Lo que tenemos y nos falta para recuperar a Venezuela: esfuerzos frustrados pero mucha esperanza para el 2022

 

Por: Luis A. Villarreal P.

Desde que comenzó todo, los compatriotas venezolanos —y países que miraron con recelo lo que se estaba engendrando— siempre de buena fe, de ingenuos, creyendo en míticos portentos,  fueron desestimando un problema cuya solución se creía estaba a la vuelta de la esquina, pero que a largo plazo se ha complicado.

Los factores de oposición: partidos, empresas, gremios, medios de comunicación, instituciones, no pudieron hacer gran cosa porque quienes se hicieron ampliamente con el mando y los órganos del «poder popular» se apresuraron a mimetizarse con las clases insatisfechas mesiánicas, prebendarias y esperonas de un modo de vida ‘mucho más fácil’;  y lo que es peor, con la infiltración de la oposición partidista, y la amenaza hacia quienes no estuvieran de acuerdo y tuvieran mucho o poco que perder.

Los  nuevos gobernantes en sus primeros días habían mostrado sus ‘francas intenciones’, su filiación con quienes han ejercido el oficio de cetrería política para beneficiarse a sí mismos y satisfacer su ideología de sojuzgamiento, a través del conformismo y la pobreza, centro de gravedad de sus aspiraciones dominantes, siempre bajo la premisa de luchar contra el imperio de EUA, causante —según ellos— de los males  habidos y por haber, del infortunio de las grandes mayorías, a nivel continental, buscando sombra y ofreciéndose a las conveniencias geopolíticas Rusa y China, y de otros países congéneres en lo que a ojeriza y aversión hacia EUA se refiere,  esta vez en un pool de odios e intereses de supremacía, globales.

Desde hace tiempo ya no sabemos qué hacer; cada intento, ilusión o fe, se han desdibujado en la impotencia, en las circunstancias externas o naturales, como la pandemia, que a ellos favorece paso a paso.  Nuestras esperanzas, cual  ave Fénix extintas y revividas, siempre transmutándose desde las flaquezas mismas. 

Son parecidas circunstancias a las que viviera nuestro Libertador en Pativilca, cuando en medio de su frágil estado de salud, de desconcertantes e  insuficientes resultados en los denuedos políticos y militares, a la pregunta de «y ahora qué va hacer usted… Libertador… ? «,  él exclamó :  ¡Triunfar!

Esa sería una de las ‘fortalezas’ que tenemos:  el aguante, el poder asimilar los golpes, en una resiliencia digna mas no compungida, realmente comprometida con los deberes de la patria, con la democracia, con el bienestar de todos, no sólo de enchufados y remeseros. Otra de las razones que propugna un cambio la exhibe la gran mayoría que quiere y desea, con sinceridad, la nueva aurora, salir del cautiverio.

Son muchísimos quienes tienen una parte o toda su familia en el exterior, sin poder disfrutar de ella;  acá no hay dónde estudiar, ni dónde ganarse la vida dignamente, lo que abunda es el desparpajo oficial, la corrupción, la infuncionalidad del país.

Pero, atentos, aunque algunos han ido a elecciones y creído en el diálogo, como a un envite a suertes, quienes ostentan y temen perder optarán siempre por sus habilidades truculentas, o por ganar a la brava.

«No volverán» es su expresión lapidaria favorita, y nadie puede dudar que es pura ‘coba’ después de tantos años y de lo que hemos vivido

Nos preguntamos sobre la adecuación una vez más del Estatuto de Transición —apoyado en la Constitución— aprobado por la AN 2015, en el que se vaciaron y reafirmaron los sueños —2019, 2020— y nos ha dado un despertar decepcionante, porque no era así nomás nombrar los representantes del Poder Ciudadano, TSJ, CNE,  y lograr la integración de la FAN, y, en resumen, habilitar un gobierno paralelo.  Siempre en la búsqueda de cumplir la pauta y el mandato, emanados de la consulta al pueblo opositor, cual es:  cese de usurpación, gobierno de transición, y elecciones libres.

Algunos ya han advertido de la improcedencia de ‘evacuar’ al gobierno interino, otros de la necesidad de establecer una nueva estructura para poder hacer lo que no se pudo con el interinato, bajo la justificación de legitimar los cuadros o liderazgos partidistas y abrir la participación a otros sectores de la vida nacional.

De algún modo, ‘coincidiendo’ con la impostergable necesidad de organizarse y sincerarse bajo la ‘égida’ de la Unidad, ya se han expresado María Corina, Borges, y otros que no terminan de decir cómo;  y Guaidó ha reiterado su deseo de seguir como Presidente (E), sin saber cómo contar con un legislativo interino que ahora debe actualizar sus cargos directivos,  últimamente combinados con la Comisión Delegada de la AN extendida en funciones.

Observamos, que reemplazar al «poder» interino es un trabajo que requiere del cuidadoso consenso y del influjo sincero y no personalista de quienes son —sea por lo que sea— los ‘líderes’ opositores de Venezuela.

La oposición partidista debe adentrarse en los caminos hacia la Venezuela que deseamos, que ahora mismo están llenos de opciones viables y oportunas, como la reorganización misma en el marco unitario para ir hacia la Transición y a unas elecciones verdaderas; analizando la concha de mango que ofrece el referéndum revocatorio, en contradicción al Estatuto y, lo peor, con la posibilidad cierta de fortalecer lo cuestionado.

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