Laura Sulbarán y sus recuerdos del tiempo / Por: Oswaldo Manrique

Sentido de Historia

 

Laura era una militante de la juventud católica y de la cultura, de firmes propósitos cuando se trataba de la lucha social, destacaba su esfuerzo y tenacidad. Morena, delgada, con un inmenso corazón y sensibilidad. Al despuntar la mayoridad, sus opiniones siempre expresaron de forma categórica sus simpatías y sus rechazos, no se anda con ambivalencias. Su carácter muy provinciano, encierra en el fondo su recelo andino, coincidente con la armonía ancestral.

Nació en uno de los pueblos más antiguos de Trujillo: La Puerta, que este año cumple 423 años de sus inicios coloniales, cuyos páramos y comarcas exhiben un mágico multipaisaje, en los términos de Erika Wagner, que dota a sus pobladores de un especial comportamiento humano.

Sus padres Martín Sulbarán y Froilana Rivas de Sulbarán, personas sencillas del campo, de esos que caracterizan y expresan el afecto y la conversación en la cotidianidad de estos pueblos. La supieron criar bajo los principios y valores cristianos, ha demostrado tener esa capacidad excepcional de asumir responsabilidades pesadas y permanentes, en favor del prójimo.

Participó en primera línea, siendo muy joven, en toda la lucha ambientalista, por la tierra y por la vida que se libró en La Puerta, en los años 80 del siglo XX, desde antes de la creación del Comité Pro Defensa. Por eso y por su actitud perseverante y trabajadora en cuanto a hechos y personajes, tenía fama de extrema y radical en los planteamientos. Es Laura Sulbarán, alfarera social, cultural y religiosa.

Como lo sigue  manifestando con su actitud y recuerdos, en su temperamento no cabían negociaciones con Inturesa, el consorcio promotor del macro proyecto urbanizador en su parroquia, ni toleraba los políticos que lo apoyaban. No tenía ideología partidista, salvo sus valores cristianos, y eso lo expresaba en sus palabras y en la acción: la unidad de propósitos, defensa de su pueblo y de la vida.

 

En la pelea ambientalista de La Puerta. Los inicios

 

La memoria fotográfica aporta mucho al proceso de reconstrucción histórica local. Hablamos de aquellos inicios de la lucha ambientalista de los años 80 del siglo pasado. Le referí lo ocurrido el 28 de mayo de 1980, cuando se alzó un grupo de hombres y mujeres de la comunidad y se fueron a la construcción que estaba haciendo Inturesa frente al hotel Guadalupe. Laura no participó ese día, la noté emocionada cuando le toqué este punto,  <<sí, a raíz de eso, se formaron varios grupos, para distintas actividades, para distintas partes y fue importante la creación del Comité>> (Conversación con Laura Sulbarán, en La Puerta, el jueves 9 de junio del 2022); se refiere al Comité Pro Defensa de La Puerta, la organización que le dio direccionalidad a la lucha ambientalista, en la que ella participó.

Recuerda ella, que se enteró del problema, un día cuando llegó a su casa <<el profesor José Antonio Montilla, «Montillita»,  de Valera, sociólogo, con otra persona que no recuerdo quién era y empieza a decir que en La Puerta iban a ejecutar una obra de una suma de dinero muy grande, y habló del daño que podía causar al paisaje>> (ídem);  eso le comenzó a ocupar la cabeza, el corazón y su tiempo.

Laura, ha sido y es además de responsable con su familia, una mujer muy religiosa, de la acción social de la Iglesia, pero, el asunto de la defensa de su comarca lo privilegió desde aquella conversación y reflexión, al respecto dijo <<Yo joven y amante de mi valle y celosa con la naturaleza, me tomé muy a pecho esa lucha. Lo primero que hice fue, quitarle un biombo a mi papá, que lo tenía en su cuarto como división y lo forré de papel, le fui pegando todos los reportajes y declaraciones y avisos que iban saliendo en la prensa  relacionados con el conflicto de La Puerta, y lo puse aquí en la calle, frente a la tienda. La gente se paraba a leer y a preguntar, y luego la casa se fue convirtiendo en punto de información y de reuniones>>; fue su primer aporte a la lucha.

Manifestando su formación religiosa, me dio a entender que en aquellos años le retumbaba una voz cristiana en su conciencia, trajo a colación a una guerrera religiosa,  recordó a <<Juana de Arco, de alguna manera pensar en sus luchas, me fortalecía, algo me anunciaba ella de lo que iba a ocurrir en La Puerta>>; al parecer, la hizo pensar mucho y Laura sabe interpretar las señales de ese guerrero llamado tiempo.

