La algarabía en Tokio, Japón, era intimidante para cualquier boxeador, menos para el llanero que venía de conseguir a sangre y fuego tres títulos en categorías distintas, por lo tanto solo pensaba en la cuarta conquista. “La cuarta (victoria por título mundial) fue muy dura, con un japonés alto, pelo amarillo y con la estatura que yo tengo se me hizo mucho más difícil, pero gracias a Dios conseguimos ese cuarto título mundial”, recordó Leo “Torito” Gámez cuando completó una de las grandes hazañas del deporte venezolano.
Demostró al mundo que es más que un “Nacido para campeón” (como se comerció en Latinoamérica) como Rob Lowe en aquella película de los años 80 basada en hockey sobre hielo, es más bien, un “nacido para tetracampeón”. Ni siquiera el clon del señor Miyagi (personaje de Pat Morita en la saga fílmica “Karate Kid”) en la esquina roja del local pudo creer el repaso que el venezolano le dio a su pupilo Hideki Todaka para quedarse con la faja del peso súper mosca de la AMB (Asociación Mundial de Boxeo).
Desde el primer round se notó el plan de pelea, un veloz jab tipo “martillito” que contrarrestó siempre la ya conocida rapidez de los púgiles nipones para abrirle un paso constante a esos “mazazos” de derecha, tanto en forma de “upper” como en recto. Así fue como completó ese tetracampeonato inolvidable, inédito para la época.
“El Torito” en su largo trajinar boxístico no a todos les ganó, pero sí “los embistió” sin parar hasta el último campanazo, esas cruentas batallas le dejaron un saldo positivo de cuatro títulos mundiales logrados en divisiones distintas, siendo el primero que lo hizo en los pesos chicos.
Son pocos los que lograron ponerse cinturones o coronarse en cuatro pesos diferentes en general. El nicaragüense Román “Chocolatito” González luego emuló la hazaña en las mismas divisiones, hasta llegó a cinco cetros, pero quizás sin librar “las batallas” del nivel del venezolano. “A Román yo lo fulminaría”, dijo una vez el guariqueño para comparar el nivel entre épocas.
Leyendas como Manny Pacquiao saben lo complicado que es lograr esa hazaña en el difícil mundo del “deporte de las narices chatas”, ya en general, tomando en cuenta “el libra por libra”. Leo Gámez es un verdadero guerrero del ring, lo demostró hasta el último asalto cuando buscó su quinta gran conquista en súper gallo ante Johnny Bredahl en Dinamarca. Si, su último gran duelo por título mundial fue en tierra de vikingos, nada que temer para un gladiador que se fajó en lugares mucho más inhóspitos como los países asiáticos. En Corea del Sur siempre encontró alguna “bestia negra”, pero por nocaut nunca lo doblegaron.
Sus embestidas con el recto de derecha y sobre todo con el “uppercut” de la misma mano, fueron celebres. Con su metro y 59 centímetros de estatura, siempre que atacó se hizo gigante para sus rivales. Con gran valentía, sin ningún tipo de complejo, un llanero de esos, empecinado e irreverente, que calló muchas bocas desde el cuadrilátero.
Ramiro Machado y el doctor Gilberto Mendoza no se equivocaron cuando desde 1982 apostaron a él con la famosa empresa Ramacor.
LA FRASE
“Mis ídolos fueron Bernardo Piñango y Sugar Ray Leonard”
Un 14-F se enamoró del boxeo
“Me inicié en el Luis Beltrán Díaz de Maracay en 1978, con el profesor Antonio Escalona Barreto (+). Él ya hoy fallecido, fue quien me llevó a ser campeón por primera vez”, recordó con cariño y agradecimiento.
Cumplió su carrera en el nivel amateur. “Ahí fuimos peleando y ganando. En 1982, Ramiro Machado con el doctor Gilberto Mendoza, quien era presidente de AMB, hoy fallecido. Me dijeron que si quería pelear con Machado y yo acepté la propuesta”, recordó. Empezó así con la cuadrilla de Machado, la empresa Ramacor.
“En el mismo gimnasio donde me inicié, ahí debuté en el profesional un 14 de febrero de 1985”, recordó como precisamente un “Día de los Enamorados” cristalizó su amor con el boxeo. “Mi debut fue una pelea dura, duró los cuatro rounds pero salimos airosos gracias a Dios”, rememoró ese primer combate profesional ante Francisco García.
