No sabemos hacer nada con nuestras manos, ni siquiera pensar. Todo venía empaquetado. Debemos aprender a garantizar las dos papas, los nutrientes para el cuerpo y el espíritu. Nos hemos reducido como pueblo porque esperamos mucho de los líderes o de otros que se creen con el derecho de enmendar nuestras almas en esta desventura humana. No es fácil decir esto cuando hay tantos malentendidos, divisiones, antagonismos y trampas a granel en un mundo donde el que difunde más su “verdad” sobrevive.
Mira el perímetro de sus pasos, y a los que siente cercanos les aclara: Sólo nuestras acciones nos hará responsables de nuestro destino preciso y pequeño. Y desde este lugar trabajar por las dos papas. “Todo lo pequeño es hermoso”. Esta frase se desliza entre las fisuras de la esperanza. Otro planeaba decir que la esperanza es una construcción cotidiana.
Eso de las dos papas se ha vuelto un planteamiento, algo así como plantear la soberanía integral de la persona hasta que todos aprendamos a trabajar en conjunto con nuestras manos pensando que no podemos irnos a un lugar fuera del planeta. Uno de los muchachos había dicho, con voz fanfarrona, “me voy fuera, aquí no hay solución”. Das a entender un viaje a otro planeta, porque si te vas a otro país sigues estando aquí. Hemos desarrollado un sentimiento de extrañeza, de fronteras, puntos y rayas en la cabeza humana. Esto es terrible. La otra vez planteaba que si un país lanza un misil a otro país “cae aquí mismo”. El hombre ha creado un profundo desarraigo, un abandono desde adentro, abandono profundo, se escinde como terrícola, como habitante de la tierra.
Todas las formas de trabajo se hacen indignas al producir desarraigo. Podemos ser útiles en cualquier parte de la tierra sin ser esclavos en ninguna parte. Si cien personas unen el dinero que les “devuelve” el gobierno y hacen un proyecto de siembra o un paseo, sencillamente van a invertir en una pequeña actividad que puede resultar algo grande. Pero el cada quien por su lado hace estragos. La asociación para producir y para pensar se convierte en un viraje cultural. El producir y el pensar en muchos pequeños perímetros para conectarse de otra manera, en condiciones de independencia. ¿Por qué no lo hacemos? ¿Quién quiere hacerlo y quién lo evita?
Al país y a la sociedad hay que ponerlos patas arriba para que veamos las miserias y los avances. “La televisión no resuelve la política porque en ella no se comunican las diferencias”. El país bipolar puede existir quinientos años más. Esa división cancerígena nos ha enfermado. Producir desde nosotros mismos las dos papas pudiera ser la terapia medicinal para que evitemos perder el futuro como pueblo de terrícolas y ser esclavos en cualquier parte.