Por: LUIS HERNÁNDEZ CONTRERAS
La noche del sábado 28 de agosto de 1948, Emilio Rogelio Razzore, propietario y director del afamado Circo Razzore, despide a su esposa, hijos, demás familiares y artistas de la empresa, en Puerto Mariel, al noroeste de Cuba. Viajan con destino a Cartagena, Colombia. Abordan un pequeño barco hondureño llamado “Euzkera”, pero Razzore tomará un vuelo en compañía de su asistente, el periodista cubano Pedro Branly. Pasados tres días, la nave que se adentra en el Mar Caribe en medio del mal tiempo, se dirige hacia la Isla de Providencia, al norte de San Andrés, en territorio colombiano.
Una tormenta los azota a eso de las siete de la mañana del miércoles primero de septiembre. El fuerte viento y el oleaje comienzan a inundar las bodegas y se suelta la carga que comienza a batirse contra los costados de la embarcación, rompiéndose, además, el timón. No se asumen oportunas acciones y a las once de la noche, el barco se hunde entre la gran tormenta, treinta millas al este de la Isla de Providencia, al norte de San Andrés, en la intendencia que forma parte de Colombia. Tres botes salvavidas y una balsa son arriados, pero nadie los usa. En un abrir y cerrar de ojos, el “Euzkera” ha desaparecido.
La tragedia deja 56 muertos. De ellos 48 son pasajeros y entre estos hay once menores de edad, además de ocho tripulantes. Emilio Razzore pierde diez familiares, entre quienes están su esposa e hijas. Se salvan doce personas. Nueve son pasajeros: siete cubanos, un español y un peruano. Sobreviven tres tripulantes, incluyendo el capitán. En medio del mar deben pasar una semana hasta que son divisados por un barco tanque noruego llamado “El Caribe”, que procede de Guatemala. Rescatados el miércoles 8 de septiembre, son llevados a Willemstad, Curazao, adonde llegan el día 12. En esta posesión holandesa, seis de los sobrevivientes quedan hospitalizados, partiendo los demás hacia Cuba.
Emilio Razzore, quien esperaba su gente en el Hotel Colonial de Cartagena está desesperado, pues habló por radioteléfono con su esposa e hijos la noche del domingo 29, informándole estos que no había novedad alguna. Al no tener más información, la angustia se acrecentó hasta conocerse la noticia del rescate el día ocho. Como pudo, llegó a Curazao y se enteró de su desdicha. Todo se había perdido. En la carga de 214 toneladas, valorada en doscientos cincuenta mil dólares, viajaban sesenta animales amaestrados. El Circo Razzore no estaba asegurado. Su dueño declaró en Colombia que su esposa traía ahorros para adquirir una casa en Bogotá donde pensaban establecerse. Argumentó que el exceso de carga no originó el naufragio, pues la embarcación podía resistir suficientemente el peso que transportaba. Al enterarse de su desgracia, el domador de leones de cincuenta años de edad, nieto de Juan Razzore, inmigrante italiano quien lo fundara en Brasil en 1836, solo alcanzó a decir: “el mar se ha tragado el trabajo de toda una vida”.
El periodista venezolano Cuto Lamache quien por años laboró en el diario “El Nacional”, publicó el 12 de septiembre de 1948, pasada una semana del infortunio, un reportaje titulado “74 años de Circo Razzore perdidos en el Mar Caribe”. Cita los nombres de los Razzore fallecidos en el naufragio. Yolanda, esposa de Emilio; sus hijos Macandro, Rosita y Moraima; también estaba Juanito Razzore, su esposa Dolinda y su hija del mismo nombre; Amanda Razzore con su hijo Juan y Rómulo Razzore, hermano menor de Emilio. Sigue diciendo “El Nacional”, que el Ministerio de Agricultura cubano informó al “Euzkera” que un ciclón “se enseñoreaba sobre una zona del Caribe”. La oficialidad se inquietó, pero nada participaron a los pasajeros. El martes 31, el ciclón envolvió al barco hondureño y se pensó en principio que había encallado. Al comenzar su búsqueda, los esfuerzos fueron inútiles. Los sobrevivientes, según lo recogido por el periodista, dijeron que el hundimiento sucedió con “una rapidez increíble”.
Algunas referencias indican que el Circo no fue fundado en 1836 sino en 1874. Cuto Lamache asiente en este último año y recuerda los inicios del circo, cuando comenzó a salir de Brasil para recorrer el continente. Los hijos del fundador nacieron en Argentina, Chile y Perú, es decir, en los sitios donde estuvieran actuando. En Carúpano, estado Sucre de Venezuela, nació Dolinde, la hija de Juanito Razzore, quien fuera bautizada en Porlamar. Todos sucumbieron a la fatalidad.
Como el Ave Fénix, el Razzore resurgió de sus cenizas. En una visita del circo a Caracas, su cronista Pedro Branly, declaró que habían estado por primera vez en Venezuela en 1954, para establecer en este país su centro de operaciones. Esto no es cierto, pues debutaron en la ciudad venezolana fronteriza de San Cristóbal, Táchira, el 25 de junio de 1937. Emilio Rogelio Razzore confesó en esa oportunidad que su abuelo fundó el circo el 27 de diciembre de 1836, siguiendo su padre en la tradición que le fuera transmitida. Dijo que tenían en ese entonces, dieciocho meses visitando las principales capitales de Venezuela. Pedro Branly también estuvo en el Táchira en octubre de 1943, anunciando el programa de la famosa atracción circense. Otras estancias en San Cristóbal lo registran en agosto de 1955, agosto de 1961 y diciembre de 1966, aún dirigido por Emilio Razzore.
El viejo domador de fieras recordaba en Caracas, a ocho años de su adversidad, que había perdido catorce de sus familiares en el Mar Caribe, agregando que “nunca se supo cuál fue la verdadera causa de su hundimiento”. Se estableció allí para casarse con la chilena Nelly Herrera, quien asumiría la dirección artística del circo y con quien tuvo tres hijos. El viejo Branly siguió a su lado, lamentando la muerte de varios animales en una gira colombiana. Los nuevos aires de inusitada violencia golpearon a Emilio Razzore. Una madrugada, al salir de una fuente de soda en compañía de su esposa y varios miembros del elenco, le fue robado el maletín con el producto de dos días de función, recibiendo además un tiro en su pierna derecha. A las semanas, los instrumentos musicales de su banda fueron sustraídos de la carpa, y para colmo de males, murieron varios de sus animales: un canguro, un pony y un camello que había adquirido por mil quinientos dólares en Estados Unidos. Todo un caos. Los tiempos se ponían difíciles para el viejo artista y empresario.
Para 1978, sus hijos Daisy, Emilio y Rómulo estaban al frente del negocio. Emilio Rogelio Razzore, con sus años a cuestas, había quedado ciego a consecuencia de un accidente en el circo y falleció en Caracas en 1982. Todo había concluido para el domador que marcó mil caminos en los mapas latinoamericanos, recorriéndolos con sus artistas y sus animales. Resucitó de sus cenizas luego de vivir en Cartagena, en 1948, la espera más larga de su vida, en la cual, su propia sangre, se hundió en lo más profundo del mar.
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