Por: José Luis Colmenares Carías
El presente artículo centra la atención sobre las creencias, su importancia, significados y expresiones que ellas tienen para los individuos, en el fluir de la vida cotidiana.
¿Qué son?
Son el conjunto de conceptos, interpretaciones, convicciones, valores y actitudes sobre cómo interpretamos el mundo y explicamos nuestras experiencias, en forma consciente o no, en unas relaciones que articulan pensamientos, emociones, sensaciones, acciones, corporalidad y resultados, favorables o desfavorables, de los juicios emitidos.
¿Cómo se construyen?
Las creencias se forman a lo largo del tiempo y sus orígenes pueden estar en las familias, la educación, la cultura, las organizaciones y en nuestras experiencias personales, a partir de nuestras relaciones e interpretaciones en relación con los sistemas en los que habitamos.
Hay aspectos en la vida cotidiana que vivimos en forma permanente, asociados a patrones de creencias desarrollados. Algunos de ellos vinculados a nuestra naturaleza humana y otros no, sobre todo cuando los hemos aprendido como una obligación. Esos patrones de creencias pueden ser favorables o desfavorables, dependiendo de si lo hemos “digerido” e integrado ó nos los hemos “tragado entero”.
- Digerirlos implica haberlos incorporado conscientemente a nuestro procesos de aproximación e interpretación del mundo (interno o externo) y lo consideramos como una verdad, lo hacemos parte de nuestras pertenencias y funcionales para llevar la vida adelante.
- Por el contrario, cuando lo hemos “tragado entero”, como cualquier trozo de carne, sin masticar, es porque no lo hemos digerido, no lo hemos procesado, y, por el contrario, lo llevamos como una obligación. Así, vamos por la vida dejando de disfrutar lo que nos gusta por cosas que hemos aprendido como deberes y cumplimientos, mientras el malestar lo llevamos atragantado en la garganta.
Al “tragarse entera la creencia”, se incorporan actitudes, normas, modos de actuar y de pensar que no hemos integrado a lo que vamos siendo. De esta manera, asumimos muchas veces, de forma inconsciente, que nuestras necesidades son tan insignificantes que hay que darle siempre preferencia a las necesidades del grupo. Estas formas de asumir los sistemas de creencias nos puede llevar a trasladar nuestros límites tan adentro de nosotros que casi no nos va quedando algo que nos pertenezca.
¿Qué podemos concluir?
- Todos operamos a partir de un conjunto de creencias que dan forma a nuestra percepción y acciones, aunque a menudo no seamos conscientes de ellas.
- Es crucial examinar el origen y la naturaleza de nuestras creencias para evitar operar bajo suposiciones no cuestionadas y potencialmente limitantes.
- Las creencias «digeridas» son integradas conscientemente y nos sirven, mientras que las «tragadas enteras» pueden generar malestar y limitar nuestra autenticidad al imponer «deberes» externos sobre nuestros «quereres».
- Al tomar conciencia de nuestros sistemas de creencias, especialmente aquellos «tragados enteros», tenemos la oportunidad de desafiarlos y transformarlos, lo que puede conducir a una vida más auténtica, plena y con mayor bienestar.
Nuestros sistemas de creencias, fundamentales para nuestra comprensión del mundo, pueden operar de manera inconsciente y limitante, si no son reflexionadas y digeridas conscientemente. Es importante resaltar la autoconciencia y la apertura para darnos cuenta, reconocer y aceptar las creencias limitantes y abrirnos a las posibilidad de transformación.
Fuente: https://acortar.link/iRov4E