La palabra “laudatosificar” se refiere a la acción de hacer de la encíclica “Laudato si’” (Alabado seas) una guía para la praxis activa de las personas, las familias y la sociedad en general. La palabra la encontré en el Reporte Laico Católico, el excelente portal que dirige la periodista Macki Arenas, que informaba de una charla titulada «¿Cómo Amazonizar la Iglesia y Laudatosificar la sociedad?» del cardenal Barreto en Perú.
Esta carta encíclica del papa Francisco, publicada el 24 de mayo de 2015, es un formidable documento para la reflexión y la acción en el cuidado de “la casa común” como le dice al Universo y al planeta Tierra. La palabra del pastor viene acompañada del asesoramiento de lo mejor de la comunidad científica y del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC); así como de asesores en los campos teológico y filosófico. Su publicación ha causado un enorme impacto en el mundo y fue uno de los antecedentes para que todos los países del mundo firmaran la Agenda 2030 que contiene los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible.
El propio Vaticano creó un Discaterio (especie de Ministerio de la Curia Romana) para el Desarrollo Humano Integral, y puso al frente al Cardenal Peter Turkson, de la diócesis de Sekondi-Takoradi de Ghana, quien se encargó de coordinar el trabajo teológico y científico que le permitió al Papa escribir este documento. Así se han desplegado en muchas partes del mundo una serie de actividades que se mueven bajo las orientaciones de esta encíclica.
El giro al pensamiento social de la Iglesia, a la naturaleza misma de los conceptos del humanismo cristiano y a los compromisos de toda la iglesia por el desarrollo sostenible e integral que trae aparejado este documento, es de una gran amplitud y profundidad, y tendrá enormes repercusiones, tanto por los razonamientos sobre la magnitud del problema ambiental y social del mundo, por las bases morales, teológicas y científicas que plantea, el novedoso concepto de la ecología integral que define, como por los compromisos prácticos que exige a la propia iglesia universal, a los organismos internacionales, las naciones, y también por las acciones que se deben hacer desde lo local y personal, y el compromiso por la ecología integral que deben asumir las diócesis y las parroquias en su praxis pastoral cotidiana. A ver si a la salvación de las almas sumamos la salvación del planeta.
“Laudatosificar” a la sociedad es impregnar de este mensaje y a todas las personas y organizaciones, y concretarla en la praxis en la seguridad de que los resultados vas a ser mejores personas y mejores comunidades. Es importante que religiosos y laicos, y todas las personas, leamos y estudiemos esa carta encíclica, nos la apropiemos y la incorporemos como una guía para la acción.
“Laudatosificar” la sociedad consiste en vivir en la cotidianidad la tarea de salvar al hombre contra su propia destrucción y la de su entorno, admirando y amando las maravillas de la creación, desde la persona humana como parte de un sistema mayor que es toda la obra inconmensurable de Dios.
“Ladatosificarnos” es asumir personalmente y de manera individual el mensaje de la Encíclica y sentirnos parte de un sistema vivo, inconmensurable y en movimiento, que está conformado por todo lo creado, lo cual podemos contemplar y aprovechar para existir y coexistir desde el tiempo y el lugar que ocupamos.