Hasta en tiempos de tiranías y dictaduras, la verdad siempre resplandece; alumbra y sale a la luz para revelar los atropellos y abusos de poder cometidos por quienes en lugar de ayudar al pueblo, no lo hacen, sino que lo reprimen, persiguen, torturan, encarcelan y asesinan.
Hoy los venezolanos decentes, honestos, trabajadores, productivos y emprendedores no escapan de esa triste y oscura realidad que le imponen funcionarios civiles y militares que se destacan por su corrupción, ineficiencia, indolencia, mentiras, maldades y falta de misericordia hacia el prójimo.
La rutina diaria, que se observa en las calles y la reflejan los medios de difusión masiva, es la millones de venezolanos que padecen por la terrible crisis económica, por el permanente deterioro de los servicios públicos, por la escasez y los altos precios de alimentos y medicinas.
Por divulgar estas verdades que no pueden ocultarse por más que lo intenten quienes actúan amparados por la oscuridad y las armas de fuego, el régimen de Nicolás Maduro y de Diosdado Cabello arremete contra los periodistas, reporteros gráficos, camarógrafos, locutores, medios impresos, páginas web, canales de televisión y emisoras de radio.
Estos atropellos y agresiones físicas y verbales contra quienes promueven y defienden la libertad de expresión, de pensamiento y de opinión la sufren comunicadores sociales de los medios locales, nacionales e internacionales. Sin embargo, tales embestidas no detienen ni amedrentan a los profesionales cuya misión es informar, porque hacerlo no es delito.
Con estos colegas nos solidarizamos y los apoyamos desde la Seccional Trujillo del Colegio Nacional de Periodistas, conscientes y convencidos de que pronto, muy pronto, los hombres y las mujeres que amamos la libertad y la democracia echaremos una buena mano en la reconstrucción y refundación del país. ¡Así será!
Colegas y profesionales de la comunicación social, sin miedos ni temores continúen adelante en el diario trajinar por mantener informada a la población de cuanto acontece en estas tierras. Más ahora cuando ya se vislumbra la luz al final del túnel.
No olvidemos que la verdad siempre resplandece. Ella nos hará libres. Dios mediante. Tengamos fe. ¡Amén!