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Los Orígenes de La Puerta / Por Oswaldo Manrique 

Sentido de Historia

por Oswaldo Manrique
10/08/2025
Reading Time: 11 mins read
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Desde 1970, cada 9 de agosto, se viene festejando una incierta, inverosímil y contradictoria historia de una supuesta “fundación” de La Puerta, ocurrida en 1620,  cuyo autor sería un “fundador anónimo”, basándose en un documento inencontrable de la muy antigua “Encomienda San Pablo de Bomboy”.  El interés que pongo en estas notas, es para que se reflexione, investigue y se discuta con criterio decisorio y responsable esta tergiversada y precaria historia de la “Fundación” de La Puerta, impuesta por la pequeña oligarquía municipal de aquel tiempo, y en todo caso, se obtenga la certeza del comienzo o de los orígenes de la Comunidad Indígena Bomboy, sus primeros pobladores, y la de su forzosa conversión  a pueblo colonial esclavista,  así como, su sucesiva o posterior evolución como pueblo.  Por lo pronto, tocaré algunos puntos que considero se deben evaluar y analizar para abordar la veracidad histórica de este hecho principalísimo e histórico.

 

 

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Bajo la Sombra de la Historia Oficial: Los Orígenes de La Puerta

 

 

Se nos ha inculcado a casi dos generaciones de puertenses, el infeliz argumento que La Puerta, habría sido “fundada” por un “fundador anónimo” el 9 de agosto de 1620, según un documento de la mencionada encomienda  (Abreu, 30), que habría ocurrido ese hecho, pero que no se ha podido demostrar en forma alguna. En primer término, no existe ningún documento que avale tal invención, ni en los Archivos Históricos de Venezuela, ni en el Archivo General de Indias en España, ni de Santo Domingo. Segundo,  sí existe, efectivamente, el expediente de la “Encomienda San Pablo de Bomboy”,  que corresponde geográficamente a la Comunidad de San Pablo (existente) y la gran Posesión San Pablo de Bomboy (también existente), de la Parroquia Mendoza, es decir, localizada en el lado Norte del Valle de Bomboy, otorgada al capitán Francisco Botello en 1595 (Zambrano, 11); según Mario Briceño Iragorry, habría sido otorgada en 1571 (MBI. Tapices), y al fallecimiento de dicho Capitán en 1629, la heredó su viuda Catalina Fajardo, la gran terrateniente de este Valle, nieta del inmolado Alonso Andrea de Ledesma, y posteriormente, se casó con el cura Cristóbal Hurtado de Mendoza, ancestro del primer Presidente de Venezuela. La profesora Gloria Reinoso, nativa de este sitio, dejó escrito interesantes reflexiones históricas acerca de la comunidad de San Pablo del valle de Bomboy. Aún así, esa versión distorsionada de la historia, la repite la historiografía oficial (Briceño Perozo, 276-278), lo que debe ser corregido; es decir, se ha pretendido sostener que en el espacio histórico del comienzo del Valle, en su parte Sur (La Puerta), estaría localizada la citada Encomienda, que realmente corresponde a los indígenas Timotes de Mendoza, pero en la zona norte del Valle. Lo desventurado, es que hace pocos años, fue paleografiado el expediente de esta Encomienda, y no aparece el aludido documento del 9 de agosto de 1620; y si no existe ese documento, ¿cómo se puede seguir afirmando y celebrando que La Puerta fue “fundada” por un “fundador anónimo” en dicha fecha?

En la hermosa estribación que se desprende del ramal septentrional del Pico Miranda de la Cordillera de los Andes, entre paisajes que susurran historias olvidadas, se  erigió La Puerta. Según los antiguos títulos de «Encomienda Valle de Vomboy» y “Encomienda Quebrada de Comboco”, otorgados a los capitanes Tomé de Dabuyn (1601) y Juan Álvarez de Dabuyn (1611), fue considerado el Bomboy, un valle de indígenas Timoto; esto quiere decir, que los primeros pobladores del territorio donde hoy está levantada La Puerta, fueron indígenas Bomboyes, de nación Timotes, que es una ramificación de la confederación Muisca, familia de la civilización Chibcha. En el título de confirmación de esta encomienda del 9 de mayo de 1611, consta que los jefes Timotes que gobernaban en las tierras donde hoy está levantada La Puerta, eran Bombas (Bomboy), Jasepe e Yguara.
La historia escrita que nos han suministrado de La Puerta, lejos de informar de estos orígenes, a menudo los esconde o los refiere como un laberinto de anacronismos e inexactitudes, incitando a la pesquisa casi de sabueso, en el tiempo. Consultando la recopilación Historia Hemerográfica de La Puerta, que dispone en internet nuestra Parroquia, gracias al aporte de material informativo realizado por la profesora Belkix Villegas y el amigo Benito Rivas, encontré un artículo que aquí les comparto, a propósito del denominado y festivo Día de La Puerta, y que nos puede servir como guía didáctica, para confrontar la narrativa historiográfica y paradójica, que nos dice que la voz de sus habitantes originarios se ha perdido entre la bruma y el silencio cómplice del tiempo. Si miramos la historiografía local, encontramos que sus pobladores originarios han desaparecido o no existen en el relato oficial. La Puerta, me atrevo a señalarlo, es precisamente eso: un misterio.