Fíjese que, <<en esos días se realizó en casa de los Viloria, una reunión de muchachos y muchachas, muy entusiasmados por defender al pueblo, que ayudó a concientizar a la gente, y los mayores que fueron, se terminaron de convencer>>; la amenaza de aislar al viejo pueblo campesino, estaba en marcha, y las primeras columnas del ampuloso desarrollo vacacional urbanístico, se estaban construyendo.

Relató que su casa de la avenida Bolívar con 3a. Calle, de La Puerta, <<sirvió para reuniones, foros, y fue sitio de durmienda de los que venían a apoyar la lucha, aquí estuvo Fruto Vivas, el magistral arquitecto, José Manuel Cabral, considerado el primer ecologista del país, también José Moya, Crisanto Pérez de organizaciones ambientalistas>>; todos en la familia Sulbarán, se incorporaron a la lucha contra el desarrollismo urbanístico depredador.

Para ella, fue una especie de escalada contra La Puerta, <<comenzaron a brotar diferentes proyectos urbanísticos como el de La Maraquita, el de los Chalets, el Cordillera, me acuerdo que invité al Presidente de la Junta Comunal de aquel tiempo, para que subiera de 5 a 6 de la tarde, a La Lagunita, y viera aquello, que belleza; pero él quería desarrollo urbanístico en La Lagunita y Quebrada Seca, a lo que se opuso el Comité>>;  que eran las posesiones de la familia Burelli.

 

Alí Primera en La Puerta. Lo trae la Federación de Centros Culturales

 

Trujillo en las tres últimas décadas del siglo pasado, se caracterizó por tener un activo movimiento cultural popular, que se fortaleció con la creación del Nurr de la ULA. Laura formó parte de ese movimiento cultural, y me dijo: <<En Valera existió la Federación de Centros Culturales, con Alfredo Matheus, que conocía por los asuntos culturales, era amigo del profesor Montilla. Se buscó el apoyo de Alfredo, ellos hicieron una invitación a Alí, para La Puerta, a través de Nubia Uribe>>; Nubia, es una destacada promotora cultural del estado Trujillo.

Refiere Laura que, <<Un día me llama Luis Villarreal, y me dice que Alí va a estar en la emisora, Turismo, necesitábamos hablar con él, porque se va para Motatán. Me encomiendan hablar con él y me voy pa’ Valera. Subí a la emisora y allí estaba. Le dije: – Alí sabe lo que está pasando en La Puerta, y estamos contando con UD, no nos falle, estamos contando con UD», y me lo traje, ésa fue la primera vez que vino>>. La emisora radial era Radio Turismo, a pocos pasos de la parada de busetas de La Puerta, en la calle 16 de Valera.

Por fin le llegaron noticias de la solidaridad, <<habíamos tomado la Medicatura, porque no había médico. En la madrugada, llegó Alfredo Matheus con varios jóvenes de Valera, y me dijo que venía Alí, con el grupo Ahora y Antonio Acosta Márquez y comenzamos a organizar para el 3 de agosto>>, se le notaba la emoción, recordando aquellos momentos de espontaneidad y de sus  comienzos en la lucha ambientalista.

Los preparativos del acto de Alí, motivó a mucha gente, aquí  y en los pueblos vecinos,  <<A comienzos de 1981, elaborábamos un discurso ecológico y campesino, era algo nuevo para nosotros; y organizando lo del acto en la plaza. Alfredo nos confirma que venían con Alí Primera, Los Guaraguao, el grupo Ahora, Antonio Acosta Márquez, Canto a un Pueblo, el Tepuy, grupo de Tamunangue y el declamador Balbino Blanco>>, eso los entusiasmó más.

 

Andando con Alí Primera.  Las primeras anécdotas

 

Laura se convirtió de hecho en la estafeta del Comité, y correaje con Alí Primera y los grupos culturales. Con su habitual sencillez, contó que, <<Un día, Alí se molestó conmigo por algo que estaba en la agenda y a él no le gustó, y me dijo «coma mierda Laura», y yo no me le quedé callada y le contesté «sabe cómo es la cosa, Ud. también coma mierda» >>; sin duda, una equilibrada discusión.

Reconoce que a veces, la sorprendía, <<Otro día, me llama por teléfono, al de la casa, en aquel tiempo no habían celulares y me dijo: Laura estoy en Barquisimeto, ando un poco mal, ¿a ti por casualidad no te molesta el oído derecho? No supe qué contestarle>>; cosas de Alí.

En la sala de la casa de los Sulbarán, hubo otra extraña reacción del Cantor, recuerda Laura que, <<conversábamos en un grupo y dije: a mí siempre me molestó la derecha (como expresión política). Inmediatamente Alí, me dijo: ¡Dejémoslo así!>>; por supuesto, ahí quedó el asunto.

