Roma, 1 sep (EFE).- La alarma desatada hoy en Italia por los antivacunas, que habían amenazado con bloquear más de 50 estaciones ferroviarias de todo el país en coincidencia con la entrada en vigor del certificado de vacunación para acceder a escuelas, trenes, aviones y barcos, se ha quedado en nada, después de que una fuerte movilización policial, pero también social, les haya desanimado en sus protestas.
Las estaciones de trenes de Roma, Milán y otras muchas ciudades aparecieron esta mañana blindadas por las fuerzas del orden, después del despliegue de cientos de agentes para evitar los bloqueos y de que la ministra del Interior, Luciana Lamorgese, anunciase «tolerancia cero» con los antivacunas, que en los últimos días habían protagonizado varios incidentes violentos.
La fuerte movilización policial, sin embargo, acabó siendo innecesaria, dado que a las 14.30 horas (12.30 GMT), la hora en la que se habían convocado las protestas en las estaciones del país, apenas había manifestantes a las puertas de la mayoría de las estaciones, como repetían los enviados de los canales de televisión a esos puntos teóricamente conflictivos.
Tras varias jornadas con agresiones y amenazas a médicos, periodistas y políticos, considerados responsables de la introducción de la exigencia del certificado sanitario, la amenaza de los antivacunas se desinfló justo cuando se esperaba que el clima de enfrentamiento llegase a su cénit.
Los pasajeros de la estación romana de Termini, donde los manifestantes apenas llegaron a una veintena, caminaban hoy tranquilos en el primer día de obligatoriedad del certificado sanitario: algunos convencidos de su utilidad y otros, escépticos, como Antonella, a quien a su llegada a Roma procedente de Nápoles nadie se lo había pedido.
«No sé si sirve para tanto. Yo mantengo la distancia, tengo el certificado, me he vacunado, pero los otros no lo sé. Sin controles no se sabe», dijo a Efe, mientras Sonia, una turista suiza que viaja hacia Milán, aseguró sentirse más segura porque «todos lo que están sentados cerca también lo tienen».
Alejandro, un joven español que viajaba con su familia de Roma a Florencia, entiende «la controversia», pero cree que es «una buena decisión para controlar la COVID-19 y tener un turismo más seguro», y Luna, venezolana residente en Barcelona que ha tenido que hacerse un test de antígenos por no estar vacunada, duda de si «esta es una medida que realmente tendrá algún resultado positivo para frenar al coronavirus».
Sus viajes no se vieron alterados por los antivacunas gracias a la casi unánime oposición provocada por los últimos incidentes violentos y que han unido a ciudadanos con sindicatos y políticos de todas las ideologías.
Los grupos de chat que utilizan los antivacunas para convocar manifestaciones y protestas se habían llenado en los últimos días de amenazas que en algunos casos han culminado en agresiones, como la sufrida por el director del departamento de enfermedades infecciosas en el Hospital San Martino de Génova, Mateo Bassetti.
En el chat de Telegram titulado «Basta dictadura» con el símbolo de una esvástica con la franja «dictadura covid», y con más de 40.000 integrantes, este lunes apareció la invitación a «asustar un poco el gobierno» y se adjuntaban los números de teléfono de «la oficina del primer ministro o de la oficina de comunicación».
El propio ministro de Exteriores, Luigi di Maio, ha sido amenazado con frases intimidatorias («Hace falta plomo», «Tienes que morir») en esos canales por violentos, a los que llamó «cobardes» y de los que dijo que su «clima de odio» no detendrá la campaña de vacunación.
La fiscalía de Génova está investigando la agresión a Basetti, mientras los periodistas se han puesto en pie de guerra tras las agresiones a reporteros de varias cadenas, como la Rai o Sky News.
«Todos estos incidentes están siendo investigados por la policía judicial», dijo la ministra Lamorgese, que hoy presidió una reunión para «determinar medidas específicas para reforzar la protección frente a los ataques en la web, no solo contra los periodistas, sino también contra los grupos más expuestos al odio en esta delicada fase histórica de la pandemia».
Más contundente aún, el subsecretario Carlo Sibilia aseguró que Interior se toma «muy en serio» lo que está pasando y alertó del peligro de «infravalorar» la peligrosidad de los antivacunas: «Quien bloquea la circulación comete un delito y será procesado según la ley, mientras nuestras fuerzas del orden están preparadas para detener cualquier intento de crear malestar o amenazar la seguridad pública». Hoy no hizo falta.