El 9 de agosto 1993, en la edición de  Diario El Tiempo, en la página 27, se encuentra un  artículo de un señor de apellido Villarreal, titulado La Puerta 373 años de existencia, que llamó poderosamente mi atención, por la desmesurada carga de anacronismos, incertezas e inexactitudes sobre la historia de La Puerta, que contiene.

 

 

Confrontando la  obcecada narrativa eurocentrista y manera  de proceder del gamonal local

 

 

Entre los anacronismos que se señalan en dicho artículo, se afirma lo siguiente: “La Puerta fue fundada a casi 128 años del descubrimiento de América y a 63 de la Fundación de Trujillo. 373 años hace que casi a la cabecera del Valle del Momboy una aldea timoto cuicas tuviera que encarar como mandato del destino la histórica transformación que insospechadamente también comenzara para ellos un agosto a la salida del almirante Cristóbal Colón de Palos de Moguer hacia el nuevo mundo» (Textual del artículo de prensa citado).  La primera comunidad que habitó estas tierras, se denominó Bomboy o Vomboy, comunidad indígena del Bomboy,  (con b labial, no “Momboy” con (m), que no se sabe qué significa, ni la usaron nuestros primeros pobladores), no era una aldea timotocuica sino una comunidad del Señorío Tribal de la Nación Timoto, como se ha demostrado con añejos documentos Civiles y de la Iglesia; decía don Mario Briceño Iragorry, que para mantener viva la memoria de los valores que sirven de vértebra al edificio social, debemos conocer los documentos antiguos, como forma indispensable para la reelaboración de la cultura correspondiente a cada generación, en este caso: el Documento  Organización de Doctrinas de Trujillo,  del Obispo  Fray Antonio de Alcega, 1608; los títulos de “Encomienda Valle de Vomboy” y “Encomienda Quebrada de Comboco” de 1611 y confirmadas en Madrid, en 1620  (Ubicación: ES.41091. AGI/2311. Sto. Domingo, 41, N.23); el Informe de la Visita del Obispo Mariano Martí, 1777;  los Libros Eclesiásticos de La Puerta, abiertos por el padre y prócer independentista Francisco Rosario en 1795, y el Expediente del Juicio de Partición de las Posesiones de Tierras del Resguardo Indígena de La Puerta, 1891, entre otros invalorables instrumentos.  Dicha comunidad, se asentó en este valle Bomboy entre 450 DC a los 1.000 años DC (Vargas: 1967; Wagner: 1969; Niño: 1988; Ramos: 1988: y Gordones y Meneses: 1992); dentro de su estratégico proyecto de expansión de esa nación indígena, para controlar la vía hacia el lago de Coquivacoa (Maracaibo) y Mar Caribe. No se sabe de dónde sacan algunos y repiten otros, que era una aldea timotocuica.

En segundo lugar, afirma el articulista, sin fundamento alguno que hubo una “Fundación” de la Puerta» <<a escasos 128 años del famoso descubrimiento de América y a 122 años del descubrimiento de Venezuela en el tercer viaje de 1498>> (Idem); esto es otro anacronismo con falsedad, ni a nuestra América la descubrieron como lo señala, ni Venezuela existía para ese tiempo, ni La Puerta fue fundada por los invasores europeos, dentro de los cánones legales del imperio español, lo que complementa con otra flamante falsedad con rasgos de racismo e intolerancia, que, habría sido en un agosto, cuando dicha comunidad indígena “tuviera que encarar como mandato del destino la histórica transformación” (artículo de prensa citado), es decir, sería un mandato necesario, portentoso, favorable e “histórico”: que dejaran de ser hombres libres y pasaran a ser esclavos o difuntos.

