Caracas, 29 ene (EFE).- Miles de estudiantes de Venezuela llevan casi un año sin recibir clases, después de la suspensión ordenada por el Gobierno a causa de la pandemia de la covid-19, una situación que conlleva, a priori, el precepto de impartir sus lecciones en línea, pero que se hace cuesta arriba ante la falta de recursos.
La mala calidad de las telecomunicaciones, la falta de preparación de los profesores para manejar herramientas tecnológicas, los fallos eléctricos y la pésima compensación monetaria que reciben los maestros, son algunos de los factores que han afectado la preparación de miles de estudiantes que hoy están a la deriva.
Elvira González tiene 24 años, es estudiante de derecho de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y no ha recibido clases desde marzo pasado y tampoco instrucciones sobre algún tipo de modalidad a seguir para tratar de continuar con su carrera.
«Las autoridades, lo que es la facultad, que si la decana, el director, esas cosas, no se han pronunciado, desde marzo. En octubre supimos una que otra cosita, pero no era de la facultad de derecho sino de la escuela en general», comentó a EFE la joven.
Según explicó, las autoridades académicas conversaron en octubre sobre la implementación de clases a través de un «aula virtual», pero en su facultad, hasta el momento, no se ha concretado tal modalidad.
La joven aseguró que, como ella, también se encuentran los estudiantes de filosofía, citotecnología, ciencias económicas e ingeniería de su universidad, aunque autoridades académicas han señalado que, al menos, la mitad de los alumnos de los centros superiores de educación pública sí están recibiendo clases.
Y la situación de estos jóvenes es solo una muestra de la población estudiantil en general, pues los más pequeños también sufren por las trabas que hay actualmente para acceder a una educación de calidad en el país, que no son, necesariamente, ocasionadas por la pandemia.
LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN MERMADA
«El sistema educativo en este momento en Venezuela está funcionando, pero muy mal (…) si ya venía con fallas porque había problemas con la infraestructura, había problemas con la deserción de docentes que habían abandonado las aulas», la situación «se agravó» con la pandemia, comenta a EFE el presidente de la Federación Venezolana de Maestros (FVM), Orlando Alzuru.
El profesor explicó que la Federación realizó en octubre una encuesta, a través de sus 27 sindicatos en todo el país, para medir el alcance de la educación en línea, tomando en cuenta las condiciones económicas de los padres y docentes y la capacitación tecnológica.
«El 95 % (de los padres) consultados respondió que…bueno, que no tenía las condiciones económicas como para comprar un aparato de última generación, o sea para darle educación ‘online’ a sus hijos», dijo Alzuru.
Destacó, asimismo, que «el 94 % de los docentes venezolanos y el 92 % de los representantes respondieron que no tenían la capacitación digital para asumir una educación de esta naturaleza».
La educación en línea requiere de una inversión y para un profesor impartir clases precisa, como mínimo, una conexión a internet estable y un equipo habilitado para ello, y según han denunciado instituciones públicas y profesores, el Estado no está garantizando estos recursos.
Alzuru señaló que los profesores perciben un salario que llega a unos 5 dólares, y adquirir una conexión a internet «medianamente estable» puede costar alrededor de unos 50 dólares mensuales, si se considera adquirir un plan con una empresa privada, pues la principal compañía de telecomunicaciones, la estatal Cantv, presenta fallas constantes a diario.
¿ES VIABLE RETOMAR LAS CLASES PRESENCIALES?
Pese a ello, el profesor no es partidario de retomar las clases presenciales, una posibilidad que insinuó el Gobierno de Nicolás Maduro.
Alzuru considera que no están dadas las condiciones epidemiológicas y ve complicado que, al menos, las escuelas públicas y pequeñas puedan garantizar un orden sin aglomeraciones de personas, y con las condiciones sanitarias adecuadas ante la ausencia de agua.
El caso de las universidades puede ser aún más complejo, puesto que más allá de las condiciones sanitarias, hay profesores que se niegan a seguir dando clases por un salario de 5 dólares y han manifestado públicamente que así no se pueden retomar las actividades académicas.
La percepción para los padres y los mismos estudiantes es distinta. Desde la Red de Padres, Madres y Representantes de Venezuela se critica que el Gobierno permita la apertura de centros comerciales, bares, teatros, cafés o restaurantes y no de las instituciones educativas.
La red considera que las clases presenciales deben ser retomadas bajo un plan de vigilancia epidemiológica ordenado.
«Si tú tienes que tener un sitio abierto en pandemia, ten la escuela abierta. ¿Por qué? Porque en la escuela hay orden, hay unas normas claras, se siguen instrucciones, se puede organizar y si alguien se enferma en una escuela, tú sabes a quien tienes que llamar», dijo la coordinadora de la red, Lila Vega.
La también pediatra insistió en las condiciones precarias que actualmente tienen muchos niños por los fallos eléctricos o los problemas de conectividad y, debido a esto -dijo- hay pequeños que se están quedando sin aprendizaje, pese a los esfuerzos que los maestros puedan hacer.
«Tenemos una importante cantidad de niños que están excluidos de este esfuerzo educativo (…) hay cosas, destrezas manuales, finas, que tiene que aprenderse a través del modelaje (…) que no se logra a través de una pantalla», dijo.
Con todo, la red planea poner en marcha, la próxima semana, unos canales de apoyo con contenido para orientar a los padres en la educación de sus pequeños.
Los canales estarán habilitados por WhatsApp y Telegram y tendrán contenido de distintas materias que han sido donados por escuelas privadas, pero, recuerda Vega, esta no puede ser la vía para educar a los alumnos. A su juicio, es necesario abrir las instituciones con las medidas de bioseguridad adecuadas.
De este modo, Venezuela ha confirmado 125.364 casos desde el comienzo de la pandemia, de los cuales 117.447 ya se han recuperado, lo que supone el 94 % del total.