Los 36 meses de hiperinflación en Venezuela

Vendedores informales son vistos en una calle, el 06 de noviembre de 2020, en Caracas (Venezuela). EFE/ Miguel Gutiérrez/Archivo

Caracas, 26 nov (EFE).- Venezuela terminará noviembre con 36 meses de hiperinflación a cuestas, un escenario que, más que un problema, expertos consultados por Efe identifican como el mayor síntoma de las distorsiones de la economía del país caribeño.

Aunque no hay consensos entre los especialistas sobre cuándo la nación petrolera abandonará este estado de alta inflación, todos coinciden en responsabilizar al Gobierno del presidente chavista Nicolás Maduro y a sus políticas fiscales por la acuciante pérdida del valor de la moneda venezolana.

A continuación, cinco claves de los tres años de hiperinflación:

 

1-UNA CADENA DE ERRORES FISCALES

Aunque Venezuela entró en hiperinflación en noviembre de 2017, los precios comenzaron a subir con fuerza desde 2014, cuando el país vio recortado su flujo de caja por el desplome de la cotización del petróleo y comenzaron a caer las importaciones, un hecho que dio paso a una severa escasez de alimentos básicos y medicinas.

Pero el economista Luis Bárcenas dijo a Efe que la financiación -desde 2014- del enorme gasto público del Estado venezolano, a través del Banco Central, fue el combustible que prendió fuego a la hiperinflación en el país.

Es un fenómeno que los economistas venezolanos identifican como «perverso» y que suelen llamar «máquina de hacer dinero» o «dinero inorgánico», y que se traduce en la expansión de la masa monetaria sin que haya activos o servicios que respalden la emisión de este nuevo circulante, que ni siquiera llega a imprimirse.

«El Gobierno no tenía la posibilidad de brindarnos más importaciones baratas, que fue prácticamente su política (económica) desde el boom (auge) de los commodities (materias primas) del 2011, (y activó) la máquina de hacer dinero», explicó Bárcenas a Efe.

La Administración de Maduro respondió al rampante aumento de la inflación con más emisión de dinero y un estricto control de precios, dos medidas que intentaban apagar el fuego con gasolina.

«No estás atacando la causa de la hiperinflación con los controles, es como controlar una gangrena escondiendo la sangre», añadió el analista, al tiempo que aseguró que esta herramienta produce escasez, un fenómeno que identificó como «inflación escondida» porque presiona el alza de precios.

 

Una persona observa productos en un supermercado, el 10 de noviembre de 2020, en Caracas (Venezuela). EFE/ Miguel Gutiérrez/Archivo

 

2-¿QUÉ SUCEDE CON LOS INGRESOS DE LOS TRABAJADORES?

La hiperinflación redujo a mínimos los ingresos reales de los trabajadores venezolanos, que perciben salarios, en algunos casos, de millones de bolívares que representan apenas un puñado de dólares.

«La hiperinflación lo que ha hecho es que el salario mínimo del venezolano, que llegó a estar en 200-300 dólares, más o menos igual que en cualquier país de América Latina, en este momento (sea) de menos de un dólar», dijo a Efe el economista y diputado opositor Ángel Alvarado.

De acuerdo con el legislador, que integra la comisión de Finanzas del Parlamento, el salario mínimo -de 400.000 bolívares o 0,51 dólares, y que perciben pensionistas y empleados públicos- «solo compra el 0,72 % de la canasta alimentaria», lo que condena a millones de ciudadanos a la miseria.

La consecuencia de la hiperinflación es que los venezolanos rechacen cada vez más los locales bolívares, una moneda que ya no cumple las funciones del dinero, de acuerdo con el economista Jesús Casique.

«Ya no es unidad de cuenta, porque todo se define en divisas, no sirve como medio de pago, porque ya podemos ver que el medio de pago preferido en Venezuela es el dólar, y tampoco cumple como reserva de valor, porque ¿quién ahorra en bolívares en Venezuela?», se preguntó.

 

3-¿CUÁNDO ABANDONARÁ EL PAÍS ESTE ESCENARIO?

Los expertos discrepan acerca de cuándo podría el país abandonar el escenario de hiperinflación, si bien señalan que el indicador ya no deja registros mensuales de 3 dígitos, como sucedió durante 2018.

