Pasaron las elecciones regionales. Una jornada en paz, donde el pueblo venezolano se expresó por la soberanía, la independencia, contra el intervencionismo imperial, contra la violencia, el terrorismo y la traición a la patria. Sin embargo, ya salieron los actores a desarrollar el libreto que le impone Donald Trump, Luis Almagro y el aparato político-propagandístico-militar- norteamericano: Gritan como locos y locas hubo fraude electoral en medio de un rechazo popular. La derecha opositora ganó cinco gobernaciones, allí sí se las aceptan, no hay fraude. Ya algunos de sus voceros desmienten señalando que no hubo fraude electoral.
A través de esta vía, quiero señalar que el imperio gringo tiene una agenda, un plan que viene desarrollando junto a sus lacayos contra Venezuela, contra el gobierno de Nicolás Maduro y contra el pueblo venezolano. Hemos visto como voceros yanquis y el propio desgastado secretario general de la OEA se pronuncian contra el proceso democrático electoral desarrollado con todo éxito en nuestro país. Lo que quieren es intervención y de una vez los traidores de la derecha venezolana corean como marionetas que las elecciones fueron fraudulentas. No tienen vergüenza, no les da pena. No tienen nada en la cabeza, solo son los pitiyanquis de los que nos habla el gran venezolano Mario Briceño Iragorry.
¿Qué está planteado? Desarrollar como se ha venido haciendo una correcta política internacional para romper todo tipo de cerco y bloqueo, además de sostener en el mundo la lucha de los pueblos contra el colonialismo, el intervencionismo y la soberanía de las naciones en lucha. De igual forma en nuestro propio suelo desarrollar de forma creativa un programa de gobierno y de acción continuamente movilizador, dinámico que incorpore masivamente a todo un pueblo en el hecho transformador y liberador. Un pueblo en marcha, en trabajo productivo y en el fortalecimiento de su conciencia nacional colectiva con profundo arraigo e identidad nacional que contrarreste la invasión de falsos valores de la indiferencia, el individualismo, de la cultura de la muerte.
En esta nueva etapa política deben elevarse las posiciones revolucionarias, patrióticas y antiimperialistas, la unidad cívico-militar debe profundizarse. La manera de gobernar debe corresponderse a un modelo de emancipación, es sacudir los vicios burocráticos e irse a las profundidades de los pueblos. Se debe gobernar con la gente, aprendiendo y enseñando, nutriéndose de las sabidurías populares.
Es en el seno de los pueblos donde encontraremos el camino de la patria soberana. Es un extraordinario momento histórico para desarrollar toda la capacidad creadora del pueblo venezolano.