Todas las dictaduras se han caracterizado por su odio a la libre expresión de las ideas en las universidades. En efecto, es importante conocer algunos antecedentes históricos como el del Fascismo en Italia instaurado por Benito Mussolini (1883-1945) desde octubre de 1922 hasta julio de 1943. Un importante precursor del Fascismo fue el movimiento conocido como ‘Futurismo’ fundado por Emilio Filipo Marinetti (1876-1944) el 20 de febrero de 1909 con su ‘Manifiesto del Futurismo’ que entre otras ‘perlas’ dice: “Nosotros queremos glorificar el militarismo (…) queremos destruir los museos, las bibliotecas y todas las academias (…) liberar este país de la fétida gangrena de sus profesores”. En el año 1929 Marinetti fue nombrado ‘Secretario del Sindicato Nacional Fascista de los Escritores y Académicos de Italia’.
Por otra parte el filósofo italiano Giovanni Gentile (1875-1944) fue uno de los máximos exponentes del ‘idealismo filosófico’ italiano del siglo XX y argumentaba que nada es real excepto el acto puro del pensamiento y de ahí el nombre de su filosofía como ‘Actualismo’ o ‘Idealismo Actual’ o ‘Teoría del Espíritu como Acto Puro’. Gentile fue Ministro de Instrucción Pública entre 1922 y 1924 y vamos a citar textualmente lo que se dice en el conocido Atlas Ilustrado del Fascismo (1): “En 1923 Gentile expuso las medidas de la reforma de la escuela. La más ‘fascista de las reformas’ como pomposamente la presentó Mussolini, tenía una impronta autoritaria (…) El ‘Estado educador’ debía dar pruebas de su poder, primero en la escuela y luego en la sociedad; no sólo se organizó la estructura escolar en un sentido estrictamente jerárquico, sino que desde el punto de vista pedagógico – ideológico todas las decisiones iban dirigidas hacia una escuela ‘anticientífica’. Se aseguró absoluta preeminencia a la instrucción clásica (el gimnasio-liceo de formación de las élites dirigentes) y fueron postergados los estudios científicos, técnicos y profesionales” (pags 56-58)…..¡Nótese la actitud anticientífica del fascismo!!!!…..Pero sigamos citando: “Gentile dedicó una gran atención al mundo universitario (…) inspiró a uno de sus hombres de confianza, el Ministro de Educación Nacional Balbino Giuliano, la imposición a los profesores universitarios del juramento de fidelidad: el decreto de 28 de agosto de 1931 integró al juramento de fidelidad ‘a la patria’, impuesto ya en el reglamento general universitario de 1924, la fórmula de devoción ‘al régimen fascista’. Sólo doce profesores se negaron al juramento y fueron expulsados” (pag 91). También existían los Grupos Universitarios Fascistas y “Entre sus actividades culturales se puede recordar la Escuela Mística Fascista (Milán, 1930) que debía propagar los ideales de vida fascista mediante conferencias, convenciones y a partir de 1940, glosas de los discursos mussolinianos (Lecturae Ducis)” (pag. 93). Asimismo “La divisa de la Juventud Italiana del Lictorio, institución fundada en 1937 para organizar a la juventud fascista era “Creer, Obedecer, Combatir” (pag. 97).
Por otro lado, es pertinente recordar que Adolf Hitler (1889-1945) acabó con la autonomía universitaria y veamos la lumbrera que escogió para dirigir la educación: “Para dirigir el ‘Ministerio del Reich para la Ciencia, la Educación y la Cultura Popular’, cuya misión era que el Reich unificara y controlara toda la ciencia alemana dentro y fuera de las universidades (…) Hitler nombró a Bernhard Rust, que había sido un maestro de escuela de provincia despedido por abusar sexualmente de una alumna y evadió el juicio con el argumento de que sufría enfermedad mental. Para Rust el propósito de la educación era crear Nazis”. Las reglas de las universidades fueron cambiadas y los rectores eran designados por Rust que: “En 1933 decretó que los estudiantes y profesores debían saludarse con el saludo Nazi ‘¡Heil Hitler!’ (2). Ese saludo significa: ‘Salve Hitler’. Los estudiantes y los profesores fueron incitados para actuar como informantes policiales y el 8 de abril de 1933 llegó un memorándum a las ‘Organizaciones Estudiantiles Nazis’ que ordenaba quemar los libros ‘destructivos desde el punto de vista cultural’ de las bibliotecas públicas y universidades. La ‘Asociación Alemana de Estudiantes’ comenzó su actividad en mayo de 1933 y los libros de autores anti-nazis o judíos fueron quemados. Los profesores y estudiantes judíos fueron expulsados de acuerdo a la ‘Política Racial de la Alemania Nazi’. Entre los profesores universitarios eminentes que fueron expulsados o se vieron forzados a huir a otros países podemos mencionar a: Albert Einstein (1879-1955), físico alemán judío y Premio Nobel de Física en 1921. Fritz Haber (1868-1934), químico alemán judío y Premio Nobel de Química en 1918 que fue expulsado en 1930. Otto Fritz Meyerhof (1884-1951), médico alemán judío y Premio Nobel de Medicina en 1922. Max Born (1882-1970), físico alemán judío y Premio Nobel de Física en 1954. Martin Buber (1878-1965), filósofo israelita. Ernst Bloch (1885-1977), filósofo alemán de familia judía. Theodor Adorno (1903-1969), sociólogo alemán judío. Max Horkheimer (1895-1973), filósofo alemán judío. Herbert Marcuse (1898-1979), filósofo alemán judío y Ernst Cassirer (1874-1945), filósofo alemán de origen judío. En efecto, Hitler respecto a la libertad académica de los profesores dijo: “Nosotros estamos al final de la Era de la Razón (…) No existe una verdad ni en el sentido moral ni en el sentido científico (…) el eslogan de la ciencia objetiva ha sido acuñado por el profesorado para escapar de la necesaria supervisión por el poder del estado” (3). Vemos que Hitler despotricaba de la ‘Era de la Razón’ o ‘Ilustración’, que fue el movimiento filosófico y científico que enfatizaba las actitudes racionales, libertarias y anti-supersticiosas, que hubo en Europa principalmente en el siglo XVIII.
