Muchos se afligen de sus penas, que pueden no ser pequeñas, pero la historia de Joiner Ruiz, realmente conmueve.
A los 13 años de edad su mamá va a prisión y queda sólo con dos hermanitas de 9 y 5 años de edad. Su abuela era el apoyo con las niñas, mientras él siendo también niño, salía a trabajar.
Pero su abuela muere, y Joiner sólo debe enfrentar una realidad de adulto, visitando a su mamá en la cárcel mientras era menor de edad, “desde hace dos años no la veo, porque cumplí 18 y ya es más difícil”.
Trabaja en un taller de refrigeración cerca de su casa, en las afueras de San Cristóbal, mientras sus hermanas ya con 11 y 16 años estudian.
Me toca a mi solo dar cara
“Cuando ella cayó presa nos dejó solos, a mi y a mis hermanas. El papá de mis hermanas está fuera del país y no está pendiente de ellas… me toca a mí solo dar cara por mis hermanas para poder salir adelante, y sinceramente la situación económica del país ha estado muy ruda”.
Joiner Ruiz, con valentía, pero algo azaroso por las cámaras, dice que lo que a la justicia venezolana es la libertad para su mamá, quien ha ganado el beneficio por redención, porque desde que entró al penal trabaja y estudia para reducir su pena, comenta.
Desde que Ruiz se hizo mayor de edad comenzó a gestionar en tribunales del Táchira atención al caso de su madre, pero las repuestas son casi nulas, “me dicen que no han autorizado procesar causas de ningún tipo, que lo de la pandemia, que lo del virus no los deja trabajar cómo se debe en tribunales”.
Este martes pidió permiso en su trabajo y dejó a sus hermanas solas, fue a pedir justicia una vez más, para que se cumpla lo establecido en Código Orgánico Procesal Penal, en el caso de su madre.
Así como su caso, son decenas de miles los que se acumulan en los despachos de justicia de Venezuela, incluso, personas con boletas de excarcelación siguen tras barrotes. Joimer Ruiz, cree que Dios lo ayudará y su mamá podrá volver a casa a asumir la responsabilidad que desde niño se vio obligado a asumir.
.
.
.
.
.