He aprendido a, eso intento, dar vueltas en el interior de la casa grande y mirar por sus ventanas. En el desafío de decir de muchas maneras, y de hacer de muchas maneras, nos vamos reconociendo en un movimiento delicado de signos, símbolos y sentimientos. Es oportuno aclarar esta figura doble de casa interior. Es, al mismo tiempo, nuestro cuerpo y también es el lugar donde se habita, por lo menos es, el lugar donde estamos de visita. Sugiero así una combinación particular inicial entre lo que somos desde este lugar doblemente habitado. La pura existencia interior, la conciencia de ser, nos exige entrar en diálogo con esta casa simbólica y existencial.
“Recorro esta casa, le doy vueltas y vueltas. Cada vez descubro una nueva ventana, apago y enciendo las luces y siempre aparecen las otras cosas que no se ven a simple vista”. Este movimiento ha sido prohibido por las razones del poder, esa fuerza humillante de la libertad de los seres humanos.
Algunas veces no tengo a nadie cerca para tomarle de la mano o simplemente no es necesario. Ayer por una de las ventanas veía a unos irse sin decir adiós, mientras otros llegaban sin algarabía y llenos de secretos. El flujo en la sala casera interior no puede padecer de parcialidades, todos se permiten entrar e irse. También hay quienes fingen entrar o no pueden entrar, no son capaces, alguna cobardía del pretérito los ataja.
Diluyo en un poco de agua un poco de realidad con extractos de sueño. Al escribir esta oración poética pienso enseguida en aquellos seres dados a decir “el pueblo no entiende”. Cada quien entiende a su manera, no somos perros con collares controlados por los hilos de los amos.
Si cada quien en su casa interior va descubriendo nuevas ventanas y supera los silencios de los miedos, será un esclavo menos y un agregado propositivo a la vida cotidiana asediada y controlada. La casa de la realidad es una casa invadida, bajo custodia del poder incapacitado para la libertad y el amor. Vamos a la sala casera, estos temas deben entrar a la conversación para organizar la casa de otra manera. Cada quien con cada cual en su capacidad comunicativa de decirse las cosas que no se pueden decirse de otras maneras. Inventemos entonces los medios de la sala casera donde participe sin límites nuestras interiores casas.
Esto es otra cosa, esto es otra casa. No se trata de evaluar derrotas o victorias. Se trata, en buena lid, de mirar a través de la ventana de las transformaciones…
Juancho José Barreto González
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