Por: Luis A. Villarreal P.
Se van quemando los cartuchos del tiempo de la Oposición, y en el entramado partidista venezolano ya se ve impaciencia y comprensible preocupación —secretismo y vulnerabilidad latente ante el proceso que se está dando a la inversa, con lanzamientos de candidaturas presidenciales que en posición adelantada hacen de la legitimación de partidos y liderazgos, y de las Primarias, un segundo plano—.
Pareciera que el programa de la Plataforma Unitaria Democrática para colmar a los partidos que la integran y calmar a otros más radicales, se ha visto notablemente ralentizado; y lo que es peor, pragmático y acomodaticio en relación a cómo llevar adelante los propósitos ya establecidos sin caer en las telarañas del CNE; organismo comicial que, siendo un obstáculo a la confianza y participación, paradójicamente se ha visto promocionado por gente, influyente o no, del movimiento opositor.
Los rectores ceneistas opositores y aupadores laxos han dejado colar sus intenciones prácticas para salir de este crucial proceso primario que ya es un reto difuso, pero no se les exige ni dan explicación de lo que sin duda es contrario a la confianza y al precedente que se debe plantar ante las presidenciales, so pena de que vuelva a ocurrir lo que se ha venido repitiendo: burla a la Oposición e inmutable continuismo. O sea, más cubanización.
Andrés Velásquez exige fecha para las primarias, pero para el primer trimestre del 2023 [¿?], y una segunda vuelta eleccionaria en vista de que la granizada de candidatos no definirá en el primer intento una mayoría holgada o suficiente para ‘compactar’ la candidatura unitaria que es la esperanza de todos por el cambio verdadero.
Otros, ven con lógica preocupación la dilación de las Primarias ya que podrían las presidenciales ser adelantadas para agarrar a la oposición desprevenida y ponerla en un corre-corre improvisado, frente a un oficialismo que ya tiene mapeado el territorio y en sus puestos a los que están comprometidos con la cacería del voto a través de sus organizaciones que ‘facilitan’ los suministros del gas y de la bolsa de comida, y de otros beneficios y subvenciones [bonos bancarios] que se hacen en nombre de la patria.
Sobre este punto —sin importar que la crisis campea con una inflación que no sólo se impulsa por la depreciación del bolívar frente a las divisas de cambio sino por la usura de comerciantes que quieren estar ‘a salvo’ de un inusitado empeoramiento económico— se observan los orgullosos representantes de la Comuna, quienes fungen como jefes de calle o de vecindario, haciendo el trabajito de hormiguita que es su granito de arena para mantener la crisis que beneficia a unos cuantos pero perjudica a las grandes mayorías y al país.
La dirigencia de la Plataforma Unitaria Democrática simplemente opina sobre lo que todos saben o lo que va ocurriendo, sin que adopten una postura aguerrida y coherente en relación a los compromisos asumidos: Legitimación, Primarias independientes del oficialismo, inclusión de líderes y electores —particularmente de los que están fuera del país, en la diáspora o perseguidos—, y Unidad para ir preparados a las presidenciales.
Tampoco dicen algo interesante sobre lo que debe ser materia del Diálogo en México [suspendido], para creer que no harán lo mismo que cuando se acercaban las elecciones del 21N, evento en el que no previeron absolutamente nada, dejándolas a la deriva. Sólo se ve que en el Memorando de Entendimiento se señalan aspectos favorables al oficialismo, que además gana tiempo para evitar discutir lo que realmente ha de ser objeto de negociación.
Lamentable y decepcionante es lo que pasa en Nicaragua, país en el que su autócrata gobierno ha dispuesto acabar con las ONGs, y con todo tipo de institución que represente al pueblo sojuzgado, incluidas: Centro Nicaragüense de Escritores, Academia Nicaragüense de la Lengua, la OEA [expulsión de Nicaragua y deserción a la misma], a la Iglesia Católica que tiene impuestas serias restricciones, en violación a la libertad de culto: amenaza a sus representantes y seguidores, detención del monseñor y obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, de sacerdotes y seminaristas, incluso amedrentamiento a monjas y laicos.
Pero lo más sorprendente ha sido el estruendoso silencio del Vaticano, más concretamente del Papa Francisco que al parecer no se ha inmutado por lo que le ocurre a su rebaño católico en el país nica, ni porque decenas de jefes de Estado han pedido y esperan su intervención.
En comparación con la invasión rusa a Ucrania —sobre la que tempranamente se dio por aludido para replicarle a su cuasi homólogo patriarca Cirilo [Kirill I de Moscú] por el apoyo de este al desalmado Putin, e incluso insistiendo en una visita a Ucrania para alentar y reivindicar la lucha de su gentilicio— el Pontífice se ha hecho de la vista gorda o de pasos lentos, y ejerce como un pastor que descuida sus ovejas dejándolas vulnerables y a merced de lobos que las acechan.
La iglesia católica nicaragüense ya encuentra refugio y apoyo en la comunidad internacional, muy especialmente de la Conferencia Espiscopal Venezolana [CEV] que se ha sumado a la solidaridad con la iglesia de Nicaragua y su organización, denunciando la dictadura de Ortega, retrógrado que al parecer quiere llevar a los nicas a la edad de piedra, en presencia de la civilidad global. La CEV se ha quejado de la actitud del Papa, porque también ha sentido su desdén en relación a nuestra sufrida Venezuela.
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