Las penurias de los pensionados en Venezuela

Si bien, existen algunos programas de atención en el país, todos ellos son insuficientes para garantizar la calidad de vida de los adultos mayores, quienes deben ingeniárselas para cubrir los altos costos de la vida

Algunos abuelos se ven obligados a trabajar ante el alto costo de la vida en Venezuela (Foto Referencial)

 

Hebert Carrizo

Tercera edad, un segmento de la población al cual se le reconoce por su importante aporte social a lo largo de su vida y en retribución, cada país a través de distintas políticas gubernamentales busca proteger con medidas que apuntan al bienestar del sector, sin embargo en Venezuela esto pareciera no ocurrir, pues si bien, existen algunos programas de atención, todos ellos son insuficientes para garantizar la calidad de vida de los adultos mayores.

Oportuno citar el sistema de pensiones en Venezuela, un programa social que beneficia a las mujeres y hombres mayores de 55 y 60 años de edad, respectivamente, que poseen 750 o más semanas de cotizaciones ante el Seguro Social; mientras que quienes no hayan cumplido esas cotizaciones, tienen la opción de ser amparados por la Misión Amor Mayor, en ambos casos, los beneficiarios reciben por parte del Estado una determinada cantidad de dinero mensual que desde marzo de 2022 y hasta la actualidad es específicamente de 130 Bolívares.

Hace un año ese monto representaba casi 30 dólares, pero dada la crisis económica venezolana la moneda se ha devaluado considerablemente y en la actualidad esos Bs. 130 apenas equivalen a cinco dólares y unos cuantos centavos, lo cual es insuficiente para cubrir los costos de vida del adulto mayor, justo en un momento cuando su salud es vulnerable y por ende, requiere mayor atención, una óptima alimentación y en algunos casos, el uso de ciertos medicamentos o tratamientos médicos.

El inconveniente radica en que cualquier consulta médica con especialista está por encima de los 20 dólares, las medicinas tiene precios elevados y un plato de comida balanceado fácilmente supera los 5 dólares, entonces esta situación deja en evidencia que el derecho a la salud y la alimentación de la tercera edad se cercena en el país.

 

¿Cómo hace la tercera edad para sobrevivir en Venezuela?

Una pregunta que muchos se hacen y al indagar se puede encontrar distintas respuestas, la mayoría de ellas se relacionan con la ayuda de un familiar directo y es que en Venezuela las personas de la tercera edad terminan dependiendo económicamente de sus hijos, sobrinos, nietos u otro pariente cercano, en otros casos menos favorables, hay adultos mayores que no cuentan con este tipo de aporte y se ven obligados a trabajar para conseguir ingresos que les permita mantenerse.

Aunque trabajar es una opción y buena parte de los venezolanos con edad avanzada lo hacen, no es una tarea fácil, pues por sus edades se les dificulta conseguir empleo por considerar que no están en su etapa productiva, otros se ven limitados por sus condiciones de salud o solo pueden optar a ciertas labores.

Quienes no cuentan con una ayuda de un familiar, ni trabajan por su cuenta resultan más perjudicados, pues la pensión apenas les alcanza para comprar algunos alimentos, entonces dependen de otras ayudas gubernamentales, como los bonos aleatorios que asignan a través del carnet de la patria, también deben recurrir a los servicios asistenciales públicos.

 

Deficiencia en programas asistenciales

En cuanto a la salud, estos abuelos quedan a merced de la red pública ambulatoria y hospitalaria, pero no es un secreto que en estos recintos no disponen de todas las especialidades médicas, tampoco cuentan con los equipos e insumos necesarios, mucho menos dota al paciente con los medicamentos requeridos.

Mientras en la alimentación, numerosos ancianos acuden a los comedores populares, lugares donde le despachan un plato de comida diario, pero por lo general, laboran de lunes a viernes y ofrecen solo los almuerzos en una ración donde abundan los carbohidratos y carecen las proteínas, es decir, una comida poco balanceada que al final repercute en la salud.

Ante esa situación, sale a relucir la indignación de muchos a quienes les parece injusto ver a personas que a través del trabajo hicieron su aporte al desarrollo del país, tanto en su etapa de juventud como de adultez, y ahora cuando les corresponde descansar tienen que enfrentar tantas penurias como las antes descritas.

Por tal razón, hay quienes alzan su voz de protesta y exigen que los montos de las pensiones sean ajustados acorde a la realidad que vive el país hoy día.

 

La voz de los pensionados

José Montilla (63): “Uso la mitad de la pensión para pagar pasajes, la otra mitad se me va en medio cartón de huevos, adicional trabajo como vigilante para ganar más dinero y como todavía así no me alcanza, a veces almuerzo en el comedor popular, yo considero que la pensión la deben aumentar y fijar a un monto que esté entre los 50 y 100 dólares”.

 

Rolando Terán (67): “Con la pensión aprovecho para desayunar algunas veces en la calle pastelitos, los almuerzos voy al comedor popular y le pido a Dios que me dé mucha salud para no irme a enfermar, pues las medicinas están sumamente caras, pienso que los pensionados merecemos vivir mejor y nos deben de pagar por lo menos un monto equivalente a los 50 dólares”.

Nelson Pérez (63): “Una pensión no alcanza, a mí se me va comprándole algunos alimentos a los nietos, me rebusco la vida trabajando por mi cuenta, vendo mango verde con adobo por las calles y a veces mis hijos me ayudan, otras personas mayores no pueden trabajar, eso hay que tomarlo en cuenta, por lo tanto es justo que una pensión esté alrededor de los 50 dólares”.

Benjamín Márquez (72): “La mitad de la pensión se me va en un medicamento para un hijo especial que tengo, la otra mitad en algún alimento básico como queso o huevos, ya no me dan trabajo por mi edad, así que muchas veces voy a almorzar en el comedor popular y espero que muy pronto aumenten la pensión, ojalá y llegara a unos 100 dólares mensuales”.

Aura Aldana (67): “La pensión no alcanza, se va en tres corotos y eso que tengo la mía y la de mi esposo que me quedó tras su fallecimiento, aun así es insuficiente, y me toca esperar que caiga un bono a través del sistema patria o que mis hijos me den, pero eso no me gusta, ya que ellos también tienen sus gastos en el hogar. Considero necesario un aumento en las pensiones”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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