Roma, 9 ene (EFE).- La muestra de «una orientación a la vida célibe» será el principal argumento para la admisión de los futuros sacerdotes en los seminarios italianos, lo que deja la puerta abierta a los homosexuales, que no serán excluidos como tales, sino solo a los que no se comprometan a practicar el celibato.
«En el proceso de formación, cuando se haga referencia a tendencias homosexuales» es «conveniente no reducir el discernimiento sólo a este aspecto”, se indica en las nuevas directrices de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) para la admisión en los seminarios publicadas en su sitio web.
Así, «el objetivo de la formación del candidato al sacerdocio en el ámbito afectivo-sexual es la capacidad de acoger como un don, elegir libremente y vivir responsablemente la castidad en el celibato», mientras se reitera que «la Iglesia, aun respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir en el Seminario y en las Sagradas Órdenes a quienes practican la homosexualidad».
Entre las nuevas directrices figuran también que los admitidos nunca se hayan visto implicados en casos de abusos, que se pueda recurrir a la psicología y, en ciertos casos, a la psicoterapia, además de permitir que sí como las mujeres intervengan también en la formación de los futuros sacerdotes, «integrando la “mirada” y el juicio femeninos en la evaluación»
Las normas, aprobadas por la Congregación vaticana para el Clero y promulgadas por el responsable de la CEI, el cardenal Matteo Zuppi, el 1 de enero, fueron objeto de un debate interno a puerta cerrada en mayo pasado, que saltó a los medios después de que se filtrase una controvertida frase del papa sobre que «ya había mucha mariconería» en los seminarios.
Unos días después, la Santa Sede tuvo que excusarse: el pontífice «nunca tuvo la intención de ofender o expresarse en términos homofóbos, y pide disculpas a quienes se sintieron ofendidos», publicó la oficina de prensa del Vaticano tras la enorme polémica creada por esa frase.
El papa quiso así reiterar la posición de la Iglesia con una instrucción del dicasterio del Clero que en 2005, con Benedicto XVI, y confirmada en 2016 con Francisco establecía que «la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir en el seminario y en las Sagradas Órdenes a quienes practican la homosexualidad, tienen tendencias homosexuales profundamente arraigadas o apoyan la llamada cultura gay».