La zona industrial “Carmen Sánchez de Jelambi”: palanca del desarrollo trujillano/ Por Jesús Matheus Linares

Sentido de Historia

 

 

La zona industrial “Carmen Sánchez de Jelambi” vino a convertirse en una nueva palanca de desarrollo del estado Trujillo. Entre 1970-72 se construyen los primeros diez galpones financiados por Corpoindustria. El propósito era ir desarrollando el capital privado local para impulsar el progreso de la pujante ciudad.

Se instaló la primera fábrica, Fábrica de Vidrios Los Andes, donde se comenzó a procesar sílice para producir envases para refrescos, alimentos, vasos, productos para laboratorios. Todo esto aprovechando la materia prima, procedente de las minas de sílice de Monay, que arrojaban un 99, 9 de pureza. Luego Favianca pasó a la Owen Illinois.

Después surgió Concentrados Valera, Convaca, donde varios socios entre ellos, Pedro Pacheco Labastida, el señor José Escarrá, José Tadeo Monagas, impulsar la empresa que se encargaría de producir alimentos concentrados para animales; la Metalúrgica de Santos Carnabucci; Valvenca, la fábrica de válvulas y pitones para automóviles, de Valentino Triozzi.

La metalúrgica de Guido Vezani, la rectificadora de Flor Rodríguez; Embutidos París; también se da inicio al segundo diario que conocerá la ciudad, el “Diario de Los Andes”, fundado por el doctor Eladio Muchacho Unda, actualmente la única referencia periodística en los Andes venezolanos, con sus ediciones en Táchira, Mérida y Trujillo. Serán las empresas pioneras que le darán vida a la zona industrial de Valera. Los empresarios locales conseguían de esta forma desarrollar su potencial empresarial.

Más tarde, la empresa Polar construirá sus depósitos para guardar el llenado procedente de su planta de Maracaibo, en el estado Zulia, y desde Valera, sus camiones y gandolas se encargarían de distribuir sus productos hacia el occidente del país.

También se funda la Fábrica de Muebles de Oficina, del señor Enrique Maldonado y familia Abreu que luego vendieron al señor Edmundo Ceballos y luego el Matadero de Pollos “La Criollita” de Abilio Estebanez.
Como vemos, Valera ha sido desde siempre una ciudad dinámica y progresista, cuyo progreso y desarrollo no podemos descuidar. Debemos seguir impulsando esa laboriosa inquietud de nuestras mujeres y hombres, por salir adelante.

Si no, observemos el desarrollo gastronómico de la ciudad, y conseguiremos un vivo ejemplo de las décadas de los años: 1920 o 1930. Para 1936, un zuliano llegado a esta cordial Valera, Sebastián Soto, abrió el restaurante Los Andes, frente a la plaza Bolívar, fue una gran persona que no solo se dedicó al comercio, también desarrolló una gran labor filantrópica por nuestra ciudad, junto a las familias Barboza, Chacín, “Mamá Yeya”, Asterio Bravo, impulso la construcción de la capilla dedicada a la Virgen de Chiquinquirá, “La Chinita” en la otrora “Cien Casas” hoy urbanización “Bellavista”.

Luego surgió el restaurant “Democrático” ubicado donde tiempo después se instaló “El Sol y Sombra”, que hemos referido anteriormente, estaba ubicado en la esquina de la casa que fue del coronel Manuel Alfonso Matheus, natural de Mendoza Fría y del señor Rafael Segovia, frente a la Plaza Bolívar. Allí se vendía comidas criollas y el botellón de cerveza regional a Bs. 1,50 y la media jarra a 0,75. ¡Qué tiempos aquellos!

Después estaba el restaurant “Récord” propiedad del tuerto Santiago, fallecido trágicamente en un percance pendenciero entre un zuliano, de nombre Salomón, que fungía de guardaespalda de un comerciante valerano.
También la colonia italiana tuvo su punto de referencia en Valera, con lo mejor de la gastronomía mediterránea, el restaurant El Trieste”, de la familia Dragone, allí comíamos suculentos platos de pasta, pasticho, al mejor estilo italiano.

jmateusli@gmail.com

 

Salir de la versión móvil