Lo profético de los santos Madre Carmen y José Gregorio Hernández: De Venezuela para el mundo | Por: Frank Bracho

Frank Bracho / 10 de mayo de 2025

Este viernes 9 de mayo de 2025, casi «pasando por debajo de la mesa» por tanta otra inmediata noticia, se conmemoró, merecidamente, en el Colegio de Belén de Caracas, a «la última santa que canonizara en vida, desde su lecho de enfermo, el muy recordado difunto Papa Francisco».

Ya en ello estriba quizás un primer especial gran signo profético: Francisco, en lo personal, seguramente mucho estuvo pensando en el ejemplo de la indoblegable fe y servicio hasta el final de la santa Madre Carmen, a pesar de que, como él, ella padecía de muchos «achaques» de salud.

Ambos, en verdad, compartían múltiples vicisitudes en tal sentido, incluyendo que les faltaba a los dos un pulmón y que padecían limitaciones locomotoras: Francisco, ya en silla de ruedas o en cama de delicado enfermo, y ella, sin un brazo de nacimiento y con las secuelas de un posterior aparatoso accidente de carretera. Sin embargo, ninguna de esas afecciones de salud física les fueron un obstáculo para empeñarse en un alto servicio hasta el final, como en la historia de Job en la Biblia.

Rasgo que no desconocían aquellos que habían bregado por su postulación, como la también muy recordada beata hermana San Luis, el devoto biógrafo Benito Prieto, el activo Cardenal Porras, el entonces Nuncio Papal en Caracas Pietro Parolin, Carmencita Nation y tantos otros asociados a la Congregación «Siervas de Jesús», fundada por la Madre Carmen, con legados tan memorables como los Colegios de Belén y Santa Ana, y el muy profético santuario inicial de la Virgen de Las Almas Consagradas en Carrizales.

Tanto Madre Carmen como José Gregorio Hernández, el primer gran santo venezolano cuya canonización también tuvo el apoyo de los nuncios papales Parolin y Giordano, fueron dos grandes seres de proyección nacional y universal.

Por sus múltiples virtudes admirables y su trascendencia, debemos conocer más sobre ellos y tenerlos en cuenta en toda actitud y acción. Madre Carmen nos dejó dicho, según sus Memorias Biográficas de B. Pietro: «Tenemos que ser la Iglesia que queremos que sea», un llamado similar al de Gandhi: «Sé el cambio que quieres ver en el mundo». Y José Gregorio, más allá de la imagen del «médico de los pobres», fue un sanador espiritual, franciscano terciario y poeta pacifista que ofrendó su vida a la paz de la Primera Guerra Mundial.

Por un mundo en mejor salud, tanto física como espiritual, recordemos el ejemplo de Jesús: un ser luminoso y sano en lo físico y espiritual, modelo de vida sencilla y sana para todos. Como se ha dicho en la Verdadera Vida en Dios: «Dar lo mejor de nosotros y dejar en manos de Dios todo el resto».

Pues, como afirmó San Agustín: «No corras, que a donde tienes que llegar es a tu propio corazón».

 

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