 

En la búsqueda de apoyo a la causa del pueblo puertense

 

Los comienzos de la lucha de La Puerta, en lo que se refiere a la concienciación y participación de la gente, los factores de solidaridad, los apoyos externos y la misma organización de eventos, para los puertenses era algo nuevo, desconocido, fueron aprendiendo sobre la marcha. Una de las primeras motivaciones, según Laura, fue cuando se enteran que, << Alí estaba interesado en el problema de La Puerta. Que tratara de asignar comida a los distintos grupos culturales y musicales, para lograr un perfecto desarrollo del acto de la plaza, como darle mejor acogida o incentivarlos para que se quedaran más tiempo en el pueblo>>, estas palabras denotan la necesidad del Comité, en ese momento, de obtener apoyo y solidaridad.

Igualmente, le pidieron a ella que, << si es posible promocionar a través del perifoneo o cualquier tipo de propaganda>>. Hay algo anecdótico en esto. Benito Rivas de la dirección del Comité Pro Defensa, recuerda que, <<usaban el carro de Alfonso Briceño, también directivo y lo llamábamos «Valmóvil N° 1», él venía los fines de semana a La Puerta, porque estudiaba en la ULA en Mérida. Cuando yo venía de Maracaibo, se usaba mi carro para perifonear, y lo llamaban «Valmovil N°2»>>; el evento tuvo su buen impacto en cuanto a información, toma de conciencia y participación; toda la comunidad, se apiñó esa tarde hasta sobre los árboles coreando las canciones rebeldes de Alí y el grupo de músicos que lo acompañaba, en la plaza Bolívar se escucharon frenéticas griterías contra las insanas intenciones de Inturesa. Lluvia de consignas y de pitas contestarías.

 

Sólo dos veces, estuvo en La Puerta

 

Caminó por las calles estragadas de Boconó, luego Carache, Valera y las de nuestro pueblo en lucha contra el urbanismo depredador, con Alí Primera, cantautor del pueblo venezolano, quien a través de la música bolivariana nos dejó su legado de libertad.

Fue enfática Sulbarán, en despejar esta duda: <<Alí vino dos veces a La Puerta>>. Los organizadores del acto, muy motivados, les palpitaba sus recios corazones, la lucha avanzaba y ahora no estaban solos, <<después del acto, se quedó en el pueblo, en casa de la Nena Vargas, había estado en La Lagunita>>, quedó encantado de tanta belleza natural.

Sin duda fue poca la estadía del Cantor, en este pueblo trujillano, pero fue intensa y significativa, <<un día se fue a Quebrada Seca, fue a un sancocho que le prepararon, le encantó>>; bastó ese tiempo, para que él percibiera la realidad de nuestros campos y recogiera el sentir de este pueblo.

 

<<Todos querían estar en la casa>>

 

Se refiere a su casa materna, la de los Sulbarán. <<Aquí se quedó el destacado arquitecto y ambientalista Fruto Vivas, porque aquí mismo se hizo un foro, estuvo José Manuel Cabral, primer ecologista del país, también se quedaron los del grupo Ahora, el gordo Páez>>, eran reuniones importantes y fundamentales, por las exposiciones de los conocedores de la lucha ambientalista, y los jóvenes puertenses, aprendiendo y formándose.
Recordó nuestra amable interlocutora, que <<En esta casa, mi mamá muy atenta con los que llegaban, además se convirtió en sitio de información, se hacían reuniones, en el salón que era grande, se hicieron foros>>. Fue un punto de logística importante para la lucha que había emprendido.

Al cabo de la actividad en el pueblo, Alí, clamaba por un teléfono, no existía el celular. Le dijo a Laura, <<no tengo teléfono y necesito comunicarme con Coro. Consígueme un teléfono. Le dije a Ramona Combita, que se lo prestara, que yo le buscaría los 500 bolívares para la renta. El hombre se alargó hablando y yo preocupada, después me daba pena pasar por la casa de la señora. Entendí que él estaba llamando a la novia y las conversas así, se alargan>>.  Al transcurrir el tiempo, se hizo más fluida la comunicación con él, y mayor confianza.

 

La cabellera de Alí

 

 

De esas ocurrencias de Alí, rememoró que, <<En una oportunidad, le digo: usted si se toca el pelo, me contestó: ¡Claro, para verme bonito!>>, una respuesta alegre, porque no era un hombre vanidoso.  Pero un día, le había encargado algo a uno de mis hermanos, <<Consíganme miel para la garganta.  Alfonso, le compró media botella con sello, y cuando la vio le dijo: ni lo intente, eso no, que sea criollita. Y para la garganta pidió jengibre>>, cuidaba sus cuerdas vocales, la garganta.

