Quienes hemos amado y vivido en nuestro país desde siempre, no podemos sino sorprendernos de las vueltas, más que eso, vericuetos, que ha dado nuestra existencia en manos de unos supuestos socialistas y comunistas.
Quien escribe -lo he dicho y expresado mucho- militó en la izquierda revolucionaria, el PCV, luego me pasé al maoísmo, en aquellos años la ultra izquierda. He contado con bastantes detalles todo el proceso que me llevó a venir “De Regreso de la Revolución”. No se trata de eso ahora, lo que me tiene verdaderamente asombrada es la actitud asumida por ciertos revolucionarios justificando todos los desastres y desmanes que se han presentado en estos días.
Un sector de la oposición, enloquecido también, no creía en la buena fe de la Dra. Bachelet. Otros quieren que el papa Francisco venga a repartir garrotazos a quienes no hacen lo que consideran conveniente. Otros, los que conservan la calma y la ecuanimidad, apoyan a Juan G. Guaidó Márquez, en su lucha democrática, pacífica, legal y consciente.
Por su parte, los militantes del Psuv, los comunistas de siempre, los resentidos transformados en revolucionarios hace 20 años, no saben qué hacer. Los que tienen la ideología como religión, con dogmas y todo: “el imperialismo norteamericano es el culpable de todos nuestros males”, “la burguesía y los ricos son malos, los pobres son buenos”. Tienen una galleta mental. Algunos de ellos, ahora en el sector de los críticos, opinan que no es que el modelo no sirve. Es que no lo aplican bien. ¿Qué les parece? ¿Y, en la Urss?
Cuando daba clases, retaba a mis alumnos: si me dicen un país donde el socialismo real sea bueno y exitoso, les saco un aviso rectificando. No hay, no existe. Observamos un montón de “boliburgueses” y de ricos, hechos con la corrupción, el tráfico de influencias, y la ideología. ¿Y esos, son buenos o malos? ¡Qué paradoja! ¡Qué difícil resulta ser pensante, analítico y crítico independiente, en el ámbito revolucionario!.
He contado la anécdota, varias veces, del amigo chino que me dijo: “Prefiero no pensar, si pienso, termino no creyendo en la revolución” ¡Ah del humano y del humanismo! Yo sigo a Descartes: “Pienso, luego existo”.