También es importante recordar que el farsante Hitler se disfrazaba de ‘socialista revolucionario’ y el 1 de mayo de 1927 pronunció un discurso incendiario contra el capitalismo: “Nosotros somos socialistas, somos enemigos del sistema económico capitalista (…) y estamos decididos a destruir este sistema capitalista en todos sus aspectos” (4).
También tenemos que recordar siempre el famoso incidente el 12 de octubre de 1936 cuando el intelectual vasco Miguel de Unamuno (1864-1936) tuvo un enfrentamiento verbal con el general fascista español José Millán Astray y Terreros (1879-1954). Veamos los detalles.
Millán Astray era un veterano de guerra inválido que sólo tenía una pierna, un ojo, un brazo y pocos dedos en la mano que le quedaba. Su lema era: ‘¡Viva la Muerte!’. El mencionado día se celebró el ‘Día de la Raza’ en dicha universidad cuyo rector era Unamuno. Después del inicio formal, el general Millán Astray intervino y atacó violentamente a la Provincia Vasca y la Provincia de Cataluña por sus pretensiones autonomistas diciendo: “son un cáncer en el cuerpo de la nación. El Fascismo que sana a España, sabrá como exterminarlas cortando la carne saludable como un cirujano sin sentimentalismos”. Entonces uno de sus seguidores gritó: ‘¡Viva la Muerte!’, y Millán Astray coreó con sus seguidores: “¡España…Una!…¡España…Grande!…¡España…Libre!”. La Falange era el partido fascista español fundado en 1933 y los falangistas presentes en el acto hicieron el saludo fascista ante el retrato del dictador militar español Francisco Franco (1892-1975). Entonces todas las miradas se dirigieron a Unamuno que era vasco y dijo: “todos ustedes me conocen y saben que soy incapaz de quedarme callado. Hay ocasiones en las cuales permanecer en silencio es mentir. Porque el silencio se puede interpretar como consentimiento (…) Hace poco escuché un grito necrófilo y absurdo: ‘Viva la Muerte’ (…) El General Millán Astray es un inválido, dicho crudamente. Es un inválido de guerra. También lo era Cervantes (…) Me duele pensar que el General Millán Astray oriente la psicología de las masas. Un inválido que carece de la grandeza de un Cervantes buscará alivio causando mutilación a su alrededor”. Entonces Millán Astray le interrumpió violentamente vociferando: “¡Abajo la Inteligencia!…¡Viva la Muerte!” en medio de las estruendosas ovaciones de sus fanáticos seguidores fascistas. Entonces Unamuno prosiguió: “Este es el templo del intelecto y yo soy su máximo sacerdote. Es usted el que profana su recinto sagrado. Usted vencerá porque tiene demasiada fuerza bruta. Pero usted no convencerá, porque para convencer usted necesita persuadir, y para persuadir usted necesita lo que no tiene: Razón y derecho en la lucha” (5).
En contraste con las ideas de los fascistas, es importante recordar que Simón Bolívar (1783-1830) decretó la autonomía universitaria el 24 de junio de 1827 y fue un gran amante de las universidades, pues dotó a la Universidad de Caracas de ricas haciendas para que con sus rentas se financiase garantizando su independencia económica. En consecuencia, debemos defender la autonomía universitaria, que es muy importante para el librepensamiento, la democracia, la racionalidad y la ciencia NOTAS: (1) ‘Atlas Ilustrado del Fascismo’. Textos de Francesca Tacchi y Jesús de Andrés. Susaeta Ediciones S.A. (2003) (2) Pags. 197 y 244 en Timothy Ferris (2010) ‘The Science of Liberty’. HarperCollins Pub. (3) Pag. 188 en Noretta Koertge (Ed., 2005) ‘Scientific Values and Civic Virtues’. Oxford Univ. Press. (4) Pags. 224-225 en John Toland (1976) ‘Adolf Hitler’. Doubleday. (5) Pags. 443-444 en Hugh Thomas (1965) ‘The Spanish Civil War’. Penguin Books.
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