París, 20 abr (EFE).- Manifestaciones de protesta, abucheos e incluso lanzamiento de huevos siguieron al presidente francés, Emmanuel Macron, por segundo día consecutivo en sus desplazamientos fuera de París para promover la reconciliación y reconectar con la ciudadanía tras la crisis por la reforma de las pensiones.
Tras el complicado paso por Alsacia (noreste) de este miércoles, Macron viajó hoy al departamento de Hérault (sureste) con una agenda centrada en la educación y acompañado por el ministro de esa cartera, Pap Ndiaye.
Las medidas de seguridad se incrementaron para controlar el paso de manifestantes y la prefectura (delegación del Gobierno) de Hérault llegó incluso a prohibir «el uso de dispositivos sonoros portátiles» -sin añadir detalles precisos sobre la naturaleza de estos ítems- o que «emanen de vehículos no autorizados».
Esa medida se impuso después de que los opositores a la reforma de las pensiones hayan estado convocando caceroladas para expresar su descontento.
El ruido, los abucheos y los gritos de «Macron dimisión» habían marcado ya la víspera en Alsacia, en el primer contacto del presidente con los franceses desde la aprobación del polémico retraso de la jubilación mínima.
Este jueves, la pequeña localidad de Ganges, donde fue recibido por autoridades locales y visitó un centro educativo, Macron aseguró que es normal que «el enfado se exprese» y que él no esperaba otra cosa, pero eso no le «impedirá» continuar viajando por Francia.
El presidente dijo estar abierto a hablar con la gente, «pero si solo están dispuestos a tirar cosas o a hacer ruido no vale la pena».
«Los huevos y las cacerolas son para cocinar», dijo al diputado Sébastien Rome, de la formación izquierdista La Francia Insumisa (LFI), que le invitaba a salir a hablar con los manifestantes de Ganges.
De acuerdo a los medios locales, los cientos de manifestantes que se concentraron en el centro de esa localidad habían lanzado huevos y patatas y también hubo un corte de electricidad en la escuela de educación secundaria que Macron visitaba, que fue reivindicado por miembros del sindicato CGT local.
En paralelo a la visita también hubo movilizaciones en otros lugares de Francia y en la sede de la empresa Euronext, que gestiona la Bolsa, en el barrio de negocios parisino de La Défense, centenares de manifestantes tomaron por sorpresa la entrada de la compañía para protestar contra la reforma de las pensiones.
El pasado lunes, en un discurso televisado, Macron se dio 100 días para «apaciguar» el descontento y promover un nuevo «pacto social» tras tres meses de crisis social y política.
En ese marco, mencionó la reindustrialización, la planificación ecológica, la educación y la sanidad entre los principales objetivos de una serie de reformas que el Gobierno emprenderá en ese plazo, en el que también quiere restaurar el diálogo con los sindicatos, algo a lo que estos, por el momento se niegan.
Con la reforma de las pensiones ya aprobada y validada por el Consejo Constitucional, la próxima gran protesta está convocada para el próximo 1 de mayo.