Roma, 15 oct (EFE).- Las protestas contra la obligación de mostrar el certificado sanitario para acceder al puesto de trabajo en Italia recorrieron hoy el país, en el primer día de su implantación, aunque sin llegar a pararlo, solo con algunas manifestaciones en puertos y ciudades.
Mario Draghi, primer ministro pero ante todo economista, no quiere que el coronavirus frene la recuperación este nuevo otoño pandémico y por eso ha obligado a todos los trabajadores, del sector público y privado, a presentar el certificado para entrar a sus puestos.
Desde este viernes, para trabajar en una oficina, un restaurante o un taller italiano es preciso mostrar antes el conocido como «Green Pass», que atestigua que su portador ha sido vacunado contra la COVID-19, ha pasado la enfermedad o tiene una prueba negativa.
La medida, férrea y pionera en el continente europeo, ha sido aceptada por la inmensa mayoría de los empleados del país, pero también ha suscitado la indignación de muchos, que hoy protestaron aunque sin llegar a detener Italia como prometían.
LA PROTESTA DE LOS ESTIBADORES
La protesta que más preocupación causaba era la de los estibadores de puertos estratégicos como Génova (noroeste), cerca de la frontera con Francia, o el de Trieste (noreste), puerta de acceso y salida para los camioneros y transportistas de Europa del Este.
En este último, donde se esperaba la mayor manifestación, unos 3.000 trabajadores se movilizaron pero no obstaculizaron el paso de quienes no quisieron sumarse a la huelga, con lo que la actividad de su puerto transcurrió con normalidad, solo con algún retraso.
Únicamente su dársena Cuatro permaneció clausurada porque es donde tenía lugar la protesta de los empleados, que seguirá hasta que no se revoque la medida, según anunció el líder de los trabajadores del puerto de Trieste, Stefano Puzzer.
HASTA CUATRO MILLONES DE TRABAJADORES NO VACUNADOS
En Italia, con casi sesenta millones de habitantes, han completado la pauta de la vacuna 43,6 millones de personas, el 80,80 % de la población, y 3,8 millones de trabajadores no constan entre quienes recibieron el compuesto, según datos de la Fundación Gimbe.
Se trata de una cifra elevada que hacía vaticinar un viernes negro que sin embargo no lo fue en Italia.
Desde la patronal de industriales, el primer día de certificado sanitario obligatorio en las empresas «ha ido bien», según declaró su presidente, Carlo Bonomi.
«Por las noticias que tenemos y de los contactos dentro del sistema creo que ha prevalecido la responsabilidad, que es lo que pedíamos (…) Afortunadamente las cosas están yendo bien y espero que así siga en los próximos días», auguró desde Bergamo (norte).
Las protestas se han salpicado por todo el territorio nacional pero no generaron grandes complicaciones, solo algunas filas en puertos como el de Génova, el de la capital siciliana, Palermo (sur), Ancona o Civitavecchia, próximo a Roma.
Y algún que otro retraso en las líneas de transporte público de ciudades como Verona, Padua, Venecia o Milán (norte), mientras que en Florencia cientos de personas se manifestaron frente a la iglesia de Santa María Novella, en el centro de la ciudad.
LA MANIFESTACIÓN EN ROMA, SIN PENA NI GLORIA
Otro de los desvelos era la manifestación convocada en Roma, después de que el pasado sábado la ciudad acabara sumida en el caos por una marcha antivacunas en la que se infiltraron neofascistas y que se saldó con un sindicato asaltado y un hospital asediado.
La protesta fue organizada en la enorme explanada del Circo Máximo ante la posibilidad de que fuera multitudinaria, pero finalmente solo contó con algunas cientos de personas que acudieron para denunciar la presunta violación de sus libertades y derechos.
El médico antivacunas Pasquale Bacco subió al escenario para pedir precisamente eso, la libertad de elegir si se vacuna o no: «Respetad lo que somos», pidió al Gobierno.
En la mañana, una decena de manifestantes trataron de cortar el tráfico en la romana Vía Labicana pero fueron inmediatamente detenidos por las fuerzas del orden.
ACTIVIDAD EN LAS CALLES ITALIANAS
Todo parece indicar que Draghi no tiene la más mínima intención de revocar esta medida, que cuenta con el beneplácito de los partidos que apoyan su coalición de «unidad nacional», todos los del Parlamento excepto la ultraderechista Hermanos de Italia.
Su líder, Giorgia Meloni, ha exigido que el Estado se haga cargo de los test que deberán hacerse los trabajadores no vacunados.
Pese a que la jornada transcurrió sin mayores incidentes, las calles seguirán activas en los próximos días, sobre todo por la determinación de muchos manifestantes de proseguir las protestas hasta que el Gobierno se lo piense y de marcha atrás.
Pero la gran manifestación tendrá lugar mañana, sábado, cuando el centro de Roma será recorrido por una marcha que se espera multitudinaria en contra de los movimientos neofascistas, los mismos que se nutren del descontento de este tipo de medidas y que asaltaron la sede de un sindicato hace una semana.
Gonzalo Sánchez
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