Hace varios años la Alcaldía de Valera fue el centro neurálgico de un paro general de trabajadores, especialmente obreros, quienes tomaron las instalaciones del palacio local de gobierno, con la finalidad de exigir el pago atrasado de sus salarios y la dotación de equipos y enseres para desarrollar normalmente sus actividades.
El entonces corregidor José Karkom (+), esgrimió como causa de ello la negativa tanto de la gobernación del estado como del gobierno nacional en enviarle los recursos económicos para honrar compromisos laborales y responder al cumplimiento en cuanto a las obras bienes y servicios en el municipio más exigente del estado Trujillo, por lo que hubo de “abandonar el barco municipal”.
Basura y abandono trajo a los zamuros
A los pocos días de que los empleados y obreros le cerraran al paso al alcalde y su equipo de trabajo impidiéndoles el acceso, los obreros del Aseo Urbano y Domiciliario decidieron sumarse a la protesta y hacer “huelga de brazos caídos”, lo que trajo como consecuencia la acumulación exagerada de basura en todas las barriadas y urbanizaciones de Valera, sumando al dantesco espectáculo no solo los indeseados olores nauseabundos, la negativa de la municipalidad de Pampanito en aceptar más desechos de otras entidades en el Relleno de Jiménez por su colapso inminente, sino la aparición de decenas y decenas de zamuros, llegados de las serranías cercanas y del propio botadero de esa localidad vecina.
La ciudadanía hubo de soportar esta situación por un largo período de tiempo, sin embargo, al llegar a la alcaldía la nueva administración socialista con la corregidora Iroschima Vásquez, comenzó a salir “humo blanco”, los trabajadores retornaron a sus puestos bajo la promesa del pago de la deuda acumulada y un mejor trato laboral.
Valera volvió a respirar cuando sus habitantes observaron los camiones recolectores movilizar toneladas y toneladas de basura, desechos y escombros, comenzando la ciudad a retornar a su normalidad.
Actualmente Valera, ciudad que acaba de cumplir 200 años de su elevación parroquial, corre el riesgo de caer nuevamente en este desagradable y cuestionado abandono.
Comunidades como Morón, La Beatriz, San Luis, Santa Cruz, Eje Vial a la altura de Santa Inés, Platas 1,2 y 3, además de El Pensil, la Floresta y Lazo de la Vega, se han visto plagadas por zamuros que aprovechan los basureros para el festín diario de buscar carroña y los ahora reducidos y pocos restos de comida descompuesta.
Así mismo, cerca del Mercado Municipal de Valera y en las inmediaciones de “Ciudad Bendita”, los zamuros hacen de las suyas y hasta casi cohabitan con los verduleros y comerciantes que llegan de nuestros páramos y de la zona baja a vender sus productos.
Valera no se merece semejante trato y menos en tiempos de la letal pandemia del Coronavirus (Covid-19), donde al contrario deberían realizarse jornadas permanentes de limpieza, recolección de desechos sólidos y biodegradables y paralelamente aplicar desinfección en los lugares donde haya containers y casetas para el resguardo de la basura en barrios y zonas residenciales de todo tipo.
Vamos a apelar a la buena intención de la alcaldesa Iroschima Vásquez, recordándole que Valera fue considerada hace más de 50 años una de las ciudades más limpias de Venezuela y Latinoamérica; sin embargo, eso se fue al foso con el abandono evidente y el poco interés en cuidar la faz de esta tierra noble y generosa, como la mayoría de nuestros pueblos trujillanos.
Ojalá y antes de la celebración navideña, haya un poco de sindéresis y aparezcan los obreros del Aseo Urbano trabajando contentos, al sentirse bien remunerados y con equipos idóneos para ejecutar sus labores de limpieza con entrega y amor.
Es tiempo de trabajar verdaderamente por nuestra ciudad, y demostrar que lo que se dijo en los actos alusivos al Bicentenario de Valera (loas y promesas buenas), no fueron puros cuentos de camino, porque hasta la fecha, con todo y el confinamiento, solo observamos anarquía y abandono donde debería haber orden, pulcritud, limpieza y sanidad…¡Amanecerá y veremos!
Fotos Onésimo Caracas.