Moscú, 19 ene (EFE).- Los rusos han mostrado su apego a las tradiciones y han desafiado al coronavirus, al acudir hoy masivamente a la celebración de la Epifanía ortodoxa rusa, famosa por sus baños en el agua gélida de estanques o pilas bautismales en todo el país.
«El virus no se transmite bajo el agua, lo principal es mantener las distancias», afirmó a Efe la empresaria Svetlana Verbítskaya, tras darse su baño de agua helada, al igual que cientos de miles de compatriotas.
BAÑOS PESE A LA PANDEMIA
Y ello, pese a los llamamientos de autoridades civiles y religiosas de extremar los cuidados debido a la situación epidémica y las restricciones impuestas en varias regiones, que prohibieron las abluciones debido al riesgo de contagio y las consecuencias para la salud del estrés causado por un baño a temperaturas muy bajas.
Solo en Moscú durante el lunes y la madrugada del martes más de 100.000 personas participaron en esta ceremonia, lo cual, si bien significa una reducción de un 20 % respecto al año pasado, no deja de ser una cifra considerable en tiempos del coronavirus.
El origen del ritual, que se celebró en más de 500 templos este año y recrea todos los 18 y 19 de enero el bautismo de Jesús de Nazaret, se pierde en los siglos y hay quienes se lo adjudican a los escitas, mucho antes del nacimiento de Cristo.
El número de lugares acondicionados para esta ceremonia se redujo este año en un tercio con respecto al año anterior debido a la pandemia, según el Ministerio de Emergencias de Rusia.
El jefe de inspección fluvial del departamento, Andréi Pechenin, señaló que había 2.630 espacios autorizados para bañarse, cuando el año pasado fueron 3.836.
ADVERTENCIAS Y PROHIBICIONES
Para el arzobispo Ilarión, jefe de las relaciones externas de la Iglesia Ortodoxa Rusa, estos baños no son una buena idea en estos momentos.
«En la situación actual en la que el virus hace de las suyas y muchas personas están débiles tras la enfermedad, no recomiendo a ningún creyente ortodoxo sumergirse en un río helado», dijo en el canal de televisión Rossiya 24.
Mientras en muchas regiones rusas las cosas no han ido más allá de las advertencias, en otras, con un gran numero de contagios como Tomsk, Yakutia, Omsk, Magadán, Kamchatka y la región de Jabárovsk, esta práctica ha sido restringida por las administraciones regionales o las autoridades eclesiásticas.
Según comentó a Efe un portavoz de la diócesis de Tomsk, se prohibió la celebración en dos lagos de gran afluencia de público, aunque dejó abierta la posibilidad de utilizar otros espacios.
En las restantes localidades y aldeas la decisión quedó a cargo de la administración y la población, afirmó, al señalar que es la primera vez que se toma esta medida.
La Diócesis de Yakutia también canceló los baños, pero propuso en cambio repartir agua bendita a los feligreses, afirmó a Efe la monja Elizaveta Senchukova.
UNA «BUENA TRADICIÓN»
En tanto, el padre Alexandr de la Iglesia de San Nicolás, en las afueras de Moscú, defendió los baños en agua helada, aunque admitió que «no son canónicos» y «nadie exige que la gente se bañe».
«Mientras la jerarquía eclesiástica no lo prohíba, y vea estos rituales con amor y paciencia, pienso que para muchos se trata de una buena tradición, de un acercamiento a Dios», dijo a Efe.
Para el clérigo, esta fiesta debe ser de fe y no «un baile de máscaras» de gente que no cree y jamás visita la Iglesia.
Es por ello que junto a su parroquia edificó una pila bautismal especialmente acondicionada para garantizar la seguridad.
Y es que no todos se sumergen en ríos o lagunas, también se acondicionan tanques de agua o piscinas inflables o estructurales, siempre con la presencia de sacerdotes.
LAS ARISTAS DE LA EPIFANÍA
Aunque tiene un trasfondo religioso, esta celebración va más allá, es también la posibilidad para muchos de acceder a experiencias extremas o demostrarse a sí mismos de lo que son capaces.
«A la Epifanía viene gente muy diversa: algunos creyentes, otros vienen a hacerse más resistentes, algunos piensan que así mejorarán su salud», comentó a Efe Dmitri Titov, un ingeniero químico para quien es igual de peligroso «besar íconos en la Iglesia que hacer colas para sumergirse» en el agua helada.
Titov, quien habitualmente acude a estos festejos, es de aquellos que no fue este año a una poza pública, sino que optó por echarse un cubo de agua recién sacada del pozo de su dacha (casa de campo): «no le temo al agua helada, sino al coronavirus».
Fernando Salcines