En la reciente Exhortación Pastoral del Episcopado Venezolano (12-1-18) se afirmó lo siguiente: “La Asamblea Nacional Constituyente es inconstitucional e ilegítima en su origen y en su desempeño. En vez de limitarse a redactar una nueva Constitución pretende erigirse en un supra poder con funciones ejecutivas y judiciales. El Gobierno, con la “Ley contra el Odio y la Intolerancia”, nacida de la misma Asamblea, criminaliza toda manifestación en su contra y propicia la multiplicación y difusión de toda clase de rumores y especulaciones, cuyo efecto es consolidar un control absoluto de actividades y provocar el miedo y la autocensura”.
Si se tenía alguna duda de que lo anterior pudiera ser cierto, se corrobora con las declaraciones del Primer Magistrado, sobre las homilías del Arzobispo de Barquisimeto y del Obispo de San Felipe con motivo de la festividad de la Divina Pastora. Señalar males existentes hiere a quien pretende aparecer como el dueño de la verdad y de la conciencia de las personas.
En un interesante tratado sobre la tolerancia y la manipulación del filósofo Alfonso López Quintás, pinta así al manipulador: “el manipulador envilece al pueblo para tener libertad de maniobrar y evitar el riesgo de ser encarnecido. El manipulador no juega limpio, hace trampa, pero los hombres se dejan engañar de buen grado por quienes satisfacen sus apetencias elementales”. Y más adelante añade: “el manipulador es un tirano que se hace pasar por demócrata. El manipulador se las ingenia para engañar sin mentir. Procura que tú te engañes sin que él te fuerce a ello, aunque propicie el error. Para que la mentira constituya un recurso manipulador, debe ser llevada al extremo. El que miente respecto a algo de mucha importancia y lo hace de modo enérgico, poniendo en ello su prestigio personal tiene muchas probabilidades de que la mayoría se lo crea porque considera imposible que alguien se arriesgue de esa forma a ser desmentido”.
Conocer de cerca la capacidad constructiva de la tolerancia y el poder destructivo de la manipulación es presupuesto indispensable para fundamentar debidamente las relaciones humanas. La actitud tolerante se inspira en el amor a la verdad, y la verdad nos da salud espiritual, nos otorga energía y sentido. Es lo que han hecho y dicho nuestros obispos con el único fin de que construyamos entre todos la verdad que nos hace libres.
La amenaza contra estos dos obispos es un aviso, un alerta roja para toda la población. Si se actúa así contra dos miembros de la institución más creíble y confiable de nuestra sociedad, que pueden esperar el resto de los mortales, sino que el miedo y el terror se apodere de ellos para que no se atrevan a abrir la boca ni a tener ninguna iniciativa que roce los intereses de los promotores de la mentira y del abuso del poder.
Basta de sembrar tanto odio y violencia. Estamos necesitados de dirigentes que sean capaces de tender redes no para aplastar y dominar, sino para dar cabida al pensamiento plural, a la corrección fraterna y a la edificación de una sociedad tolerante, solidaria, condescendiente con todo aquello que nos permita avizorar un futuro mejor. Es lo que intentamos con sudor y lágrimas ayudar a tejer para que de nuevo nos reencontremos con misericordia y perdón en una Venezuela en la que quepamos todos sin distinción.