“El doctor Gilberto Mendoza y Ramiro Machado me apodaron El Torito, por el modo como yo peleaba. Era aguerrido, era para adelante y me llamaron toda la vida Leo”, reveló.
Sus primeras tres coronas
“La primera pelea por un título mundial es lo más duro para uno, yo apenas tenía seis peleas en el profesional pero gracias a Dios salió bien. La ganamos”, trajo a su memoria aquel 10 de enero de 1988, cuando salió con brazos en alto en la disputa por el cetro vacante del recién creado peso mínimo de la AMB en peso mínimo. Fue más que su primer cinturón, “El Torito” inauguró esa división. “Por eso, esa faja lleva mi nombre”, afirmó con gran orgullo.
Ser el primer campeón peso mínimo de la historia no fue fácil. Fue una de esas “temibles” visitas a Corea del Sur, en donde al contrincante local Bong-Jun Kim solo le aceptaban la victoria. Pero al final “El Torito” fue “El Torero”, venció por decisión unánime, aunque como se esperaba los jueces no fueron tan benévolos, porque cada tarjeta la encabezó por apenas un punto.
“La segunda también fue difícil pero ganamos el título también”, se refirió de manera simple al segundo título que hilvanó, pero fue la más trabajada, porque antes en Corea del Sur tomaron venganza del llanero “solitario” en un par de intentos en el peso mini mosca. La sede fue nuevamente la “tenebrosa” Seúl, en donde tuvo que enfrentar dos veces no a un coreano cualquiera, sino a Myung Woo Yuh, un tipo que venía de defender 14 veces su título en esa categoría.
Primero fue un 29 de abril de 1990, cuando los locales se salieron con la suya, una polémica decisión de dos puntos de ventaja en las tres tarjetas sobre Gámez. A nadie convenció el resultado visiblemente amañado a favor del asiático, tanto que la AMB mandó a una defensa obligatoria el 10 de noviembre de ese mismo año.
Esta vez fue más complicado para Gámez, el legendario asiático lo superó de forma categórica y consumó oficialmente su defensa número 16 en el peso. Un año después protagonizó otro duro intento fallido pero subió al mosca y peleó en otra ciudad coreana.
Un 10 de mayo en Incheon, cedió ante Yong Kang Kim en otra decisión unánime. Como buen guerrero, no desmayó, probó otra vez en el mini mosca. Exactamente el 21 de octubre de 1993 ya con Woo Yuh en el retiro, fue por esa vacante de AMB. Volvió con todo al continente asiático, pero en Tokio, donde noqueó en el noveno acto al japonés Shiro Yahiro.
La tercera fue la vencida, por fin se colocó el segundo cinturón, el mini mosca al que tanto le coqueteó. “La tercera victoria por título mundial fue más suave, fue con un argentino, con Hugo Soto”, recordó claramente el entrevistado, obviando con humildad las tres defensas exitosas que hizo del título de los 48 kilogramos.
Antes de coronarse por tercera ocasión, siguió el sube y baja en la báscula, de nuevo en mosca regresó a Corea del Sur, pero ahora más concentrado en esa división.
El 24 de marzo de 1996 vivió un nuevo capítulo de drama y acción de esa película asiática de Zhang Yimou que fueron sus viajes al Asia. Esta pelea mundialista fue en Tailandia con Saen Sor Ploenchit, con quien cayó en otra convertida decisión (esta fue dividida).
Tuvo que ponerse mucho más mosca, literalmente hablando, para conseguir su tercer gran objetivo. Lo hizo en un marcó mucho más fastuoso, porque fue su debut en la meca del boxeo, en Estados Unidos. El 13 de marzo de 1999 en el mitico “Madison Square Garden” de Nueva York, Gamez la pagó con el argentino Soto. Lástima que no fue en el MGM Grand de Las Vegas esa velada, porque el tres definitivamente hubiese sido el número de su suerte para jugarse en los casinos.
En la tercera vuelta tumbó por tercera vez al monarca reinante para convertirse en tricampeón mundial. Fue un nocaut fulminante para destronar a Soto que lo animó a ir a la conquista de los pesos súper mosca.
Sin dejar su faja mosca, ganó el interinato campeonil de la “súper” el 29 de mayo de 1999. Con dos títulos oficiales paralelos, fue por el absoluto de esas 115 libras. Antes perdió su defensa mosca en visita ante el tailandés Sornpichai Kratingdaenggym, específicamente en Tailandia (3 de septiembre de 1999). Lo noquearon por primera vez en su carrera, fue un golpe sorpresivo en el octavo asalto, precisamente cuando intentó terminar a un local que tuvo contra las cuerdas. A pesar del fuerte golpe en el mentón, Gámez se levantó, pero muy tarde, en el conteo se le fue la corona mosca.
