación a tener como modelo a Jesús, ese poeta de la misericordia, ese peregrino incansable en busca de los últimos y despreciados, para decirles que Dios los ama sin límites ni condiciones. Según este Maestro de Maestros lo que da valor a la vida no son los títulos, el dinero, el poder, el prestigio. Lo importante es el amor práctico y solidario a los necesitados de ayuda.
Jesús no aceptó el título de rey, ni el de Mesías Glorioso, pero sí aceptó el título de Maestro, aunque era “el hijo del carpintero”. La gente lo llamaba Maestro porque veían en Él un maestro de vida, que colmaba sus esperanzas y anhelos más profundos. La gente se colgaba de sus labios porque sus palabras eran como una fuente de agua fresca y clara donde podían saciar su sed más profunda y lavar sus cansancios y suciedades.
Ser Maestros al estilo de Jesús supone entregarse por completo al servicio de los alumnos, en especial de los más necesitados y problemáticos. Un Maestro al estilo de Jesús se esfuerza por pensar la educación, las normas, los reglamentos, los programas, la pedagogía, la evaluación… como lo haría Jesús y ver si en verdad están al servicio de los alumnos, o al servicio de la institución, la burocracia o una determinada ideología. Por ello, ante cada situación problemática se pregunta ¿Cómo actuaría Jesús en esta situación?
Los maestros al estilo de Jesús son antorchas que se van gastando para iluminar y dar calor. No se trata de ser meros profesores, que enseñan conocimientos y programas. Se trata de hacerse maestros de vida, que invitan con la palabra y el ejemplo a actuar de un modo radicalmente distinto al que nos propone la actual sociedad.
Para el crecimiento humano, los maestros de vida, no los meros profesores, son más importantes y decisivos que los políticos, los técnicos, los militares o los economistas. Educar no es instruir, adoctrinar o manipular. Educar es el arte de acercarse al alumno, con respeto y con amor, para que se despliegue en él una vida verdaderamente humana.
La genuina educación está siempre al servicio de la vida y combate todo lo que la impide o asfixia. Maestro a lo Jesús, es el que sabe despertar todas las posibilidades que hay en cada estudiante. El que sabe desarrollar no sólo sus aptitudes físicas y mentales, sino también lo mejor de su mundo interior y el sentido gozoso y responsable de la vida.
Sin maestros al estilo de Jesús, con esperanza en el ser humano, actitud solidaria, sentido crítico frente a lo dado y búsqueda de un ejercicio de la libertad responsable, no habrá verdadera educación por mucho que se cambien los currículos o se dote a las escuelas de los últimos aparatos tecnológicos.
@pesclarin