Caracas, 20 ene (EFE).- Venezuela salió del ciclo hiperinflacionario tras cuatro años, una noticia que el Gobierno y sus seguidores celebran junto con los nuevos negocios que proliferan en todo el país, pero que los ciudadanos no perciben en los precios del mercado ni en sus devaluados salarios.
Tanto o más que en años anteriores, los ciudadanos siguen padeciendo los aumentos indiscriminados de precios, pues, si bien en diciembre se registró un 7,6 % de inflación, acumulando 12 meses continuos por debajo del 50 %, «la hiperinflación deja huellas».
Así lo explica el economista Ronald Balza Guanipa, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), quien coincide en que la cifra de diciembre puso fin al ciclo hiperinflacionario.
Su fundamento para llegar a esa conclusión es la definición más aceptada, establecida por el estadounidense Philip Cagan en 1956, que reza que son necesarios 12 meses con aumentos de precios inferiores al 50 % para considerar superada la hiperinflación.
«No significa que salimos del problema, hay muchos que no van a salir nunca porque ya no están entre nosotros. Entonces, es bueno no simplificar, (…) mucho de lo que se destruyó en el camino es irrecuperable», destacó Balza en entrevista a Efe.
NO ALCANZA
El Banco Central de Venezuela (BCV) muestra que la inflación fue del 686,4 % en 2021, lo que mantiene al país como la nación con la cifra más elevada del mundo.
En América Latina, Argentina aparece en segunda posición (50,9 %) y Brasil en tercera (10,2 %), muy lejos de sus datos de Venezuela.
Las cifras tienen su eco en el clamor de los ciudadanos que aseguran que en el país «no alcanza» el dinero, pues los precios son «exorbitantes» y «todo está dolarizado totalmente». Los sueldos se cobran en bolívares, la depauperada moneda local, pero casi todo se paga en dólares, tal y como subraya el obrero caraqueño Orlando Bolaños.
«El Gobierno central que se ocupe de las necesidades del pueblo, que estamos pasando trabajo. Usted ve gente todavía en los botaderos de basura recogiendo comida porque sus sueldos no alcanzan para comprar alimentos (…) Vean por el pueblo porque de un bono la gente no vive. Págame un buen sueldo y yo veo que hago con mi plata», cuestionó este trabajador.
Así, el venezolano simplifica lo que el economista Balza explica, al recordar que no es posible «pasar por alto el período de destrucción que ocurrió previamente», pues la mejoría que se estima para el país tras salir del ciclo no será palpable para todos.
«Hay quienes no van a poder verla (la mejoría) porque en el camino se fueron del país, murieron, dejaron de estudiar, se agravaron sus enfermedades o porque no pudieron enfrentar los problemas», asegura Balza.
Es el caso de Estelina García, una trabajadora doméstica que gana 10 dólares por cada vivienda que limpia y cuyo sueldo alcanza para comprar pollo, azúcar y algo de papas o arroz.
«Yo trabajo limpiando y me ganó diez dólares. Con diez dólares no compro sino tres cositas. Todo está caro (…) Imagínate, un pollo sale en 7 dólares, te ganas 10 dólares y compras un azúcar con 1 dólar y medio porque ahorita nosotros somos gringos, no venezolanos», relató García a Efe.
EL ESPEJISMO
El pasado sábado 15 de enero, en su rendición de cuentas anual ante el Parlamento, un confiado Nicolás Maduro celebró la salida de la hiperinflación.
«Esto nos hace ser optimistas en haber superado los lastres de la hiperinflación y en poder, con mucha disciplina, trabajo, esfuerzo, con mucha inteligencia, audacia y sabiduría, el año 2022 emprender un camino para ir aplanando y derrotando la inflación alta», comentó
Pero, su seguridad se disipa en las afirmaciones del economista Balza, quien recordó que, tanto los datos ofrecidos por Maduro, como el crecimiento económico reflejado en la apertura de nuevos negocios en las principales ciudades del país, no son prueba de mejoría.
«Poner como ejemplo lo que todos podemos ver en un anuncio publicitario o en una red social, o a través de una cadena de noticias y no ver todo lo que falta alrededor es un irrespeto para los venezolanos que están en medio de la crisis», afirmó el decano.
Entre esos ejemplos hay comerciantes como Yoel Martínez, dueño de un negocio de alimentos en la favela caraqueña de Petare, la mayor de Venezuela, quien ha sentido con fuerza los años de hiperinflación y apenas ha logrado mantenerse a flote.
«Fue muy difícil, me las vi muy difíciles. Estuve muchas veces a punto de quiebre, el negocio bajó mucho la categoría», contó a Efe este comerciante que seguirá tratando de sobrevivir con o sin hiperinflación.
Génesis Carrero Soto