En Valera también en el siglo pasado se elaboraban exquisitas bebidas espirituosas. Licorería Carmania, ubicada en Los Bambúes, de don Jorge Dubuc y Marco Tulio Viloria, se distinguió por sus productos como el licor de piña y la crema de naranja, especie de licor dulce como un “cointreau” francés, pero de factura local.
En 1928, en la avenida 11 cerca de donde hoy queda el Centro Clínico María Edelmira Araujo, estaba un alambique muy popular entre los valeranos, propiedad de Miguel Angel Parilli Pimentel y de Manuel Parilli Cazorla, este último hijo de Carmelo Parilli con Inés Cazorla de Parilli. Se destilaba un aguardiente blanco o “miche”, que llevaban a la Mesa de Esnujaque o Jajó, donde era muy popular y tenía demanda.
También estaba la única fábrica de refrescos de Valera, la Kola Champaña de los señores Críspulo, Vicente y Rafael Zerpa, que luego comprara en la ciudad de Trujillo el señor Sarmiento junto a su familia. La novedad de esta agua saborizada era que la tapa del producto era con un corcho.
Por esos años, entre 1928 y 1930, doña Rafaela Salas elaboraba acemitas, pan de cachito y paledonia, en la avenida 11, al lado de la casa de Eulogio Delgado, era excelente el amasijo que producía.
Otra venta de amasijo muy popular en aquel entonces era el elaborado por Tista Maggi, quien hacía pan, cachitos, acema, pan de leche –allí trabajaba como panadero Darío Gamboa, quien se popularizó como “pan de leche” y jugador de béisbol-, este local estaba en la calle 10 buscando hacia la plaza El Llano, hoy día Plaza San Pedro o Sucre, hacia la Calle Vargas.
Doña Rita Peña, tía del doctor Espinoza Lares, y Mercedes Oliva, también elaboraban amasijo, estas factorías artesanales duraron hasta 1950, estaban cerca de Trujillo Motor, hacia abajo por la calle 10, que pasaba por el Hospital Nuestra Señora de La Paz, entre avenidas 12 y 13.
La dulcería local también era de primera línea. La familia valerana era muy laboriosa, entre las que destacaron las Manzanilla, quienes hacían unos singulares suspiros. En Pueblo Nuevo, en Las Delicias, estaba Livia Rosales que elaboraba cocadas de cola, de leche, que eran vendidas en la fuente de soda “Mi Respiro” y los locales de comerciantes como el “Récord”, una cuadra que tenía Hernán Peña y que luego vendió a Benito Matos –tío de Cecilia Matos-.
También como centros de recreación en esa Valera de los años 30 al 40 estaban los primeros billares. Uno muy concurrido era propiedad del recordado Juan Motezuma, a quien popularmente le llamaban “El Tuerto”, también padre del doctor Juan Motezuma Ginnari; este local estaba ubicado en la esquina donde vivía doña Alicia Jelambi, en la calle 9 con avenida 10, al lado también de la Casa de Juan Abreu. Allí en esa esquina construyó un edificio don César Bertoni, quien luego le alquiló al Banco Unión, esta entidad bancaria permaneció décadas en ese lugar y donde abrimos nuestra primera cuenta de ahorro.
Los otros dos billares de la ciudad estaban, uno en un local ubicado en la esquina del Cinelandia, de Ramón Barroeta y el otro, el Billar del recordado “Chiquito Mío” al lado del antiguo Mercado Municipal, en la avenida Bolívar con calle 12.
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