«Los Trovadorcitos», los niños cineastas que dan un mensaje social en Bolivia

El Alto (Bolivia), 26 jul (EFE).- La poesía y la reflexión sobre los problemas de la niñez en Bolivia motivó a un grupo de niños conocidos como «los trovadorcitos» a llevar a la gran pantalla un mensaje a la sociedad con su ópera prima «Otro día más», un filme cargado de mucha inocencia pero muy realista.

«Los trovadorcitos» se juntaron hace unos cuatro años cuando Jhosney Paca, ahora con 13 años, descubrió una inclinación personal hacia la poesía a la que se sumaron otros niños y así también se abrió un espacio de debate sobre las problemáticas que enfrentan los menores, sus miedos, sus angustias, pero también sus sueños como el teatro y el cine.

«Me di cuenta de que, tristemente, a la gente no le gusta la poesía» y «decidí hacer poesía fusionada con música, danza y teatralizada», aseguró Jhosney a Efe, algo que por sí mismo evolucionó hacia el audiovisual como los cortos hasta tomar la forma de una película.

«Los trovadorcitos», integrados por siete menores entre los 5 y 15 años que viven en la ciudad de El Alto, y harán su debut este martes en un teatro municipal en la ciudad de La Paz.

UN ENFOQUE SOCIAL

«Otro día más» cuenta la historia de dos hermanitos, David y Jorge, que viven en un entorno de violencia con una mamá que deja la casa y un padre que se dedica al alcohol.

Ambos deben encontrar la forma de apoyarse, trabajar vendiendo caramelos para salir adelante, «es algo real», comentó a Efe Franklin Casas de 15 años que interpreta al hermano mayor que en cierta medida «tiene que asumir el rol» que sus padres dejaron.

«Jorgito es el hermano menor, tímido, inocente, soñador, que siempre está preguntando por qué se ha ido su mamá», dijo a su turno Roberth Casas de 11 años quien interpreta ese papel de hermano menor.

Jhosney, que es uno de los directores y responsable del guion junto a Alexandra Calle, de 20 años, contó de que al principio «Otro día más» era parte de una serie de cortos sobre historias que atañen a los niños al estilo de la producción mexicana «La rosa de Guadalupe», pero que luego se extendió y terminó, sin querer, tener algo a parte.

 

CON RECURSOS PROPIOS

La película de unos 80 minutos fue grabada con recursos propios, con el celular de la mamá de Jhosney, Irene, que también tiene un rol en escena y Sergio, su padre, que además de actuar tuvo que aprender algunas técnicas de edición para lograr el resultado final.

Para gran parte de las escenas usaron una claqueta hecha de cartón y papel fotocopiado, uno de los objetos al que tienen un cariño especial.

También el trabajo de actuación no tiene más que la propia experiencia de estos niños en las prácticas de declamación poética y los ensayos privados que son una especie de materia prima para construir en algo más grande.

En la elaboración del filme se aprecia esa fusión con el teatro popular boliviano, de intensidad social, que muestra una influencia fuerte en su desarrollo y la armonía de naturalidad y sencillez de los medios utilizados en la parte técnica.

Para la interpretación de sus papeles, Franklin y Roberth contaron que tuvieron que basarse en lo que veían en las noticias para entender los casos de violencia hacia los niños y con eso y algo de imaginación, «plasmar en la actuación» todo aquello.

 

 

EL DIFÍCIL CAMINO RECORRIDO

«Cuando empezamos fue todo difícil», dijo Roberth.

Franklin afirmó con seguridad que «hay que darle con todo» y perseverar ya que se han encontrado «de todo», como gente que los apoya, los que quieren ser como ellos y hasta los que insisten en que la poesía o la literatura son cosas anticuadas.

A juicio de Jhosney, es necesario que la sociedad «dé más importancia a los niños» y que por lo pronto piensan seguir mandando los mensajes hasta ahora como el respeto a los niños, el amor a los animales y el cuidado del medioambiente.

Pero ante todo seguir soñando.

Jhosney quiere escribir guiones sobre otros géneros, Franklin considera de que hay que seguir por el mismo camino y Roberth, el más pequeño, tiene claro que como actor quiere llegar hasta Hollywood.
Gabriel Romano

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