Madres a distancia | «Mi madre se quedó en Venezuela» 

Su sufren las madres, también es desgarrador el otro lado de la historia, la de los hijos que se van. 

Mariu con sus dos hijos.

 

POR EVER GARCÉS

Millones de hijos  partieron del país  con la mente en el futuro y con las ideas mas o menos claras de lo que buscaban cuando decidieron irse al exterior. Y después les  llegó el momento en que se enfrentan con lo que implica dejar a sus padres , especialmente a sus madres, tener que combatir esa sensación de abandono a un ser sumamente amado del que jamás quisieron separarse , pero motivado a las críticas circunstancias les tocó migrar y dejar a su madre en Venezuela.

A la lucha diaria de enfrentar su nueva realidad en el extranjero, deben sumar el esfuerzo que deben poner para seguir los vínculos con su madre a través de las fronteras.

Las formas más comunes para mantener la unión son las llamadas telefónicas, mensajes, o regalos. Y por supuesto, el envío de remesas monetarias, como una forma de atenuar los cambios que se producen con su ausencia.

 

EILYN Y SUS TRES MADRES 

La periodista trujillana Eiylin Barrios pertenece a la generación que fueron criados por sus abuelas, aunque tiene a su madre Gloria  y a su tía Beatriz que también es como su mamá, fue su abuelita Inés María Castellanos la que se encargó de su crianza «me amó desde el primer instante, me trató como si me hubiese parido,  fue mi madre en todo momento». 

Ya en Venezuela, Eilyn vivió separaciones con sus madres, primero cuando se fue a estudiar Comunicación Social en Maracaibo y luego al independizarse tras su matrimonio. Pero no era lo mismo, tanto su abuela como sus otras dos madres estaban a corto tiempo de distancia y compartían mucho, en especial con Inés María que alegraba demasiado sus días.

Pero llegó el momento, en 2018, en el  que a Eilyn le tocó hacer maletas para irse a Chile donde ya llevaba tiempo su esposo.

«Obviamente fue un golpe muy duro para mí, significaba dejar atrás parte de mi vida, a mis seres queridos y sobre todo a mi abuela, ella pese a su edad era  una mujer muy activa y me respaldó en todo, incluso en mi decisión de marcharme, pues estaba consciente de lo que pasaba el país y que era lo mejor para todos, mi intención era ayudar a mi familia,  poder tenerlos a salvo en medio de tantas cosas caóticas».

Como siempre, todos los principios son difíciles. Y el de Eilyn en Chile no fue la excepción, su primera etapa le resultó compleja, por los choques culturales, los modos de pensamientos, las costumbres. Sin embargo, paso a paso se fue adaptando.

A la par mantenía comunicación constante con sus madres, a excepción de aquellos feos días del apagón, «me enteraba de lo que ocurría por las noticias, pero de mi familia no sabia nada, me dio demasiada ansiedad y miedo de que pudiera ocurrirles algo, afortunadamente me pude comunicar después con ellas y estaban bien, pero esas son el tipo de cosas que a uno le da impotencia y mucho dolor porque estás viendo desde  lejos como tu familia  pasa por tantas cosas que no merecen».

Todos los momentos importantes están juntos gracias a la tecnología, aunque  en el caso de la Navidad, para Eilyn dejaron de ser felices, pero está acostumbrada a no quejarse, a no lamentarse, a seguir adelante con optimismo y perseverancia, tal como su abuela le enseñó.

En abril de 2020 le tocó enfrentar un golpe muy fuerte, su abuela Inés María murió aquí en Trujillo, ocurrió a comienzos de la pandemia y a Eilyn se le hizo imposible venir para su funeral. «Fue un impacto asumir la realidad de esa pérdida, ha sido lo más  duro que me ha pasado en mi vida, se me fue lo que más amaba y no estuve con ella, pero tuve que ser fuerte para dar el apoyo a mi madre y mi tía». 

Eilyn Barrios ha seguido su senda en Chile siguiendo el legado de vida que su abuela le dejó, el ser una  persona que deje huellas positivas en el mundo. «Es  lo que siempre me llevaré, mi abuela fue una mujer honrada y  me enseñó a que por donde uno pase sea siempre luz y nunca sombra», nos dice la entrevistada conmovida por sus recuerdos, a la vez que agradece a Dios porque en vez de una madre le dio tres. «Aún me quedan dos, las tengo vivas y desde la distancia  trato de ser su pilar apoyo, su consuelo, aportándole  buenas energías porque los  hijos debemos ser luz y no una carga más para sus padres, y mas en nuestros casos que sabemos que allá en Venezuela  todos los días es una realidad diferente».

 

«UNO JAMÁS SE ACOSTUMBRA A ESTAR LEJOS DE LA MADRE» 

Mariu Orellana es una valiente valerana, que en diciembre de 2018 se fue a Chile donde ya estaba Ismar su hija mayor, quien hizo el sacrificio enorme de «sacarla de aquí», Mariu dejó a Alejandro su hijo veinteañero (que luego se les uniría), y también a su madre Mirna. «Con mi mamá fue super difícil porque fui muy pegada a ella, siempre viví con ella, nunca salí de la casa y ella fue muy protectora, con todos. Además pasó por un ACV y padece hipertensión y diabetes, pero yo allá en Valera no la ayudaba en nada, en ese tiempo la única que nos ayudaba era mi hija, porque fue la primera que se fue, luego se fueron otros miembros de la familia», nos relata emotivamente Mariu.

La entrevistada recordó lo surrealista que le pareció el salir de Venezuela y comprobar el atraso y como estaba paralizado el país en aquel entonces. «Al llegar a Chile, el choque fue increíble, Santiago es una ciudad inmensa y cosmopolita. De Valera para Santiago el cambio es brutal».

Mariu se fue con la esperanza de trabajar y comenzar a mandarle dinero a su mamá. Llegó con depresión, dejar a su hijo y a su madre le afectaban enormemente. Pero con el apoyo de su hija y su voluntad de ayudar empezó a salir adelante, tardó un tiempo pero lo logró.

 

Mariu Orellana en plena video llamada con su mamá.

Se comunica permanentemente con Mirna por video llamadas, pero confiesa que eso la pone triste. «Sin embargo, nuestra relación es como siempre, mi mamá cada vez que la llamo, me dice ‘todos los días en la mañana digan amén, porque yo les mando la bendición al despertar’. Contar esto siempre me hace llorar. Mi hermana fue el año pasado a Venezuela, pero yo no sé cuando pueda ir, porque es demasiado caro para mi».

Como familia transnacional tienen sus estrategias para seguir unidos pese a la distancia. «Para nosotros desde siempre celebrar los cumpleaños es importante, como familia así fuera con un ponqué cantábamos el feliz cumpleaños. Seguimos haciéndolo. Los días de la madre y cumpleaños de mamá, mi hermana organiza alguna comida, los regalos y todo y entre todos cantamos o la llamamos. Mi mami, siempre humilde es feliz con esas cosas. Saber que nos extraña, pero sobre todo que es muy difícil traerla es duro, jamás se acostumbra uno», dice Mariu con profundo sentimiento, es que adora a su madre, la considera su mentora, la que le enseñó a leer, a amar la lectura. «Mi mamá me enseñó tanto y de tantas formas que a veces me pongo a pensar que me va a faltar vida para agradecerle. Mi fe es gracias a ella, su frase es Dios proveerá y dice, y provee siempre,le tengo tanta fe, que no falla. Mi mamá me enseñó lo más importante: Esto también pasará, para bien o para mal, así que cuando todo parece oscuro, ya sé gracias a ella que esto pasará». ¡Qué así sea!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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