José Luis Zambrano Padauy
He tratado por horas interminables y grotescas, imaginarme tal operación y no he podido. Posiblemente irrumpirían en una acción tipo comando. Llevarían mochilas atiborradas de utensilios modernos, con artificios sofisticados y todos los artilugios necesarios para lograr su cometido. Tendrían linternas, aparatos para desencriptar sensores y, principalmente, una iguana dentada, con la capacidad perniciosa de entrar por los escondrijos más diversos y roer sin contemplaciones, el cableado del sistema de control automatizado de la otrora central hidroeléctrica más importante de Sudamérica.
Pero tal premisa es inviable. Las instalaciones han sido custodiadas en los últimos años por militares y con una seguridad férrea para que no se cuele información al exterior de lo que allí sucede. No existen medios electromagnéticos ni informáticos para modificarle los dígitos operativos a una represa análoga por todos lados y con descuidos tecnológicos sufridos desde hace 20 años. Tampoco el sistema que controla la red troncal de transmisión puede ser manipulada desde el exterior y mucho menos hackeada como han hecho creer los voceros desventurados del gobierno, pues no está conectado a ninguna red.
Pero sí resulta lógico que se desgrane este evento azaroso e infortunado por la carencia de mantenimiento e inversión. Por eso duele hasta en las neuronas ver el pueblo fantasma en que se ha convertido Venezuela en los últimos cinco días. Ya el planeta entero reconoce las vivencias de nuestro país apocalíptico. No hace falta analizarlo al dorso de los hechos. Resulta tan evidente, que las reflexiones internaciones no se han tragado el cuento repetido del régimen, de echarle la culpa a supuestos conspiradores de oficio y a una oposición con las osadías más estrepitosas, para estar dos décadas enteras como culpable de las calamidades nacionales.
Resulta doloroso captar a una nación completa a oscuras. No sabemos si son pruebas del laboratorio agudo de los cubanos, para verificar las estrategias en caso de que llegase el día de las decisiones militares. O sería la cortina de humo perfecta para camuflar las realidades y desviar las miradas de otra situación indecorosa.
Los cierto es que, entre culpas y excusas cansinas en extremo, los personeros del régimen se han regodeado para determinar si fue una turbina de El Guri o si estalló en sus instalaciones, algún enorme explosivo enviado por correo desde los EEUU. Maduro solo se limitó a suspender la jornada laboral y las clases. Pareciera que los apagones masivos fuesen programados para tanto tiempo y en fechas peculiares.
Realmente no sé si la huida del fluido eléctrico en los hogares venezolanos le convenga a la dictadura. Los centros asistenciales se las han visto duras para solventar y resolver las emergencias. Las morgues evidenciaban cadáveres casi en estado de putrefacción. Muchos comercios regalaban la comida que podría dañarse a los ciudadanos. Pero castiga el alma la información de una cantidad indeterminada de muertes por no contar con tratamientos necesarios o porque sencillamente las plantas eléctricas de los hospitales no lograron arrancar. Se ha recreado un film terrorífico y de ciencia ficción, con un guión que no tiene pretextos.
No hay forma de ir a tientas en la oscuridad, en la falla eléctrica más extensa de nuestra historia. Nadie comprende la munición de argumentos de los personeros gubernamentales, que nunca aciertan en disculpas y solo arremeten para despotricar de los mismos de siempre.
Esta vez nombraron a Guaidó y a Marco Rubio. El senador norteamericano solo se mofó de las culpas achacadas por Jorge Rodríguez. Lo hizo a través del Twitter y con una sorna tan conocedora de la realidad venezolana, que dejó de ser hasta ingenioso. Estampó un video de Godzilla -el enorme dinosaurio de comics japonés y películas aburridas-, devastando con su aliento demoledor, todo lo que estaba a su paso. “Hemos recibido el primer video de lo que causó el apagó sin precedentes esta noche en Venezuela”, colocó con una ironía certera el legislador.
Mientras Venezuela estuvo a oscuras, el Departamento de Justicia estadounidense hacía lo suyo contra Tareck El Aissami, quien violó la Ley contra Narcotraficantes Extranjeros al irse a Rusia. A las pocas horas de presentarse estos cargos contra el exvicepresidente venezolano, capturaron a su piloto, Alejandro León Maal, quien provenía de Turquía. Sería un abreboca para el entendimiento de lo que vendrá para cada uno de los miembros de este gobierno sin entrañas.
Sin ser una suerte de genio, estoy convencido que los días de la usurpación están contados. La tenacidad empecinada de Guaidó, las actuaciones definitivas de los norteamericanos, el atosigamiento financiero y el pueblo cansado de esta situación inefable darán el punto de quiebre. Las traiciones lloverán a granel. Tal vez no se eche en falta alguna maniobra bélica.
Más allá que las opciones estén sobre mesa, creo que el mantel del abuso descarnado de los bellacos de Miraflores y la comprensión del mundo sobre está indigestión de la conciencia, servirán para darle libertad a una población ansiosa por respirar los aires correctos de la democracia.
· Ex director de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani”