La algarabía de los muchachos retumbaba entre los horcones y pilares de la casa de corredores, anunciando cada tarde el inicio de los encuentros recreativos entre los estudiantes internos del colegio Santo Tomas de Aquino y los extranjeros, en su mayoría gringos, que venían en busca de atención médica en el antiguo caserón donde funcionaba el “Venezuela Sun Hospital”, una vieja edificación de dos plantas, ubicada frente a la Plaza Bolívar y donde estuvo luego un hotel y después el Teatro Valera.
Según las crónicas de la época, los norteamericanos que trabajaban y los que asistían al improvisado hospital, que dirigía el Dr. Eugenio De Bellard, en su mayoría obreros y empleados de las corporaciones que se dedicaban a la exploración y explotación del oro negro en nuestra región, conformaban un equipo que se enfrentaba al final de cada jornada a los estudiantes del encumbrado colegio. El escenario de estos juegos era un terreno abierto, conocido como la Plaza del Llano de San Pedro, llamada después Plaza Araujo y luego Plaza Sucre. Toda esta alegría era organizada por José Mazzey, según nos relata el cronista Alberto La Riba Vale. Así comenzó a jugarse el beisbol en nuestra ciudad. Era la Valera de 1921.
Aquellos juegos de beisbol entre norteamericanos y los jóvenes salesianos, sirvió de inspiración para muchos y fue así como en cualquier terreno abierto, grupos de muchachos comenzaron su practica. Uno de los lugares favoritos era la Plazoleta de Pueblo Nuevo, llamada también de La Peineta, aunque en todas partes había que estar pendientes de la Policía, que siempre estaba persiguiéndolos. Eran los tiempos de los guantes de trapo, las pelotas de hilo pabilo y cualquier palo eran usado como bate. El arbitro se colocaba detrás del pitcher. Se jugaba un beisbol muy empírico que con el transcurrir se fue organizando en cuanto a equipos y sitios de juego.
Con el paso del tiempo se constituyó en la ciudad, el primer equipo de manera formal, bajo la batuta de Humberto Hernández, Luís Mancilla, Carlos Montiel, José Eladio La Riva, Hortensio Hernández y Pedro Pablo Rendón entre otros, quienes lo bautizaron con el nombre de “Club Bolívar”, teniendo como jugador insignia al talentoso Daniel Sulbarán. Se respiraban los aires de progreso de 1928, la ciudad prosperaba y cualquier solar era bueno para un encuentro de pelota sabanera. La iniciativa del “Club Bolívar”, permitió que en la mueblería de Rafael Villamizar se congregaran Manuel Isidro Molina, Néstor Manzanilla, Aníbal Masini Bermúdez, Alfredo Mora y Pedro Rosario Maggi para fundar el “Club Valera”.
Esta naciente divisa, soportada económicamente por algunos comerciantes locales, permitió conformar un competitivo equipo donde sobresalían los jugadores Enrique Terán, Felipe La Corte, Pedro Maldonado (El Bachaco), Pedro Gamboa (Pan de Leche), Rafael Rendón (Cañón), Hernán “Cotoy” Balestrini y Ángel “El Sapo” Alarcón. De inmediato brotó la rivalidad entre el Club Bolívar, representando a los alpargatudos de Pueblo Nuevo Las Delicias y el equipo de los patiquines encarnado en el “Club Valera”, la cual dirimían cada domingo en el campo El Cambómboro, ubicado por los lados de La Ciénega, mientras que los muchachos de nuestras barriadas se divertían jugando en cualquier terreno ocioso, haciendo alarde de sus guantes de lona, pelotas de caucho y cabuya, sin caretas ni rodilleras y con cualquier leño bateaban.
Algunos relatos nos cuentan que cada victoria del “Club Valera”, era seguida por una gran celebración en los aristocráticos salones del Club Comercio, mientras que los triunfos del “Club Bolívar” eran celebrados por sus seguidores en cualquier barra de botiquín popular. Fue una rivalidad muy fuerte y con reflejos de lucha de clases, sin embargo nunca dejó de ser nuestro béisbol romántico.
Luego aparecieron en este béisbol heroico los legendarios conjuntos, Club Vencedores de la mano de Luís Macilla, Pico y Pala, El Chico, Ayacucho, Deportivo América de Asterio Bravo y Rubén Darío Segnini, Indios, Bella Vista, Zapatería Duquesa de Guillermo Moreno, Concordia, y Brisas del Llano. Aunque el favoritismo de la fanaticada estaba dividido entre el Bolívar y el Club Valera, el fervor del juego dio origen a nuevas rivalidades como la que tenían el Club América y El Delicias organizado por Abdón Matheus. Fueron los tiempos en que Mr. Temple Lee, desde su taller de radiotécnico, ubicado en los locales de Muchacho Hermanos, construyó el transmisor de Radio Valera, que luego fue mudado en 1936 a una vieja casona frente a la plaza Bolívar, desde donde José Moreno Parra y Pedro Pablo Rendón fungían como los primeros locutores que tuvo Valera. Algunos años después, las hazañas de estos peloteros fueron relatadas por Antonio Orta, Ramón Azuaje, Manuel Isidro Molina y J.J. Castellanos, quienes se convirtieron en nuestros pioneros en transmisiones deportivas.
En nuestro romántico beisbol de hace 100 años, siempre existió la competencia fuerte entre los conjuntos locales, inspirados por el ímpetu sembrado por nuestros jóvenes salesianos y los norteamericanos, luego exhibida por la gallardía con la que se enfrentaban los clubes Bolívar y Valera y la emoción de los juegos entre el Club América y El Delicias. Esta rivalidad deportiva volvió a sus orígenes con la aparición en el escenario deportivo del equipo “Proletarios”, quien no era otro que el mismo Club Valera que había cambiado de nombre y ahora su nuevo rival eran los jugadores de la novena “Acción Democrática”, quienes anteriormente eran los mismos peloteros del Club Bolívar. Así vivía el beisbol la Valera de 1937, donde se abrieron más campos de juego y a nuestra ciudad llegaban peloteros de otros lares para reforzar a los equipos. Un impulso importante a este deporte lo dieron en 1945, la presentación en nuestra ciudad de la Selección de Venezuela que había logrado el titulo mundial en La Habana en 1941. Esta pléyade de jugadores, mostro sus habilidades en un terreno que se habilito especialmente y que hoy ocupa una estación de combustible en la avenida Bolívar entre calles 14 y 15.
Fue así como hace 100 años se comenzó a jugar beisbol en esta ciudad y como sus diligentes ciudadanos organizaron sus equipos y vivieron con pasión y entusiasmo cada jugada.
*Cronista Pedro Bracamonte Osuna
Fuentes:
Historia del Béisbol en Trujillo, Tulio Flores
Anales de Valera, Alberto La Riba Vale
Trujillo otra mirada, Luís González
Impresiones y Remembranzas, Pedro Pablo Rendón