Por: Edward Rodríguez.
Para hacer ilación con mi artículo anterior, en el cual planteaba que quienes fueron aliados de Maduro habían comenzado a darle la espalda, y en efecto cuando el río suena es porque piedras trae, Petro y Lula decidieron navegar por las aguas de la política de ganar o perder elecciones para llegar al poder, sin que eso signifique que se acabara el mundo.
Las declaraciones del presidente de Brasil, Lula da Silva, del pasado martes 23 de abril, fueron determinantes en la etapa de sustitución de candidatos para los comicios del 28 de julio en Venezuela, que por cierto cerraba ese día a las 12 de la media noche, pues se dieron en el marco de la especulación de que la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) daría a conocer una sentencia para inhabilitar la tarjeta de la Plataforma Unitaria y, por ende, al candidato Edmundo González Urrutia.
Lula dijo ese día en un rueda de prensa: “Está sucediendo algo extraordinario, la oposición se unió y lanza un candidato único“, seguidamente reforzó este mensaje señalando que “habrá un seguimiento internacional de las elecciones. Mucha gente está interesada en querer seguirlo. Y si se invita a Brasil, no hay dudas que participará en el seguimiento de estas elecciones con la expectativa de que cuando terminen, la gente volverá a la normalidad. O sea, quien ganó asume y gobierna y quien perdió se prepara para otras elecciones, como me preparé yo después de tres derrotas aquí en Brasil”.
Gustavo Petro, Presidente de Colombia, no se pronunció públicamente, pero sí dio a conocer su respuesta positiva en favor del candidato unitario Edmundo González Urrutia, la cual fue confirmada por el periodista Juan Diego Quesada del Diario el El País de España quien escribió en la red X: “Me cuentan que @petrogustavo también ha dado el ok a Edmundo, pero no sé si lo hará en público“. No lo hizo público, pero creemos que, sin duda alguna está alineado con las declaraciones de Lula da Silva.
Por supuesto, que para la oposición venezolana no hay confianza en Gustavo Petro, sobre todo luego del desplante que hizo en su última visita a Venezuela, donde sólo se reunió con Nicolás Maduro más no con la Plataforma Unitaria y, mucho menos, con María Corina Machado, la líder que resultó ganadora de las Primarias y a quien le impidieron participar en las elecciones presidenciales del próximo 28 de julio.
A este juego electoral entre el continuismo y el cambio le faltan 16 semanas intensas; Maduro buscará por todas las vías quedarse con el poder, mutilar cualquier aspiración que lo haga perder la elección, pues ya sabe que los votos no los tiene y que de cada diez venezolanos, ocho consideran que ha sido pésimo. Sabe que el tiempo se le acabó.
Por el otro lado, sus vecinos y pares ideológicos ya no le dan la espalda sino que fijan posición y ofrecen mecanismos que garanticen la vida personal y política de quien pierda la elección, y esto a todas luces refleja que el gran perdedor es Nicolás.
Maduro jugará con candela en todo momento, a la Sala Electoral del TSJ la tendrá en play para anular a Edmundo González si lo requiere, también posiblemente desarrolle una estrategia de presión personal para que el candidato presidencial unitario, Edmundo González, abandone la contienda.
La otra jugada sería la más osada, pero no hay que dejarla de tener en el escenario, y es aquella donde suspenda la elección del 28 de julio bajo el pretexto que mejor consiga de excusa, el costo político será muy alto, pero pueden estar pensando que después de esta elección no hay otra oportunidad. Para la oposición venezolana, sin atenuantes, hay mucho en juego y cartas a jugar que aún no han sido mostradas.
Petro y Lula son útiles en esta elección.