Los totalitarismos pisotean la dignidad humana

Una de las cosas más importantes es el respeto de la dignidad del ser humano, y en tal sentido es pertinente recordar los planteamientos del filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804). En efecto, en su obra: ‘Fundamentación de la metafísica de las costumbres’ (1785) expresa: “Actúa de tal manera que trates a la humanidad, sea en tu propia persona o en la persona de otro, siempre como un fin y nunca simplemente como un medio”  (parágrafo429). Kant consideraba que toda persona tiene una dignidad inherente, una valía moral precisamente por ser un ser racional capaz de tener autonomía moral, y por eso rechazaba radicalmente que se utilice a una persona como un medio. Por eso insistía en que la dignidad no tiene precio y en la misma obra dice: “Pero eso que constituye la condición bajo la cual algo puede ser un fin en sí mismo no tiene meramente un valor relativo, es decir, no tiene un precio, sino un valor intrínseco, es decir, dignidad” (parágrafo 435).

Ese planteamiento de Kant podemos relacionarlo con la ‘Declaración Universal de los Derechos Humanos’ que promulgó las Naciones Unidas en 1948.No obstante, los regímenes totalitarios como el fascismo y los falsos socialismos de tipo estalinista, se han caracterizado por pisotear la dignidad de las personas hasta un grado en el cual los ciudadanos pierden su conciencia de que merecen un respeto. En tal sentido es muy importante recordar siempre que en el planeta nunca ha habido un verdadero socialismo humanista, democrático y libertario, sino falsos socialismos en los cuales una cúpula ha gozado de todos los privilegios mientras ha reprimido horriblemente a la población que ha vivido en la escasez y la manipulación más abyecta.

Una de las obras más importantes sobre los totalitarismos es la de la autora alemana Hannah Arendt (1906-1975) titulada: ‘Los orígenes del totalitarismo’ (1951). En ella argumenta con evidencias documentales que la esencia de un régimen totalitario es el ‘terror total’. El ideal de un totalitarismo es la: “dominación permanente de cada individuo particular en cada una y todas las esferas de la vida” (cap. 10). Por eso Arendt dice que: “para el totalitarismo es necesario destruir toda traza de lo que comúnmente llamamos dignidad humana” (cap. 12). Arendt insiste en que los totalitarismos se proponen convertir a los ciudadanos en ‘cadáveres vivientes’ y dice: “el paso decisivo en la preparación de cadáveres vivientes es el asesinato de la persona moral en el hombre” (cap. 12). Para ese ‘asesinato moral’ los totalitarismos recurren a una combinación de represión política directa y persuasión por medio de la propaganda. Así, los totalitarismos se caracterizan por la: “pérdida de los derechos humanos” (cap. 9) y también por un: “permanente estado de ilegalidad” (cap. 12). Respecto a la propaganda Arendt refiere: “la terrible fascinación desmoralizante sobre la posibilidad de que monstruosas falsedades puedan establecerse como hechos incuestionables” (cap. 10) y por eso: “la persona ideal para un gobierno totalitario no es el nazi convencido o el comunista convencido, sino una persona para la cual la distinción entre hecho y ficción, y la distinción entre verdadero y falso ya no existen” (cap. 13).

Adolf Hitler (1889-1945), desde que era joven se percató del enorme poder de la propaganda y dijo: “Propaganda, solamente es necesaria propaganda. El número de personas estúpidas es infinito” (1). Hitler en otra ocasión también dijo: “Por medio de una utilización adecuada y perseverante de la propaganda, uno puede lograr que un pueblo vea el cielo como si fuera el infierno, o vea una vida espantosamente abominable como si fuera el paraíso” (2).

Para finalizar, cualquier sociedad deseable debe respetar la dignidad humana como algo fundamental. NOTAS: (1) Cap. 2 en John Toland (1976) ‘Adolf Hitler’. Anchor Books. (2) Pag. 668 en ‘Random House Webster’s Quotationary’. Leonard Roy Frank (Editor) (1999). Random House.

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