Mientras la hiperinflación continúe, por muy altos que sean los billetes de mayor denominación, estos alcanzarán cada vez menos para pagar incluso los bienes y servicios de menor precio. El billete de mayor denominación de un millón de bolívares no cubre ni siquiera el costo de una empanada o un café.
En las ciudades del país, sin importar su tamaño, las operaciones de compra-venta están cada vez más dolarizadas. En las ciudades fronterizas superan el 90 % y tiende a usarse la moneda del país vecino. En los sectores abastecidos por productos importados -como el de electrodomésticos- prácticamente el 100 % de las transacciones se hace en dólares.
El bolívar cada vez se usa menos para fijar los precios y como medio de pago. Es más fácil que alguien tenga en su cartera un billete de un dólar que uno de un millón de bolívares que ya no alcanza ni siquiera para comprar un dólar.
La dolarización transaccional es un hecho. La cantidad de divisas que circula internamente es cada vez mayor y esto ejerce una incesante presión para la dolarización de los servicios financieros. Las empresas y familias no pueden seguir guardando su ingreso en divisas en una caja fuerte o debajo del colchón. Es necesario que este creciente circulante en dólares se canalice a través de los bancos hacia el financiamiento de la producción y el consumo.
Muchas economías que optaron por la dolarización lo hicieron porque el dólar ya era el medio de pago predominante. Cuando Ecuador dolarizó, el 54% de los depósitos del público en el sistema financiero era en dólares y el 66% de la cartera de crédito estaban en dólares. En Venezuela, la dolarización se ha ido imponiendo por la fuerza de los hechos y pareciera que lo único que queda pendiente es que se dolaricen los salarios y se tome la decisión oficial de sustituir el bolívar por el dólar.
Los problemas económicos no tienen el mismo significado para todos. Para los hogares el problema más importante es la hiperinflación, para los exportadores es la fijación de un tipo de cambio que respalde su competitividad internacional, para el sector financiero es la liberación de las tasas de interés. La dolarización oficial no es la panacea para todos. Es necesario evaluar los costos y beneficios que genera. En el sector público y privado se tendrá que pagar los salarios en dólares, también las pensiones y jubilaciones, hasta los impuestos se pagarán en dólares.
Los críticos acusan a los partidarios de la dolarización de una visión inmediatista, que se agota en los beneficios de corto plazo y pierden de vista los costos que se pagan a largo plazo, cuando el país ya no pueda hacer un uso integral de las políticas cambiaria, monetaria y fiscal. ¿Cuál es el balance entre los pro y contra de la dolarización? ¿Son más los impactos positivos que los negativos? ¿El saldo neto es favorable para el interés nacional?
Esta pregunta es respondida por el economista Francisco Rodríguez en la última parte de la larga conversación que sostuvimos con él sobre los pro y contra de la dolarización: https://youtu.be/4Ndfu7U0Ki8
@victoralvarezr