Un Dios te pague, por revalorizar la historia de hombres y mujeres que construyeron nuestra hermosa comarca… porque nos sensibilizaste y creaste perdurable conciencia para amar a nuestra Valera. Sentirnos regocijados por nuestro maravilloso pasado.
Algo tan sagrado como la identidad cultural de una población está en muchas oportunidades en manos del cronista, y usted con esa magia narrativa que le acompañaba, defendió, preservo y difundió lo rico de nuestra historia local.
Qué grandeza te acompañaba para escudriñar nuestro pasado de mil vivencias valeranas y traerlas frescas a nuestro eterno presente… Tu alma de cronista fue más allá de nuestras fronteras trujillanas, más allá de ideologías políticas, más allá de credos religiosos, de allí la bella siembra que dejaste para seguir edificando hermandad entre los pueblos…
Hay dos mundos asombrosos de la palabra; la escrita y la hablada, y la grandeza de don Luis; bailaba pegado en esos dos reinos de la cultura… El oficio de cronista se mide por la obra realizada, y nuestro amigo hoy ausente, sencillamente sobresalió como uno de los grandes historiadores venezolanos.
Que difícil, que difícil, es sustituir a un cronista, como lo fue Luis González, porque jamás habrá otro como él; estudioso, apasionado, voluntad de acero, excelente persona, generoso para compartir conocimientos, periodista de los mejores, extraordinario intelecto, memoria prodigiosa, y un fino humor que cultivó a lo largo de los años…
No es muy común que aquel que escriba, también hable, comparta su obra interactuando con el público, y don Luis tenía esa libertad, ese especial don.
Que Dios te tenga en su santa gloria, humilde contador de anécdotas, eterno caminante por esas calles de nuestra comarca, y espíritu que guardaba en su mundo interior, los más ricos tesoros históricos de nuestra hermosa Valera.
Valera y sus 202 Años…
Honor y reconocimiento a todos aquellos que han ayudado con amor y fervor a la cimentación de la gran Valera, en lo histórico, en lo cultural, en lo social… Hoy, quiero destacar “la otra Valera”, la que se ha fortalecido en lo emocional y mental para afrontar los avatares de la vida, quitarse el polvo de encima, y seguir adelante…
Hoy, en tiempos de pandemia, cuando la comarca vive entre el miedo a marcharse al más allá o seguir viviendo, es importante destacar que resiliente, es toda aquella persona o población que ha soportado las más grandes adversidades y ha salido airosa, triunfante de toda penosa situación, obteniendo grandes aprendizajes de vida por la experiencia adquirida…
En 1907, muchos valeranos pensaban que todo se había acabado, hasta aquí me trajo el río, decían algunos, para hacer referencia a las torrenciales lluvias que por poco arrastran al pequeño poblado…
La gente no se cansaba de quemar palmas benditas en sus casas para calmar la furia de la naturaleza, al fin, la lluvia fue bajando su fuerza arrasadora y todo volvió a la normalidad…
En 1918, un violento temblor de tierra hizo levantar de la cama a centenares de valeranos que dormían plácidamente para iniciar el día con nuevos bríos… Se dice, que jamás en toda su historia, la población había vivido una experiencia parecida, se pensó que era acabo de mundo, que nadie saldría vivo de aquel sacudón de tierra…
Fue tanto el “terror”, que hombres y mujeres permanecieron por más de dos días con la camándula en la mano, pidiendo misericordia a Dios Todopoderoso, en la noche, nadie se fue a la cama, la comarca permaneció en vela, despierta, porque se había anunciado un segundo temblor más fuerte que el primero…
Es así, como Valera ha sido una ciudad resiliente, pa´lante es pa´lla, no se le muere el muchacho en la barriga… De allí que ni los peores gobiernos han podido del todo acabar con esa noble y generosa alma valerana, la población ha aprendido y se ha fortalecido en grandes adversidades que ha compartido a lo largo de estos 202 años…
Gracias Valera, por todo lo que nos has dado…”Es que yo quiero tanto a mi Valera, diría un músico ya fallecido”…