El Albergue de Carmania fue obra del gobierno de Pérez Jiménez con la finalidad de darles cobijo a aquellos muchachos que estaban pasando penurias en sus familias a causa del abandono por parte de los padres… Con el paso de los años, sus espacios también fueron convertidos en retén donde eran llevados todos aquellos menores de edad que infringieran la ley: problemas de drogas, hurto, homicidios, otros.
Un día apareció en Carmania un muchacho fornido que apodaban “El Zombi”, el apodo se debe a que tenía problemas para conciliar el sueño; pasando las noches en vela… Se comentaba en aquellos tiempos que llegó del estado Miranda. Al cumplir los 18 años tuvo que abandonar el albergue por su mayoría de edad. En los barrios de nuestra ciudad hizo buena amistad con adolescentes que pasaron por el Carmania, a muchos de ellos los defendió y los protegió… Le gustó el trato de nuestra gente y aquí se quedó.
“El Zombi” era de pocas palabras… Por tener una pegada “de piedra”, no perdía una pelea callejera. Las mesoneras que trabajaban en los centenares de bares que existían en Valera, comienzan a buscar sus servicios para que les brindara seguridad en horas de la madrugada al salir de los centros de diversión y marchar rumbo a sus casas.
Cuando un sujeto golpeaba a una de estas mujeres en alguna “borrachera de amor prohibido”, las víctimas no acudían a los organismos policiales, iban más rápido que de inmediato y le echaban el cuento al “Zombi”, este, buscaba al pendenciero que le gustaba “patear” damas y le entraba a puñetazo limpio, golpiza que jamás olvidaría en su vida.
Mataron al Zombi
Detrás del cementerio municipal, por los lados de la calle 16, un policía, arma en mano le da la voz de alto al “Zombi”, este lo invita a “pelear como los hombres”, el funcionario entra en “culillo mayor” y le hace varios disparos muriendo en el acto… La noticia corrió como pólvora por las barriadas valeranas: “Mataron al Zombi”, “Mataron al Zombi”… Esa noche las mesoneras de la comarca lloraron como quizás nunca lo habían hecho; había muerto el fornido peleador callejero que cuidaba a las mujeres de la vida alegre, como si fuera , el mismo “Ángel de la Guarda” que el Todopoderoso les había enviado para que las protegiera en esas noche de oscurana…
Se dice en la calle
El popular “Chatarrero” le grita a la negra Tomasa en una acalorada trifulca familiar:
-Si me dejas me mato. Si me dejas me mato…
-Pero cariño, no sabía que me querías tanto, que eres capaz de matarte por mí.
-Jajajajajaja…Si me dejas “me mato” dos gallinas, compro una caja de cerveza, preparo tremendo sancocho, invito a los amigos, y a bailar se ha dicho…