Nuuk (Groenlandia), 8 mar (EFE).- Los deseos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de adquirir Groenlandia, territorio autónomo de Dinamarca, no han sido bien recibidos en esta isla ártica: ni la mayoría de sus políticos ni sus habitantes quieren ser parte de ese país, aunque sí piensan en una independencia con base sólida en un plazo indefinido.
Trump ha reiterado en varias ocasiones en los últimos meses, la última hace cuatro días, su intención de «hacerse» con esta gigantesca isla (el 80 % cubierto permanentemente por el hielo) de algo menos de 57.000 habitantes por cuestiones de seguridad y no ha ahorrado amenazas a Dinamarca si no se la vende.
«Pienso que todo lo de Trump es preocupante, nunca se sabe qué se le puede ocurrir, pero estoy muy contenta porque los políticos groenlandeses digan que no estamos en venta. No queremos ser parte de Estados Unidos», dice a EFE Kim Berthelsen, una estudiante de 19 años de Nuuk.
Kristoffer Hansen, otro estudiante groenlandés de la misma edad, no muestra en cambio preocupación y da poca importancia a las amenazas de Trump, aunque rechaza sus intenciones: «Viví un año en Estados Unidos, no creo que sea una buena idea formar parte de ese país. Tenemos nuestra propia identidad».
Más contundente es Lars Pedersen, un taxista de la capital groenlandesa: «No me interesa Trump ni creo que vaya a poder hacerse con Groenlandia. Lo que tiene que hacer es cerrar el pico».
Sus opiniones están en línea con las de la mayoría de groenlandeses: en un sondeo publicado hace mes y medio por el diario danés Berlingske y el groenlandés Sermitsiaq, el 85 % rechaza ser parte de EE.UU. y solo el 6 % se muestra a favor.
Críticas duras a Trump de los políticos groenlandeses
«Groenlandia es nuestra. No queremos ser estadounidenses, tampoco daneses, somos groenlandeses. Los estadounidenses y su líder deben entenderlo. No estamos en venta y no pueden adquirirnos sin más, porque nuestro futuro lo decidimos nosotros en Groenlandia», dijo esta semana el presidente groenlandés, el socialista Múte B. Egede, en línea con anteriores declaraciones suyas.
Erik Jensen, líder del Siumut, segunda fuerza groenlandesa y que ha formado un gobierno de coalición con el IA de Egede los últimos tres años, fue más duro.
«Vimos cómo se rieron cuando el presidente (Trump) nombró Groenlandia. Eso confirma que no tiene ningún respeto por nosotros. Hemos mostrado respeto y ofrecido una colaboración con ellos, pero su comportamiento genera preocupación», afirmó.
La ‘ministra’ de Exteriores groenlandesa, Vivian Motzfeldt, del mismo partido, declaró que durante la reciente Conferencia de Seguridad de Múnich, a la que asistió, se dio cuenta de que Trump va en serio con sus intenciones.
«La delegación de congresistas estadounidenses, compuesta tanto por republicanos como por demócratas, dice que debemos entender las declaraciones de Trump de que EE.UU. quiere poseer y controlar Groenlandia tal y como lo dice», afirmó.
Pele Broberg, líder del Naleraq, tercera fuerza parlamentaria y la más rupturista con Copenhague, ha sido el único que ha rechazado comentar las últimas palabras de Trump, aunque hizo un llamamiento a la unidad y acusó a Egede y a la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, de usar palabras «vacías».
«Está muy bien cuando dicen que Groenlandia pertenece a los groenlandeses, pero a la vez no se ponen los medios para fijar quién forma parte del pueblo groenlandés», dijo Broberg, que aboga por crear un registro de inuit (esquimales), una idea a la que se opone la mayoría del Parlamento groenlandés.
Una independencia en plazo indefinido pero sólida
Los sondeos también han mostrado que la mayoría de los groenlandeses quiere la independencia, pero no a cualquier precio y no si supone una pérdida del nivel de vida de un territorio del que el 40 % de los ingresos los aporta el Estado danés.
«En algún momento en el futuro seremos independientes. No tiene por qué ser ahora, ni mañana, ni el año que viene, pero sí en el futuro. Es algo que va a pasar, no necesitamos tener prisa», dice a EFE Kristoffer Hansen.
Para Kim Berthelsen, Groenlandia debe estar «preparada» primero antes de pensar en seguir su propio camino («No tendría sentido independizarse ahora», afirma), mientas Pedersen cree que puede ser factible «dentro de 30 o 40 años».
Aunque todos los partidos con representación parlamentaria defienden independizarse, ninguno se atreve a poner una fecha concreta, ni siquiera el Naleraq.
Una relación tempestuosa con Dinamarca
Dinamarca y Groenlandia han estado unidas durante tres siglos, pero la relación se ha tensado especialmente en los últimos años con el descubrimiento de algunas prácticas cuestionables por Copenhague.
Aparte de los problemas derivados del proceso de modernización iniciado en la década de 1950, en forma de altos índices de suicidios, abortos y alcoholismo, Dinamarca implantó durante décadas espirales anticonceptivos a mujeres groenlandesas sin su consentimiento para controlar la población.
Tanto Berthelsen como Hansen aluden directamente a ese caso y a otros como al de la alta proporción de familias groenlandesas residentes en Dinamarca a las que las autoridades danesas les quitan sus hijos para poner en cuestión la relación.
«La relación históricamente ha sido mala. Los daneses siempre intentan ocultar la verdad», afirma Berthelsen.
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