Las primarias venezolanas: ¿con o sin el CNE oficialista? | Por: Luis A. Villarreal P.

 

Sin duda que uno de los problemas más apremiantes de resolver —una vez que se tenga la fecha de realización de las Elecciones Libres y limpias— es el espinoso tema de quién asumirá el control imparcial del organismo rector, el CNE.

Según las declaraciones partidistas tradicionalmente abstencionistas, y de quienes con creíbles argumentos desconfían del órgano electoral, el ideal sigue siendo —condición sine qua non— contar con un organismo imparcial en todos los sentidos. Sin medias tintas ni aceptaciones conformistas.

Viene al caso porque, de no prestar atención a este asunto, estaríase adoptando una actitud de excesiva ‘confianza’, cuando debería ser todo lo contrario. Por los antecedentes y porque no son unas elecciones cualquiera; aunque ‘coincidan’ con los  lapsos previstos en la Constitución.

Cambiar la postura ante el CNE controlado por los interesados en seguir detentando el poder, principalmente de aquellos dirigentes y organizaciones partidistas perjudicados, debido a ejecutorias irregulares de dicho organismo, es a lo mejor difícil o tardío.

Paradójicamente también connota la costumbre de vista gorda, pese a que aspirantes y contendores en elecciones pasadas hayan sido obstruidos y afectados en sus aspiraciones y derechos por haber sido declarados ‘inhabilitados’, les hayan intervenido sus partidos, e incluso se les haya negado su triunfo electoral y proclamación;  y más que eso, se haya ‘boicoteado’ el ejercicio de quienes ejercieron como gobernadores, alcaldes, legisladores y diputados, que terminaron haciendo de su ‘gestión’ una caricatura sin pena ni gloria, porque así lo convinieron los poderes ‘vinculantes’ oficialistas.

Muchos fueron a elecciones aclarando que no habían condiciones, pero, aun así, obcecadamente rezaban que ‘había que votar’;  y luego al término de los procesos terminaron negando la validez de los comicios, denunciándolos de fraudulentos.

Ahora, cuando las circunstancias no han cambiado, se propende [con disimulos y peores riesgos] solicitar los servicios del actual CNE para las primarias, bien ‘solo requiriéndole el padrón electoral’ [el registro],  la utilización de una u otra parte de la infraestructura tecnológica o la de su personal operativo. Lo que no termina de entenderse porque sigue siendo lo mismo o peor, pero de otro modo.

Aunque se han realizado procesos de consulta [Jul. 2017 y Dic. 2020] por parte de la oposición sin contar con el CNE; se conoce el ofrecimiento de la UCAB para procesarlas; y sobre todo porque se necesita un ente distinto al actual organismo [por sobradas y comprensibles razones], ya que lo requiere la confianza de algunos partidos y muchísimos electores; aun así, no se tiene claro si hay voluntad y factibilidades para sacar adelante unas primarias —y por supuesto las presidenciales—sin malicia ni sospechas casi generalizadas.

Henry Ramos Allup, aseguró que para regir la realización de las primarias o elección del candidato presidencial opositor la Mesa de la Unidad Democrática va designar ‘una comisión’. Aunque no descartó solicitar el apoyo técnico y logístico del CNE.  Porque de todos modos, según él, cuando se vaya a elecciones presidenciales se tendrán que utilizar las mismas máquinas y el CNE,  acotando que son ‘realidades’ que hay que manejar.

También, adelantándose a los hechos, trajo a colación un Compromiso Unitario para la Gobernabilidad asumido desde 2017 por casi todas las organizaciones políticas —activas y pasivas—, pero enfatizó que por no haberlo cumplido nos hemos ganado las fatales circunstancias que padecemos. Así se ha dado a interpretar Ramos Allup.

Asimismo, Ramos sostuvo que los opositores inhabilitados por el gobierno, entre ellos Henrique Capriles, Leopoldo López o Julio Borges, podrán participar en las primarias. Aseguró que será un proceso rápido, externo al Consejo Nacional Electoral.

El secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática, Omar Barboza, al parecer ha sido acatado a discreción más allá del G4, no obstante se espera información acerca de los logros de su misión encomendada, que no es otra que la búsqueda de la Unidad partidista y la apertura hacia otros sectores gremiales e institucionales, a probados ciudadanos, del país; a objeto de facilitar su participación en las primarias, por un lado, y en las elecciones presidenciales, por otro.

Del diálogo en México, no se sabe tanto.  Blyde y Rodríguez no salen de sus contumerias, cada uno espera señales. Simplemente, el juego se ha paralizado y no por mal tiempo;  aun cuando el cuestionado tiene bases ocupadas por el alivio de sanciones, suponemos que el pitcher Tío Sam está muy atento de que no roben las bases ni hagan carreras sin consecuencias, y nosotros a la expectativa de que termine el inning, al menos.

Mientras, la algarabía continúa. A sabiendas de que las encuestas corroboran que más del 61% de los electores no quieren candidatos ni de la oposición partidista [sin definirse] ni del régimen, cuya significación en electorado alcanzan una expectativa pareja que no llegaría al 30% en su conjunto.

Ese ‘mensaje’, para bien o para mal, habrá puesto de puntillas a oportunistas, y al gobierno que desea un contendor ‘a su medida’, y hace pensar en las prometedoras posibilidades de un outsider —de opción independiente o que no pertenezca al estatus quo de la oposición partidista dominante— como abanderado candidatural presidencial.

 

 

 

 

 

 

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