De todos era conocido el resultado electoral del domingo 21/11, aun la posibilidad de éxito que tendría Manuel Rosales en el Zulia, con su partido UNT y las fuerzas que lo acompañaron.
Creemos —y así lo esperamos— que dicha gobernación no sólo se ocupará del golpeado estado que ha sido baluarte de lucha por rescatar la democracia venezolana, sino que su otra vez gobernador representa una esperanza para unificar la indisciplinada oposición partidista que ha dado tanto que lamentar con su comportamiento absolutamente ajeno y súper perjudicial a la prioridad nacional, que es la unidad.
No se puede aceptar la ‘excusa’ de que culpa a la abstención promovida —considerando que no habían condiciones, y que por ende solo se haría el juego al oficialismo— no se ganaron más cargos y curules, porque quienes decidieron sacrificar el voto del electorado que creyó en ‘soluciones’, ‘en mejorar un poco’, tampoco fueron unidos.
No olvidemos que, aun teniendo un cúmulo de gobernaciones y alcaldías y cargos deliberantes opositores, no se debe contar con verdaderas soluciones frente a la crisis. Recordemos: AN 2015, alcaldías y gobernaciones, no pudieron mantener sus mentados ‘espacios’, ni ser realmente útiles para organizarse mejor, y mucho menos para solucionar el problema que afrontan los venezolanos, porque en todos los sentidos la crisis continúa afectándonos la vida sistemática y atrozmente.
De la derrota anunciada hay diversas interpretaciones, y la más importante es que se requiere de la Unidad. Empero, otros argumentan que los resultados del 21N «demostraron» que se puede ya ir a elecciones sin la necesidad de quienes se abstuvieron. Estos necios pensamientos siguen jugando a favor del régimen.
Otros, aprovechan la oportunidad para seguir promoviendo un revocatorio, sin pasarles por la cabeza que de ipso facto estarían reconociendo la presidencia cuestionada, y dejando colgado de la brocha al gobierno interino. Sin suponer, tal vez, que es una crucial batalla en la que el oficialismo tratará de salvarse, con todos sus recursos que son el CNE, TSJ, la FAN, el Ministerio Público, y toda la gama de dependencias del Estado, sin desechar las quintas columnas de los partidos intervenidos y representados por los arácnidos.
¿Y qué se puede hacer, si no es posible el revocatorio? —porque el diálogo en México es incertidumbre—. Ir a la elección presidencial, por cuanto en pos de ella sí podría configurarse la Unidad necesaria. Pero, ¿cómo? preguntan otros ávidamente. ¿Será que están hablando del 2024? ¡No puede ser!
¿O piensan que van a convocar a elecciones así nomás? Sin haber realizado una elección para legitimar la oposición —que ya anda cuestionada nacional e internacionalmente—, y se pueda saber a quién se podría confiar la candidatura presidencial opositora porque tenga con qué; es decir, porque cuente con el evidente apoyo popular.
Manuel Rosales, en su justo y merecido derecho, expresó: «La oposición está en crisis por los resultados… No se puede esconder con discursos complacientes o habrá régimen para rato. […] Venimos de errores y equivocaciones que favorecen al régimen. En la oposición muchos interponen su individualismo por encima de la reconstrucción de Venezuela».
El excandidato a la alcaldía de Caracas, Antonio Ecarri, dijo que se impuso la desesperanza, producto de la incoherencia, la corrupción, imposiciones y chantajes de factores de la oposición. «Hay que construir una sólida mayoría con los independientes» ¿?
María Corina Machado propuso una “gran elección popular” en la que los venezolanos puedan elegir el liderazgo opositor que conduzca a un cambio político en el país. “Hagamos una gesta épica, sin CNE tramposo, sin militares que han convertido a los centros de votación en cuarteles. Ya tenemos experiencia y lo hemos hecho antes, recordemos febrero de 2003 con el firmazo o la épica movilización del 16 de julio del 2017 con el Referendo Popular”, dijo en un video divulgado en las redes.
Eso lo debió decir sin titubeos hace tiempo —a propósito de su deseo presidencialista—, con invitación a los demás partidos pequeños, emplazando a los más grandes con sus nombres y apellidos; incluso a las demás fuerzas e instituciones no partidistas como a la iglesia católica que no ha vuelto a insistir con el vigor y constancia que se requiere, a los gremios laborales y empresariales, que padecen la mengua económica; a las universidades que son nuestra Alma Mater resquebrajada.
Henrique Capriles descartó la convocatoria a un referendo revocatorio sin unificación de todos los factores adversos al chavismo, aclarando que «es una discusión que debe darse, así como [sobre] la continuidad del gobierno interino».
Se comienza a ver el acostumbrado resabio de los egocéntricos e interesados ‘dirigentes opositores’
Un ejemplo de esta interpretación podrían ser las declaraciones de Capriles Radonski, quien de venir dando tumbos para no dejar de figurar como presidenciable, en recientes palabras y develada advertencia, disparó : «Nadie es dueño de la oposición, nadie tiene el monopolio…».
Freddy Guevara ripostó tajante a Capriles Radonski sobre la idea de éste de crear “un gran consejo federal” para unificar a la oposición:
“Lo digo muy claro: no cuenten conmigo y estoy seguro que tampoco con Voluntad Popular para plantear una unidad con los financiados por Saab y secuestradores de partidos”, colocó en su Twitter.
La coalición unitaria debe darle la batuta organizativa a quien pueda habilitarla para reemplazar al gobierno interino por un órgano de transición —aunque emigrados desde otros países le exijan a Guaidó reorganizar ‘su gobierno’—, como la Junta de Reconstrucción Nacional que pareciera tener más opción ¿?, y a través de ella luchar por elecciones libres; por supuesto, cuanto antes, no para el 2024.
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