 

Último concierto en Caracas

 

En aquellos años 80, <<en una de esas conversaciones con él, me dijo: Yo quiero que vayas a ese concierto. Teníamos los Sulbarán, un apartamento en el Retiro, por San José del Ávila. Alí dice, y cuando termine el concierto te mando para allá.  Quizás él pensaría que se me haría difícil ir>>; mujer de decisiones y acción.
Siguió contando que cuando se acercó el día del concierto, <<le pido a mi hermano Gilberto, «deme la cola», y me fui a Caracas,  llegué a la tarima, en la avenida Bolívar, cuando José Vicente era candidato y Alí cantó. Me subo a la tarima arriba, muy alto aquello, voy subiendo la escalera confiada y empoderada. Me paran los de seguridad y me dicen ¿para dónde va? Vengo de Trujillo y voy a hablar con él y hacerle una entrevista. Me dejaron seguir, Alí cuando me ve, me dijo sorprendido: ¿Laura cómo hiciste para llegar aquí? Solo le respondí: Tú me dijiste que viniera y aquí estoy>>; como toda una soldado.

En ese momento, Laura materializaba esa cualidad del trujillano, que llamó Don Mario Briceño Iragorry, la «extraversión telúrica», que se lleva cuando nos convencen las causas nobles. Agregó a la conversación, que Alí le preguntó: << ¿Cómo hiciste para pasar la seguridad?  
– Les dije que te iba a entrevistar. Él replicó: – ¿Y tus credenciales? 
– ¿Y eso qué es? Le contesté.
 – Lo que te acredita como periodista. Me dijo, quédate quieta por ahí. Me llevaron a la casa, a las tres de la madrugada>>. Fue un acto multitudinario.

 

Sus ideas las expresaba hasta en el mínimo detalle

 

Una vez, el Alí integral, les dio una lección cultural, que Laura no olvida, y lo cuenta: <<Cuando lo acompañamos al Canto en Carache, y también, al de solidaridad con los damnificados de Boconó; fui con Sofía de Frías. Recuerdo que fuimos a una casa donde nos invitaron, y él entró a la cocina, e inmediatamente cambió de temperamento y lo notamos todos,  fue que se molestó porque habían muñecos negros de madera, que tenían ahí de adorno>>; sus convicciones de respeto a los afro descendientes, no permitían que se les convirtiera en muñecos o adornos de cocina.

 

Los valores y principios cristianos de Alí

 

En el comedor de la casa, conversábamos de posiciones que mantiene la Iglesia, y casi de forma explosiva dijo: <<En mi casa también se preocupan por los sacramentos. Laura, cuando yo me case, la que vaya a ser mi esposa, no le voy a permitir píldoras anticonceptivas y menos control de natalidad, si Dios me tiene para darme 18 hijos, no voy a pensarlo>>. Convicciones de Alí, sobre la vida, como principal valor de la humanidad.

 

Una anécdota repetida en Carache

 

Con su muy particular sonrisa, recordó algo que les pasó yendo a Carache, tuvo dudas para contármela, y me dice que no quiere que la escribiera, al rato la convencí. Emocionada y con su habitual franqueza, la soltó: <<Mi hermano Ramón lo quería conocer. Él se iba en cola a Mérida. Un día se fue a Mérida, y estando en el Páramo El Águila, los de un carro funerario pararon y  le dieron la cola. Llevaban una urna.  El carro estaba hediondo de flatulencias. El chófer iba malo del estómago. Con los vidrios arriba, porque no aguantaban el frío. Ramón aguantó hasta que llegó a Mérida. Mi hermano le echó el cuento a Antonio Acosta Márquez, aquí en la casa y éste en Caracas, se lo contó a Alí>>;  Laura, se reía a carcajada batiente al contarme esto.

Seguidamente, retoma el hilo de la conversación: <<Cuando vamos hacia Carache, Alí me dice que le había pasado lo mismo que a Ramón, y me  cuenta: yo estaba pequeño y dormíamos cuatro en la cama, y cuando había sopa de caraotas, los más grandes para asustarnos, se ponían a hablar de espantos, y yo que era el más pequeño me daba mucho miedo y el único que se tapaba la cabeza era yo, me tocaba calarme la ventosidad de mis hermanos… «y a mí, si me tenían jodido»>>.  Cosas de Alí, para las carcajadas.

Mujer de mucha fe, Laura considera hoy, a más de 40 años de aquellos hechos que perduran en sus recuerdos, y a pesar de la partida física de Alí, que la lucha aún continúa. ¡Gracias amiga Laura!

Salir de la versión móvil