Posteriormente (9 de octubre del 2000) en Japón logró el ansiado tetracampeonato ante “El Samurái” Todaka, a quien le dio una paliza pero después con el mismo nipón perdió ese cetro. Los que pensaron que el terco gladiador se quedaría de brazos cruzados y no ir por más gloria, pues se equivocaron. Buscó una quinta epopeya en el súper gallo, siempre queriendo probarse ante el mundo y ante él mismo. Chocó tres veces con la historia en nuevas disputas mundialistas, dos de esas ante viejos conocidos como su archirrival Todaka y el tailandés del apellido de las 11 consonantes.
Familia de sangre boxística
Silvio Rafael Gámez Leo es el nombre verdadero del nacido en Parmada, estado Guárico. “El boxeo es todo para mí, lo llevo en mi sangre, tengo un hijo que está peleando por allá en España”, afirmó Gámez. “Somos una familia de deportistas. Tengo dos hermanos que fueron boxeadores y ahora un hijo también”, insistió.
Se refiere a Otto Silvio Rafael Gámez Rosquel, conocido como “El Otro Gámez”, un boxeador que labra su propio camino en el nombrado país europeo. “Él es un peleador bueno que tiene que mejorar. Tiene 22 peleas y ha perdido tres”, describió a quien también es su pupilo. “Creo que va encaminado, si le pone corazón va a ser un campeón mundial”, consideró.
“Tengo cinco hijos más. Son en total tres varones y tres hembras”, destacó. Hace cuatro años falleció su esposa, sin duda el golpe más duro que recibió este fuerte guerrero, quien además recordó a sus también fallecidos padres Jesús Gámez y Ana Antonia Leo de Gámez.
LA CIFRA
57
Años cumplió este sábado 8 de agosto Leo “Torito” Gámez (nacido en 1963)
Aquiles Guzmán es su hermano
Tiene amigos que son como su familia, entre ellos su colega Aquiles Guzmán, otro grande, a quien enfrentó dos veces. “Aquiles es otro campeón mundial, somos compañeros, somos hermanos. Vivimos en el mismo barrio, compartimos, hacemos una parrillada o una sopita”, contó.
“El único latinoamericano que me ganó fue Guzmán”, resaltó. “Fue otro gran campeón, así como yo soy del llano, él es oriental, de El Tigre, de ahí donde nacen los campeones mundiales”, resaltó.
Los fanáticos del boxeo venezolano cuando piensan en un regreso para pelea de exhibición, de esas que están de moda entre peleadores longevos, como la de Mike Tyson y Roy Jones Jr, de seguro tienen en mente el ver a estos dos grandes exponentes criollos. Por eso el entrevistador le insinuó sobre esa posibilidad.
“Nosotros gracias a Dios estamos bien de salud, pero una pelea entre nosotros otra vez, no va”, contestó de inmediato. “Yo por lo menos no tengo por qué regresar al boxeo, para nada”, alegó que no tiene nada que demostrar. Gámez y Guzmán se enfrentaron un par de veces, con saldo de una victoria para cada uno.
Entrena y aconseja a prospectos
También tiene un gran aprecio a la familia de Guzmán, entre ellos su hijo menor Leonardo, un campeón nacional con gran proyección y que ya mostró su calidad en el cuadrilátero en Trujillo.
“Su hijo, Leonardo Guzmán, también puede llegar. Lo estamos encaminando a ser campeón mundial, con el favor de Dios lo llevamos poco a poco”, advirtió. “Así como soltamos a mi hijo para España, así estamos esperando para ver que nos ofrecen. Estamos conversando para llevarlo allá o para México”
“Tenemos que aconsejarlo para que no le pase como a nosotros”, se refirió al cuidado que hay que tener con los atletas que comienzan en el profesional. “No queremos que los roben como a nosotros”, soltó sin tapujos en referencia al manejo económico. Indicó que por eso revisan bien los contratos antes de llegar a algún acuerdo por los prospectos. Esa función de entrenar, manejar y aconsejar a los nuevos atletas, es la función a la que se dedica “El Torito” hoy en día.
-Fuente consultada: www.izquierdazo.com