Sevilla, 26 abr (EFE).- Las aficiones de Barcelona y Real Madrid copan este sábado y le dan color azulgrana y blanco a las calles de Sevilla, en cuyo estadio de La Cartuja disputan este sábado la final de la Copa del Rey, en una jornada de mucho calor en la que ambas se dedican a los suyo ajenas a la controversia que ha rodeado el partido en sus vísperas.
Culés y madridistas empezaron a llegar el viernes de manera escalonada, aunque ha sido este sábado cuando las mareas de ambos equipos han inundado la ciudad sin la menor influencia aparente, aunque la procesión puede ir por dentro, de la polémica por las declaraciones de los árbitros -Ricardo de Burgos Bengoechea y Pablo González Fuertes (VAR)- y la negativa del Real Madrid a participar en la rueda de prensa, entrenamiento y cena oficiales.
Lo real frente a lo oficial y todo con un fondo de un calor creciente de vísperas de Feria, que supera los treinta grados, que sirve de escenario a una ciudad acostumbrada a acoger finales -ésta es la séptima consecutiva de Copa en La Cartuja- y en la que los grupos aislados de las primeras horas han ido dando paso a los grupos cada vez más multitudinarios.
A mediodía de este sábado es cuando han empezado a llegar coches particulares, además de autobuses y trenes fletados por los equipos contendientes, además de los aviones procedentes de Madrid y Barcelona, y las numerosas peñas que ambos equipos tiene repartidas por Andalucía y la vecina Extremadura.
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— FC Barcelona (@fcbarcelona_br) April 26, 2025
Y todo ha confluido desde primeras horas de este sábado en el centro histórico de la ciudad, en la plaza de San Francisco aledaña al Ayuntamiento copada por barcelonistas, hasta el cercano conjunto monumental de la Catedral, Alcázar, la vecina Torre del Oro y la plaza de toros de La Maestranza, con grupos muy numerosos en los paseos de Colón y Marqués de Contadero, junto al río Guadalquivir.
Un dispositivo de más de dos mil personas, de ellos 1.400 de Policía Nacional y 230 de Local, están velando por la seguridad de esta marea humana de más de cien mil aficionados, muchos sin entrada, frente a los 26.031 de cada equipo que esta noche se darán cita en el remozado estadio de La Cartuja, con un aforo de 70.000 espectadores.
La Cartuja, la isla en la que se celebró la Expo 92 y en la que se encuentra ubicado el estadio sevillano, es el destino final de muchos de los hinchas barcelonistas y madridistas, que tienen reservadas sendas y respectivas zonas en un espacio anexo a la Avenida Carlos III y en un aparcamiento aledaño al Parque del Alamillo.
Ambas zonas han abierto a las 11.00 de hoy y, hasta las 19.00 en que se cierre, tres horas antes de la final, el ambiente ha ido creciendo con cánticos y músicas que irán a más conforme avance la jornada y tendrán su punto culminante desde las 15.00 hasta la hora del cierre.
Extraoficialmente, a través de una convocatoria en las redes sociales, el madridismo ha hecho una quedada en la Alameda de Hércules, un gran espacio, de pasado canalla en sus quinientos metros de longitud ubicado en las cercanías del río Guadalquivir que ya vive en sus muchos bares la eclosión de los hinchas del Real Madrid hasta que, a las 19.30, como reza la convocatoria, se vayan juntos a La Cartuja.
Mientras la ciudad ebulle en blanco y en azulgrana, en paralelo los protagonistas velan armas en sus respectivos cuarteles generales, los del alemán Hansi Flick a pocos metros del ‘campo de batalla’, en el Hotel Renacimiento, y los del italiano Carlo Ancelotti, en el NH Sevilla Collection, ubicado en las proximidades del Ramón Sánchez Pizjuán, estadio del Sevilla, y a unos cinco kilómetros de La Cartuja: tan lejos, como las aficiones de la controversia.
Tan ajenas a la fiesta del fútbol, como la elegante y costeada boda que a esas mismas horas se estaba oficiando en el Ayuntamiento de la ciudad: amor por la fachada de la Plaza Nueva y pasiones de otra índole por la opuesta de la de San Francisco.