Hagamos un ejercicio solo para visualizar cómo se desarrollaría una campaña electoral en Venezuela, luego de arduas negociaciones en Oslo, Chejendé, San Francisco o Cabruta; con Nicolás Maduro como candidato también eterno y supremo del chavismo, este mismo año. Y, como se ha dicho, debe ser Maduro el abanderado por varias razones: el oficialismo no tiene otro candidato. Maduro acumula alrededor de 12% de rechazo, pero es la mejor opción del chavismo. Los otros están peor. El régimen ha mantenido la tesis de que en efecto ganó cómoda y legalmente la auto elección del 20 de mayo del año 2018. No aceptarán, por tanto, una elección sin Maduro candidato, pues sería admitir la usurpación. Acostumbrados a ganar como sea y de la manera que se les ocurra, creen que en este nuevo proceso harán las mismas trampas y se repetirá el conteo de votos a solas, la caminadera en el balcón del CNE y la movilización de votos denunciada con nombre y apellido por su antes fiel y mejor amigo, Hugo Carvajal.
Bajo estas premisas aceptar medirse, contra una oposición que tendrá para ese momento a más de 6 millones de refugiados por ahí, sin chance de votar, pero, no obstante, con una ventaja de al menos 80% sobre 12% parece ganada la partida. Eso no es para nada complicado de imaginar. Lo bien difícil es recrear cómo sería una campaña electoral de Maduro. Qué diría, qué ofrecería, cómo bailaría salsa, cómo tocaría bongó, cómo serían sus giras nacionales, como caminaría por las calles de ciudades y pueblos, cómo se montaría en una tarima en Maracaibo o Mérida. No es fácil. Ni le será fácil. Pero, más duro todavía es tratar de armar un discurso típico de campaña del candidato Maduro en medio de este zaperoco empobrecedor llamado revolución bolivariana a la cubana. Veamos.
“Otra vez ante ustedes mi querido pueblo, les ofrezco mi vida, mi tranquilidad y todo mi esfuerzo para continuar, como lo hemos venido haciendo, con la construcción de la patria grande, la patria que diseñó nuestro padre eterno y supremo, el comandante Hugo Chávez, nuestro guía, líder y pastor. Estamos edificando paso a paso, contra todos los enemigos que militan en el capitalismo salvaje, una mejor Venezuela, una Venezuela potencia, llena de recursos, con pleno empleo, empresas por todas partes, vuelos internacionales y nacionales como arroz. Estamos montando la Venezuela del 2030 con casas para todos, estable económicamente y de sostenido crecimiento, sin delincuencia, sin corrupción, con excelente capacidad adquisitiva para todos. Estamos levantando la red hospitalaria más poderosa del mundo, envidia de Estados Unidos y de la Unión Europea. Estamos moviendo hasta la última piedra para terminar el sistema ferroviario más impresionante de toda la región. Las bases las pueden ver por todas partes. Ni un niño más abandonado en las calles. Ni una persona más comiendo basura por ahí.
Solo basta votar por mí y seguiremos en el camino correcto. El camino que nos dibujó el comandante Chávez, y el comandante Fidel Castro, los padres de la justicia mundial y la equidad social. Seguimos aferrados a sus principios y por eso tenemos la Venezuela que tenemos. Y será mejor. Cada vez mejor. Agua para todos, playas limpias, gasolina barata y sin escasez. Seguiremos haciendo verdad el principio de que Pdvsa ahora es de todos. A partir de su crecimiento y prosperidad mantendremos la brújula hacia el desarrollo sostenido y socialista.