La 3ra. equivocación se basa, en que, «justamente a esa distancia de tiempo, se establece la Cuarta Doctrina del Pueblo del Señor San Pablo, integrado por indígenas cuicas y timotes, formando seis encomiendas” (Textual del artículo de prensa citado); esto no es cierto.  Fue el Obispo Antonio de Alcega, autorizado por el Gobernador Sancho de Alquiza, que compuso las encomiendas, incluyendo un acuerdo con el Virreinato de la Nueva Granada, que estando en esta zona la mayor concentración de indígenas del Valle del Bomboy, establece (80 años antes) la Séptima Doctrina, el 30 de octubre de 1608, integrada por siete (7) encomiendas, convirtiendo la ya existente comunidad Bomboy (originaria y asentada centenares de años antes, en este sitio), en “Pueblo de Indios” Cabecera de Doctrina  (No Encomienda San Pablo de Bomboy, que es otra cosa y corresponde a otro espacio geográfico, como se explicó anteriormente). En 1687, pasa a ser la Cuarta Doctrina, y a partir de 1777  el Obispo Martí, lo reconocería documentalmente como <<San Pedro de Bomboy (La Puerta>>, en la estructura colonial de Trujillo, y como espacio de concentración de indios esclavos traídos de otras partes.

De lo que sí existen, documentos históricos y legales, que reposan en el Archivo General de Indias,  normalmente aceptados por los historiadores, es sobre el primer hecho de voluntad de poblamiento europeo de estas tierras, el del capitán Tomé Debuyn, de origen portugués. Antes de este importante hecho de la 7ma. Doctrina, ya existía la “Encomienda Valle de Vomboy”, asignada al capitán portugués Tomé Debuyn, que es necesario mencionar porque hay algunos historiadores (Briceño Perozo) que aseveran que el principio y avance del nacimiento o de donde surgieron y se activó la evolución de los pueblos coloniales que tomaron los nombres de esos valles, se inició con las primeras Encomiendas (Don Mario Briceño Iragorry, consideró que la génesis u origen de los pueblos andinos, fue la Doctrina Secular (Tapices, 54); en el caso de La Puerta, sería la de Tomé Debuyn, que acompañó a Diego García de Paredes, en la fundación  de Trujillo, confirmada después por el gobernador de la Provincia de Venezuela don Diego de Osorio, en el año 1595, y aquel Capitán ejerció su derecho de dexación de encomienda en 1601, para luego las autoridades se la concedieran  junto a la “Encomienda de Quebrada de Comboco” y “Encomienda Lomalla de Busandi”, a su hijo el capitán Juan Álvarez Dabuyn, el vencedor de los zaparas y parautes, dirigidos por el cacique Nigale en las aguas de la laguna de Coquivacoa (Maracaibo).
Esta fue la Encomienda más significativa por su población y ubicación, para la historia de La Puerta, otorgada según título: AGI. Expediente. Confirmación de Encomienda de Valle de Vomboy y Quebrada de Comboco en Trujillo, Venezuela a Juan Álvarez de Buyn (1620-01-10). Resuelto. Ubicación: ES.41091.AGI/2311 Santo Domingo, 41, N. 23.  Todas las encomiendas tanto las localizadas en lo que sería con el tiempo La Puerta, como las de Mendoza, la de Timotes, la Quebrada Grande y la de Jajó que conformaban dicho Pueblo de Doctrina, según los Títulos, eran indígenas de nación Timoto, No Kuica.

Otra de las inexactitudes, es aquella afirmación que expresa: “aunque a raíz de la libertad que se le dio a todos los indígenas en 1687” (Textual del artículo de prensa citado), esto es otro error, no fue una libertad, fue un cambio de estatus de explotación humana, es decir, de la condición de esclavitud de servicio, pasaron a ser indios esclavos “tributarios”, manteniendo la condición de esclavos y hasta enfeudados (Ver Libros Eclesiásticos del Pueblo de Indios San Pablo de Bomboy. Archivo Histórico Diócesis de Trujillo).

 

 

La enfermiza hipótesis del “ocaso de su suerte” y la resonancia de una presencia ancestral

 

 

 

