Los sacrificios de cada ciudadano empiezan antes de que raye el sol; porque justamente para poder llegar a tiempo, a su trabajo, a clases, a consultas médicas o a las diligencias diarias, la gente que no tiene carro, debe salir de madrugada para no llegar retardado, y aunque se vaya “para’o”, es mejor llegar a tiempo.
Las paradas en los últimos tiempos se mantienen abarrotadas, a toda hora, y ni hablar de cómo andan las unidades de transporte público: la gente guindando en la puerta, dobladas, unas sobre otras, sin que nadie pueda moverse. Esa es la realidad, que no es exagerada, porque basta con abordar una buseta para corroborarlo.
Asimismo, las unidades de transporte operativas andan a medias, con los cauchos lisos y en la mayoría de los casos con fallas mecánicas pero para no “parar” la unidad muchas veces arriesgan su vida y la de los pasajeros; hay algunas que dejan a medio camino a los usuarios, y a pesar de todos los esfuerzos del sector transporte, que viven de dicho trabajo, no se dan abasto, y por lo tanto, sufren los transportistas y los beneficiarios. ¡Auxilio! gritan usuarios y transportistas. La pregunta: ¿Quién podrá defenderlos?
¿Cómo ve el servicio del transporte público?