«Podríamos inferir que Venezuela va rumbo a salir de la hiperinflación, pero como la economía venezolana es extremadamente volátil, es muy prematuro llegar a este tipo de conclusiones», apuntó Casique.

Según el analista, los venezolanos deberán esperar hasta tener los datos de inflación del primer semestre de 2021 para conocer si los precios finalmente detendrán su constante alza.

Pero Casique cree que Venezuela no alcanzará los 44 meses de hiperinflación que sufrió Grecia tras la segunda Guerra Mundial ni los 63 de altísima inflación en Nicaragua entre 1986 y 1991.

Es decir, Venezuela debería abandonar el escenario de hiperinflación antes de junio de 2021.

 

4-LA INFLACIÓN, ESPOLEADA POR LA CRISIS

Aunque la inflación tuvo su origen en malas políticas fiscales y un gasto público sin control, los elementos propios de la crisis venezolana espolean la subida de precios.

La cada vez mayor inutilidad del bolívar lleva a los ciudadanos a la compra de dólares, un hecho que a su vez resta más valor al signo local.

«Si yo salgo del dinero (bolívares), el dinero pierde valor exponencialmente, porque es algo que nadie quiere, pero, al mismo tiempo, cada vez que yo salgo del dinero aumento aceleradamente el gasto, y eso hace que la hiperinflación aumente», aseguró Bárcenas.

Por su parte, el decano de la facultad ciencias económicas y sociales de la Universidad Católica Andrés Bello, Ronald Balza, apuntó a Efe que el colapso de los servicios públicos, la escasez de combustibles y la dificultad para acceder a materias primas encarece los productos y servicios, algunos de mala calidad y notablemente más caros que sus pares de la región.

«La falta de transporte, de combustibles, es algo que tenemos desde hace varios años en varios estados del país, los problemas de electricidad, de telecomunicaciones, generan costos de producción, de distribución, que no teníamos antes», indicó.

Además, señaló que el masivo éxodo de profesionales destruyó el tejido y las capacidades productivas del país, otro hecho que encarece los costos de las empresas que se mantienen a flote en medio de la crisis.

 

Un grupo de personas es visto en los pasillos de una tienda de alimentos y electrodomésticos, el 10 de noviembre de 2020, en Caracas (Venezuela). EFE/ Miguel Gutiérrez/Archivo

 

5-¿CÓMO DEJAR ATRÁS LA ETAPA DE HIPERINFLACIÓN?

Los expertos coinciden en que el Gobierno debe cesar inmediatamente la emisión de dinero inorgánico y apretarse el cinturón fiscal, algo que el mandatario prometió cuando lanzó un paquete de medidas económicas en agosto de 2018.

Pero para Alvarado, las decisiones de Maduro para frenar el alza de los precios han sido «tímidas, tardías y completamente insuficientes», y no se enfocan en acabar con las causas reales de la hiperinflación.

Balza remarcó, por su parte, que el país debe recobrar la institucionalidad para que los poderes puedan vigilarse unos a otros y el Ejecutivo tenga que rendir cuenta de sus gastos.

Desde 2016, el Parlamento venezolano, que controla la oposición, fue declarado en «desacato» por el Supremo, un órgano al que el antichavismo acusa de estar alineado con los deseos de Maduro.

Por ello, el mandatario, en el poder desde 2013, no ha presentado el presupuesto ante el Legislativo desde hace 4 años, como ordena la Constitución, ni informa a este poder sobre el uso de los recursos.

«Es el financiamiento monetario de un gasto que no sabemos en qué se dio, porque no tenemos presupuesto», explicó Balza.

Alvarado indicó, por otra parte, que para controlar la inflación se deben restablecer los «derechos económicos» de los venezolanos, que aseguró fueron cortados no solo por Maduro, sino por su mentor, el fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013).

«La economía venezolana, desde que llegó Maduro al poder, hace 7 años, se ha destruido un 92 % (…), esta hiperinflación fue provocada deliberadamente para destruir el salario del trabajador y mantener a Maduro en el poder», aseveró.

 

Fotografía del 10 de noviembre del 2020 donde se observa a Maira Ruiz de 44 años, mientras abre la nevera de su casa en Caracas (Venezuela). EFE/MIGUEL GUTIÉRREZ/Archivo

 

Ron González

 

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