En ese trance intelectual, se plantea otra absurda afirmación, que debemos  desmantelar, es que: “aún con esa libertad para los genuinos habitantes ya se había tornado ineludible el desconcertante encuentro con el ocaso de su suerte, forzada por los colonizadores, quienes fueron los protagonistas de la desaparición de la genuina raza dejando sobre la misma tierra el mestizaje que hoy recuerda sin rencor ni resentimiento, la dolorosa historia del calvario que vivió todo un continente” (Textual del artículo de prensa citado); en esta invención, “el ocaso de su suerte” fue que para 1891, existían 16 comunidades indígenas en el país, una de ellas casi totalmente pura como etnia, era la comunidad Bomboy, ubicada en lo que era el Resguardo Indígena de La Puerta (tierras donde está asentada  hoy parte  del área urbana de La Puerta). Fue en dicho año (1891), a casi 400 años después de la llegada de Colon a América,  cuando se produjo el genocidio de La Puerta (no fueron los invasores europeos ni los colonizadores los que desaparecieron totalmente esta comunidad indígena), sino los hijos de los independentistas republicanos, un grupo de gamonales, hacendados y de extranjeros ambiciosos se pusieron de acuerdo e iniciaron un juicio fraudulento de Partición de las Posesiones de dicho Resguardo, para quitarle a los indígenas sus tierras y con ese juicio fraudulento en el que estaban involucrados personeros de la oligarquía trujillana, como un gamonal de nombre Samuel Quevedo, lugarteniente del general Juan Bautista Araujo, el “León de la Cordillera”,  sus secuaces y otros gamonales, acuérdense que Leopoldo Baptista, el general y Dr., era el Partidor nombrado en este juicio y después nombran a José del Rosario Colina, y son los responsables de haber despojado de su tierra a esta gente indefensa, analfabeta y primeros pobladores. Lo “monumental” de este artículo sobre “historia de La Puerta”,  es que lamentable y dolorosamente se afirma que, a pesar del despojo de tierras y el genocidio, se produjo un “mestizaje que hoy recuerda sin rencor ni resentimiento, la dolorosa historia” (Idem); ¡qué bárbaro! ¿A qué mestizaje se refiere si los gamonales desaparecieron esta comunidad indígena? ¿Cómo pueden guardar rencor o resentimiento aquellos indígenas o sus descendientes si fueron extinguidos?

 

 

Sigamos desfacendo entuertos, como decía el ingenioso hidalgo

 

 

Otra afirmación incierta del artículo es aquella que, “en la época de la campaña independentista y postcolonial se cayó la sepultura de los primitivos habitantes, que bien subsistían como grupo étnico o tal vez como simples elementos desorientados y dispersos” (artículo citado); la fibra racista o el reverberante “linaje de sangre”, de quien escribió estas falacias, pretende hacer ver que los indios eran pendejos y animalitos, y La Puerta un potrero o chiquero;  pero agregó otra falsedad del mismo corte, al señalar que “el Partidor de 1891 –otra aberración- distribuyendo y adjudicando 1.960 hectáreas a los comuneros de la región, quedando de esta manera cerrado el capítulo de la existencia de algún tipo de derecho o excepción, reserva o garantía para nuestros antecesores timotocuica sobre la tierra que por derecho natural consideraron de su propiedad” (Idem); cabe preguntar: ¿a cuáles comuneros se refiere? ¿Será a los genocidas? ¿A los extranjeros y gamonales? es decir, este señor racista, tergiversador de la historia, pretende decir que no existen derechos a ejercer sobre las acciones fraudulentas que se cometieron en contra de los primeros pobladores despojados de su tierra y el genocidio que se dio en ese momento.

Esta es otra mentira, los escasos descendientes de los mestizos que están en las adjudicaciones, tienen los apellidos que usaban los encomenderos y son los que aparecen en los distintos documentos y títulos históricos que existen, entonces no se puede decir que los apellidos de italianos y de otra gente terrateniente de “estirpe y linaje” de pueblos vecinos, que fueron gamonales y hacendados de otros sitios, que jamás estuvieron ni vivieron aquí porque era un pueblo de indios, se podrían considerar comuneros indígenas, es una cuestión de injusticia, y de racismo evidentemente.

En conjunto, los datos precedentes merecen ser considerados como una iniciativa para que se promueva un proceso de reordenar las cosas, para ir descolonizando, reconstruyendo nuestra historia, nuestros valores,  formar el verdadero acervo histórico que nos de identidad, pertenencia, en el que participen todos los que deben y quieren involucrarse en la discusión y debate necesarios de ese tema de interés para nuestra comunidad, y no se sigan festejando estos  falsos y anacrónicos hechos. Esto no significa, que no se debe tener un día de celebración de La Puerta, como comunidad historica, como la calificó el Dr. José Gregorio Hernández, en 1889.
Entonces esto, hay que aclararlo, esa narrativa que distorsiona por anacronismos, eclipsando las voces, cultura, tradiciones, lengua, espiritualidad y la desaparición de nuestros primeros pobladores, nos convoca a una apremiante reconstrucción de nuestra historia local, porque son puntos importantes y no podemos continuar como loros repitiendo esa historia disfrazada con este tipo de falaces argumentos. Comencemos a llamar los sujetos, sitios, hechos, entes y las cosas por su autentico nombre, igualmente, a visibilizar y concretar el hecho histórico, sus consecuencias y responsabilidades, y emprendamos el camino a ser libres. La Puerta requiere su reconstrucción histórica urgente. Las autoridades tienen la palabra.

 

 

Tags: CulturahistoriaLa PuertaSentido de HistoriaTrujilloValera
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