La esposa de Julio Cabanzo, Hilda de Cabanzo vive en las afueras de San Cristóbal a unos 10 minutos de la capital tachirense, en una zona poblada que se llama El Valle y pertenece al área metropolitana, aun así, no pudo lograr que su esposo de 87 años recibiría atención cuando le dio un mal que lo dejó sin voz y le paralizó parte de su cuerpo el sábado 5 de septiembre.
Hilda no tiene carro, le pidió auxilio a un vecino y aunque él con voluntad quería servirle no tenía gasolina y no hay transporte público. Así que esperó y el domingo consiguieron un poco de combustible y se fueron al centro asistencial más cercano, en la población de Capacho, al llegar allí el personal que asistía les dijo que ellos no podían darle atención y lo refirieron al hospital del Seguro Social de San Cristóbal.
Tenía muy poca gasolina, pero el vecino atento porque se trataba de una vida muy apreciada en la comunidad, debido a que Cabanzo ha sido un luchador social, no quería negarse, relata Hilda de Cabanzo.
“Ni lo baje del carro”
Al llegar el domingo en la mañana al hospital del Seguro Social, “Patrocinio Peñuela Ruiz”, bajaron de prisa ya más calmados porque al fin, un día después tendrían un diagnóstico y tratamiento para Julio. Cuando hablaron con el personal que les atendió y le preguntaron por cuál puerta podían ingresar a Cabanzo, la repuesta fue: “ni lo baje del carro, aquí no lo podemos atender”, relata Hilda.
Sin más alternativas, con el paciente en penoso estado y con gran dolor e impotencia su esposa regresó junto al vecino hasta su casa en El Valle, allá permanece sin saber siquiera un diagnotico y sin que se aplique tratamiento alguno.
“Él suponemos que le dio un ACV (Accidente cerebro vascular), por como está. Antes de eso era activo, hablaba, andaba, oía música y de repente quedó así y no pudimos que siquiera un médico lo viera. Esto es muy triste, estar tan abandonados, así se haga la diligencia”.
Entre la comunidad se regó el relato y un médico que vive por la zona les dijo que si le hacen una tomografía él lo puede asistir. “Pero ahí está el problema, hoy es martes, cómo lo llevamos a San Cristóbal, no tenemos carro y cómo mas se lleva a una persona en su estado”.
El señor Cabanzo, es uno de los millones de casos que en el país viven de la pensión. Ahora está en cama sin saber cuál es su patología. Trabajó toda la vida hasta que hizo muy mayor y solo hacía pequeños trabajos, pero en casa, mientras su esposa Hilda confeccionaba ropa. Con lo de su pensión ni un kilo de carne puede comprarse, mucho menos pagar tratamientos médicos, su familia cuida con amor de él, pero necesita atención médica que no puede tener.
Un drama que no es Covid19
En todo el país la crisis de la salud viene siendo un drama que solo lo entiende quien lo vive, es la impotencia de no poder hacer nada por su familiar y casi dejarlo morir. Si logra atención médica, no tiene para exámenes o tratamientos. Quedan a la suerte de Dios, solo la oración es la esperanza, así lo narran en el caso de Julio Cabanzo.
Pero este ciudadano venezolano ni atención médica ha podido tener, “es que ni la tensión se la quisieron tomar”, dice con angustia su esposa Hilda de Cabanzo.